domingo, 28 de diciembre de 2008

¿Australopitecos afarensis en el Cono Sur de América?

Un equipo integrado por investigadores de la Universidá Catolicana y del Centro Austral de Infusiones Científicas va a dar a conocer lo que es, sin ningún género de dudas, el descubrimiento paleoantropológico más importante de la historia, y al que Homorgasmus ha tenido acceso. Procede del yacimiento de “Cueva Inocencios”, situada en el curso medio de Río Chico, entre las estancias Brazo Norte y Markatch Aike, cerca del Parque Nacional de Pali Aike y de la conocida Cueva Fell. Hace algo menos de un año fueron descubiertos allí restos de varios homínidos que pertenecen indiscutiblemente al género Australopithecus y a la especie afarensis, tal y como se publicará el próximo martes en la revista Esciencia, que le ha reservado la portada. El hallazgo da una dimensión inesperada e insospechada al proceso de la evolución humana. “Antes de esto sabíamos que había muchas cosas que aún desconocíamos, pero ahora es posible que no sepamos una mierda. Esto es fascinante”. Así de tajante se ha manifestado un mundialmente reconocido paleontropólogo que prefiere permanecer en el anonimato.

En otros términos se ha pronunciado Asuagua. “Nosotros ya lo sospechábamos, pero no habíamos movido ficha porque nos faltaban pruebas y la ciencia se basa en pruebas y no en barruntos ni zurrimientos de tripas. ¡Qué caza ni alimento compartido ni forrajeo de lugar central! ¡Lo que nos hizo humanos fue la navegación, pero nada de cabotaje, la transoceánica! El origen de los homínidos indiscutiblemente está en África, pero es evidente que hace unos 3 millones de años, o algo más, al menos un grupo de afarensis salió de ese continente en barcos desde las costas de la actual Etiopía. Pero aquí nos topamos ya con una primera cuestión: siendo seguro que se fueron para abajo –porque el canal de Suez no estaba todavía abierto- ¿tiraron para la izquierda o para la derecha? Vamos a tener que hacer agujeros en niveles geológicos de hace 3 millones de años de medio planeta. No obstante, aun en el más complicado de los escenarios, es decir, en el de que tiraran para su derecha (nuestra izquierda viendo el mapamundi de frente) y llegaran directamente hasta las costas del Cono Sur americano, queda ahora abierta, de par en par, la puerta para un posible origen asiático del género Homo, como algunos han propuesto en alguna ocasión. Hay tiempo de sobras para que por tierra o por mar llegaran al extremo septentrional de América y pasaran a Asia, ellos o sus descendientes, dando lugar a un foco secundario de evolución, o incluso primario, del género Homo en esa parte del mundo” dice Asuaga, que concluye que “en cualquier caso la posición filogenética de H. antecessor no se ve afectada, ni se verá”.





Posible rutas seguidas por afarensis.

Efectivamente, hasta ahora se pensaba que los primeros homínidos en dejar el continente africano habían sido representantes de nuestro propio género –H. ergaster-, hace unos 2 millones de años o algo menos, pero este hallazgo adelanta la salida en más de un millón de años y cambia al protagonista de semejante hito. “Es como si de repente les hubieran puesto un petardo en el culo” –dice el anónimo-, que a diferencia de Asuagua piensa que bien pudieron partir de algún punto de la costa occidental de África, siendo el Chad, con el Australopithecus bahrelghazali ahí localizado por M. Brunet, un punto intermedio en la ruta desde Etiopía hacia el Atlántico. “Ahora el puzzle se nos ha complicado… habrá que empezar a revisar algunos fósiles raros y también algunas fechas muy antiguas de yacimientos asiáticos…antes eran malas, pero ahora igual son buenas, claro. Quizá el género Homo no salió de África, sino que entró en África”.

Con todo hay cosas aún más extraordinarias –si acaso es posible- en el descubrimiento de “Cueva Inocencios”. Se han recuperado restos de varios individuos adultos y no adultos en un excelente estado de conservación, y el estudio de su ADNmt, aunque todavía no ha concluido, ya ha ofrecido resultados sorprendentes. El primero es que da apoyo a la opinión de Obenjoi en relación a la estructura monógama de esa especie australopitecina. En efecto, el análisis de ADNmt realizado por un equipo liderado por Veintepavos, demuestra que un joven macho y una joven hembra eran marido y mujer. Es la primera vez que es posible realizar tal afirmación, y ello gracias a la aplicación de una revolucionaria técnica biomolecular en la que la muestra es sometida a un proceso de preparación muy sofisticado y laborioso: “se procede de forma similar a como cuando se intenta deshacer el puto Cola-Cao –Classic- en leche fría, aplastando con saña las mitocondrias en las paredes de la probeta, rascando luego con la cucharilla y dándole vueltas a la mezcla, pero muy rápido muy rápido en uno y otro sentido, y volviendo a repetir el proceso si es necesario”, dice Veintepavos, añadiendo que, “efectivamente, eran marido y mujer, y además lo eran desde hacía poco tiempo. Creemos muy posible que estuvieran en lo que hoy llamaríamos su “viaje de novios”. Quizás la idea era llegar hasta Bariloche, o al Perito Moreno, eso es algo que quizás no lleguemos a saber nunca, pero sí que hicieron escala en “Cueva Trancas” posiblemente para visitar a la madre y a la hermanastra del flamante nuevo esposo. El ADNmt demuestra que la mujer (la suegra de la recién casada) se quedó viuda –no es que se separara de su primer marido- al poco de dar a luz a su primer vástago, la hija, y que luego se volvió a “casar” y tuvo al hijo que estaba de visita cuando murieron, lo que en mi opinión refuerza aún más la tesis de Obenjoi de la estructura familiar.”


Simplemente increíble.

Homorgasmus seguirá informando acerca de este extraordinario descubrimiento exactamente dentro de un año, el próximo 28 de diciembre.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Fichitas inútiles (coleccionables)




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viernes, 19 de diciembre de 2008

martes, 16 de diciembre de 2008

Pues si hay que hacerlo se hace... ¿o qué?


Hala..., ya está. Hecho.

domingo, 14 de diciembre de 2008

EL INSÓLITO CASO DE TITA, LA CHICA DE LA CURVA, Y SU RESISTENCIA NUMANTINA AL RAZONAMIENTO DE LA CIGÜEÑA.


Age shakes Athen´s towers, but spares gray Marathon.

(“El tiempo ha derribado las torres de Atenas, pero ha preservado las pardas llanuras de Maratón”. George Gordon Noel Byron (Lord Byron), en Childe Harold, canto II, estr. 88.)

***
MAFALDA: ¿Qué no?... ¡Andá y hacé la prueba entonces! Pedí en tu casa que te expliquen qué pasa en Vietnam...¡Vas a ver como te salen hablando de la cigüeña!
FELIPE: ¿¡Pero qué tiene que ver la cigüeña con Vietnam!?
MAFALDA: No sé..., ¡pero cuando los mayores no saben como explicarte algo, seguro que hay una cigüeña de por medio!

(Quino)

***

Corría un año indefinido de la primera mitad del siglo XXI, y allí estaba yo, con mi minimonolito de carreras tuneado en forma de Aston Martín DB5, modelo Goldfinger de 1965, de color verde inglés y volante a la derecha, recorriendo, muy despacio y con parsimonia, una estrecha carretera rural flanqueada por un bosque de pinos hermosísimos, mientras oía Pompa y Circunstancia, Opus 39, de Elgar, cuando, de repente, se me apareció la “chica de la curva”.
-¿Podría llevarme hasta Garray? –me preguntó, después de hacerme una seña para que parara en el arcén, la pálida, y ya no tan joven “chica de la curva”-, es que tengo allí un asunto importante -dijo.
-Bueno, no sé –contesté algo azorado por la extraña situación- es la primera vez que vengo por aquí, la primera vez que me para una “chica de la curva” y no sé dónde esta Gara...
-Garray, se llama Garray, ¡ah!, y no se preocupe, es un poco más adelante, ya le indicaré yo...-me contestó con una sonrisa enigmática, mientras subía al coche.
-Me llamo Hal, y viajo por placer, para conocer lugares poco frecuentados y remotos, ¿ y usted...? –le dije algo envarado, sin saber muy bien como iniciar la conversación.
-Mi nombre no importa mucho, aunque me llamo Tita, Tita Fonthyessen y he sido coleccionista de pintura y de maridos. Ahora me dedico a otros menesteres que me divierten más..., y, por favor, tutéame –dijo con cara divertida, como de la niña traviesa que, seguro, había sido, quizá sesenta o setenta años atrás.
-¿Por ejemplo...?
-No sé, salvar árboles y ayudar a amigos importantes, como ahora...
-¿Ahora...?
-Sí, voy a ese lugar porque me ha llamado mi amigo Publio Cornelio, ya sabes, Escipión, el Africano...
-Pues no, no sé, no me suena de nada..., es que vivo muy lejos... –me excusé.
-¿Sí?, yo también estoy de paso y ¿vivo? –dudó un poco- lejos, pero bueno, es igual, donde estoy ahora, y de donde vengo, Escipión es un personaje de los más importantes y conocidos. Me ha citado en Garray para encadenarnos, metafóricamente hablando, a un yacimiento...
-¿A un yacimiento de oro..., de diamantes..., de coltán...? –le corté algo descortés.
-No, ¡por Dios!, a un yacimiento arqueológico, o, más bien, a un conjunto arqueológico compuesto de varios yacimientos...
-Qué casualidad, yo he estado en una excavación una vez, en un planetoide lejano, con un equipo de arqueólogos de postín...
-Sí, en el Calamocha, ya lo sabía, comprenderás que no me iba a aparecer al primer mindundi que pasara por la curva, siempre he elegido a mis compañeros de viaje, ya fuera éste en coche, en ascensor o en liana...-me espetó muy digna.
-Ya veo, ya...
-Pues sí, Hal..., como te iba diciendo, verás es un caso extraño, un pequeño yacimiento, unas pocas ruinas de lo que fue un enclave bastante reducido en el que, sin embargo, de vez en cuando, se montan unos follones tremendos.
-¿Follones?
-Follones..., cristos, tiberios, jaleos, algazaras, trifulcas, guirigáis, gatuperios, asedios, guerras, especulaciones inmobiliarias, atentados al patrimonio y al paisaje..., en fin, defínelo como quieras..., el sitio se llamaba, y se llama, Numancia.
-¿No se llamaba Garray...?
-No, ese es el pueblo actual que está al pie del yacimiento...-dijo poniendo cara de tener mucha paciencia-, Numancia fue famosa por la resistencia que opuso a la conquista romana en el siglo II a. C. Este enclave se conoce bastante bien merced a las excavaciones arqueológicas que han puesto a la vista buena parte de su planta urbana. Numantia se transformó después, en época romana, en un pequeño núcleo de unas 20 ha (contando zonas de habitación exteriores al área principal) que mantiene, regularizando algo quizá, su urbanismo antiguo mediante dos calles paralelas longitudinales, la mayor de ellas de unos 350 m de longitud, cortadas por diez transversales menores, que fuerzan manzanas (insulae) rectangulares donde se instalaron las casas...
-Algo le empieza a sonar a mis circuitos..., digo neuronas... No parece gran cosa...
-Conmigo no disimules, Hal, que ya sé del pie heurístico y algorítmico que cojeas..., -me dijo jocosa, la muy bruja- no, no era gran cosa, nunca lo fue, por lo que conocemos, carece de una gran arquitectura monumental..., quizá sólo tenía algunos edificios cívicos. Básicamente, la diferencia entre la Numantia romana imperial y la del siglo II a. C. residió en el aspecto quizá más cuidado de sus calles y en el de sus viviendas, en una mayor preocupación por el aprovechamiento del agua de lluvia... Su importancia, sin embargo, deriva de ser un lugar común y referencia en la historia de la península Ibérica (curiosamente, en principio referencia al orgullo de los romanos, como monumento a la victoria de sus ejércitos, y sólo mucho después indígena, vindicando la genuina fiereza patria de los hispanos, dicho sea así, entre paréntesis y por lo bajini).
Publio Cornelio Escipión Emiliano Africano, y más tarde también Numantino, mi amigo (que coleccionaba nombres, como yo cuadros y maridos), que algunos años antes había destruido Cartago el muy bruto, llegó a las cercanías de Numancia hacia finales del verano del 134 a. C. con objeto de asaltar de la ciudad. No eligió una táctica de confrontación directa a pesar de contar, según dicen, con unos 60.000 hombres y los numantinos no llegar a los 10.000, sino que optó por un asedio precedido por el saqueo de los alrededores que asegurara el avituallamiento de su ejército y la carencia de recursos de los numantinos. Estableció un cerco compuesto por dos campamentos principales y siete fuertes unidos entre sí por un muro de unos 3 metros de ancho precedido de un foso, con un parapeto de madera en su parte superior y jalonado por torres que servirían para la instalación de máquinas de artillería, la vigilancia y la transmisión de señales. A este dispositivo se añadieron dos fortificaciones menores situadas una frente a otra a cada lado del río Duero, para impedir la llegada de suministros y el paso de hombres mediante un artificio, que describe bien el alejandrino Apiano, con maderos erizados de lanzas y hojas afiladas, a modo de rastrillos sujetos por cuerdas entre ambas orillas. Este sistema de asedio, que fue estudiado en el siglo XX por Adolf Schulten, consta fundamentalmente de los campamentos: el de Castillejo, al Norte, y de Peña Redonda, al Sureste. En el primero las excavaciones dejaron al descubierto unas 8 h con abundantes restos de estructuras y materiales muebles como cerámicas y armas de la época. El de Peña Redonda, de unas 11 h, se halla rodeado por una muralla de 4 m de grosor, con vestigios también de puertas y otras construcciones campamentales. Se trata en ambos casos de núcleos de habitación cuyo perímetro se adapta a la topografía irregular de la posición que ocupan –castra necessaria-, como convenía a las posibilidades de los cerros que rodeaban la ciudad vaccea cuyo cerco pretendían. Las fortificaciones menores se disponen entre ellos, unidas entre sí y los campamentos por las defensas lineales que antes te he descrito..., vamos todo un complejo...
-Jo, Tita, vaya empolle que llevas...
-No..., es que a fuerza de hablar con Escipión se te van quedando las cosas; esta es una de sus “batallitas” preferidas, no bien se ha tomado dos copas de falerno en las termas..., además, hay libros..., y me lo he repasado antes de aparecerme en la curva, no creas, por eso me ha salido semejante papiro... –dijo, ruborizándose un poco.
-Ya, pero eso pasó hace muchos años...
-Si pero la cosa ya te he dicho que es cíclica, y se ha vuelto a montar... el follón.
-¿Van a atacar a Numancia otra vez? –pregunté incrédulo.
-¡No, hombre!, ahora la cosa es más fina: se llama progreso, aunque, según se mire, las cosas van por ahí. A Numancia hace décadas que la vuelven a asediar varios proyectos urbanísticos: una Ciudad del Medio Ambiente, un polígono industrial de desarrollo, unos chalés adosados..., en fin, todo alrededor de Numancia, sin tocarle un pelo a los yacimientos, o casi, pero alterando un entorno que ha permanecido muy poco modificado durante siglos y siglos.
-Ya..., ya te entiendo, dilapidando el paisaje de las pardas llanuras de Maratón que ni el tiempo osó tocar...(al menos hasta el tiempo de Byron...), o sea, ¿una Ciudad del Medio Ambiente que se cargue el medio ambiente y un polígono de desarrollo industrial que impida cualquier otro tipo de desarrollo, igual que Benito Mussolini trazó la “Vía de los Foros Imperiales”, en Roma, por encima mismito de los susodichos Foros?
-¡“Exato, correto y clavao”! –me apostilló Tita aplaudiendo-, aunque todo es impolutamente legal. Eso es lo que tiene más gracia...
-¡Mandan... bastos..., legal e impoluto, como todas las tropelías que se cometen al amparo de leguleyos y visionarios con ganas de protagonismo o por débiles mentales achantados por el miedo a perder sus prebendas o sus puestos de trabajo...!, ¿pero alguien se opondrá...?
-Casi todos..., casi..., aunque..., en fin vamos a dejarlo..., han hecho informes, comunicados y pronunciamientos contra esa barbaridad: la Real Academia de la Historia, la Academia de Bellas Artes de San Fernando, otro hecho al alimón por las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia, el Comite Nacional de ICOMOS, la Mesa del Instituto de España, el Instituto Arqueológico Alemán, la Universidad de Exeter, la Universidad de Pecs, el Observatorio del Patrimonio Histórico Español, el Grupo de Investigación de Paisaje Cultural de la Universidad Politécnica de Madrid y Greenpeace. Se han adherido a las acciones para evitar el desastre, promovidas por el Departamento de Historia Antigua de la UNED en Madrid: Hispania Nostra, los profesores de la Facultad de Geografía e Historia de la UNED, el Institut Català d'Arqueologia Clásica, el FORVM CAESAROBRIGA con sede en el C.A. UNED de Talavera de la Reina, la Universidad de Bristol (Departamento de Estudios Hispánicos, Portugueses y Latino Americanos), la Stiftung Preussischer Kulturbesitz (Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano), el Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de Salamanca, la Real Fundación de Toledo y la Casa de Velázquez (Madrid). Eso por no contar muchas adhesiones personales de científicos de prestigio...
-Hasta los prusianos ¿eh?, ¡pues vaya!... ¿Y entonces...?
-Ni caso, no les hacen ni caso.
-¿Y tú..., cual es tu jugada?
-Honestamente, creo que soy la única salida lógica posible, la reencarnación irracional y folclórica de la “chica de la curva”, la transustanciación ectoplásmica metapsíquica y jocosa de la máxima que reza: "los seres que no atienden a razones sólo pueden ser sensibles a lo irracional".
-Amén. Bueno, visto así..., vamos, lo de la cigüeña de Mafalda..., aunque tú, Tita, no me pareces tan irracional...; y ¿cual es vuestro plan?
-¡Buenooo! –rió alegre-, no conoces mi pasado preectoplásmico, Hal, te sorprenderías de lo irracional que fui a veces... Bien, respondiendo a tu pregunta, sí, así son las puñeteras explicaciones de la cigüeña que no demuestran absolutamente nada y que es posible que encubran intereses que no puedo imaginar...; nuestro plan, por lo demás, es muy sencillo: aparecernos, Publio y yo, a todo bicho viviente, diciendo de forma dramática, con los vestidos rotos, la piel ajada y ensangrentada y cara de malas pulgas aquello de: ¡Numanciaaa nooo se tocaaaa, dejaaad en paaaz a los muertooos...!
-Todos somos, a veces, algo irracionales, pero lo de los muertos vivientes..., es un poco melodramático ¿no?
-Si, ¿pero que quieres?, yo por una buena causa igual hago de zombi que me encadeno a un plátano en el Paseo del Prado... y, si no hay más remedio y las razones no sirven, habrá que hacer algo ¿no?; con Gallarzón me sirvió y me salí con la mía.
-Lo que no entiendo es lo de Publio Cornelio Escipión, ¿no quería destruir Numancia...?
-Sí, pero no aguanta que le toquen los castra necessaria, los campamentos legionarios, ya me entiendes, los militares siempre han sido muy suyos para esas cosas.
-Pues sí, Tita, tienes toda la razón. ¿Sabes?, para mi que por muy “chica de la curva” que aparentes ser, me parece que estás muy viva, y que, además, lo eres.
-Es posible, pero ya sabes, el secreto del éxito está siempre en parecer una “mosquita muerta”... –dijo con cara de cachondeo- ¡venga!, que estamos llegando, prepárame uno de tus cócteles para celebrarlo.
-No tengo hoy el cuerpo para cócteles..., Tita, será cosa del Espíritu Santo...
-¿Cómo dices...?
-Nada, cosas mías: quiero decir que estoy como con resaca, pero sin haberme corrido una juerga previa...
-Vale, Hal, pero no te pongas melancólico. Para en ese bar y nos tomamos un tintorro y unos torreznos, que asientan mucho el estómago, ¡mano de santo!.
-¡Eso está hecho!

Fdo.: HAL 9000






jueves, 11 de diciembre de 2008

Tejido caro.

El conjunto de restos paleoantropológicos de que disponen los investigadores es, cuantitativamente hablando, rácano, rácano, además de bastante fragmentario. Es cierto que de algunas especies se dispone de más fósiles que de otras, pero desde luego siempre menos de lo que se desearía. Así no es extraño que, en ocasiones, los datos sobre ciertas características (altura, peso, capacidad craneana, canal de parto, proporciones intermembrales) varíen de unos investigadores a otros, e incluso que se discuta sobre si la variabilidad observada dentro de un hipodigma se debe simplemente a un notable grado de dimorfismo sexual o a que, por el contrario, se han incluido en él especies distintas (lo que sería una gran cagada). Yo, sin ir más lejos, me he quedado un poco atribulado después de la publicación de la pelvis esa de hembra de H. erectus (de Gona) que el otro día mencioné de pasada. Después de haberse dicho que el joven del lago Turkana podría haber alcanzado hasta 1,80 m. de altura si no hubiera tenido la mala suerte de cascar tan pronto (aunque para unos cuantos no iba a crecer más de lo que ya lo había hecho), va y resulta que la hembra en cuestión, hecha y derecha, andaría entre el 1,20 y el 1,46. Un chasco.

Una de esas cosas que se calcula, aunque no todos los días, es el índice de encefalización (EQ), comparando para ello el peso (o la capacidad) encefálico real con el peso (o la capacidad) encefálico esperado para un bicho de un tamaño corporal dado. Es simple, y es la única forma de comparar grados de encefalización de animales con tamaños diferentes. En 1983 R.D. Martin calculó los índices de encefalización de unos cuantos homínidos. La estimación del peso encefálico ideal se realizó a partir de datos referidos a primates haplorrinos (valor = 1), resultando que el chimpacé tenía un EQ de 1,2 (es decir tiene un EQ 1/5 mayor de lo que le correspondería a un primate haplorrino de su tamaño) el A. afarensis 1,3; el A, africanus 1,4; el P. boisei 1,5; el H. habilis/H. rudolfensis 1,8; el H. ergaster 1,9, y el H. sapiens 2,9. Lógicamente, quien tiene mayor superávit es el más encefalizado, y no hay duda al respecto, como tampoco (y ya se sabía) que a lo largo del proceso de hominización ha habido un incremento del tamaño del cerebro (aunque en realidad no sólo un incremento, sino también una reestructuración. Como le oí en cierta ocasión a un tipo bastante cachondo, inflar una mandarina hasta hacerle alcanzar el tamaño de una naranja no la convierte en una naranja, sino en una mandarina más grande, refiriéndose al hecho de que agrandar el tamaño del cerebro de un australopiteco hasta llegar al tamaño de un humano no lo convierte en humano).

En 1995 L. Aiello y P. Wheeler (“hipótesis del tejido caro”) repararon en que a pesar de un tamaño tan grande del cerebro y de su consecuente desproporcionada demanda metabólica, el total de la ratio metabólica basal (BMR) de los humanos está dentro del rango esperado para primates y otros mamíferos de tamaño corporal semejante. Es decir, se da la paradoja de que los humanos podemos afrontar, en términos de energía metabólica, el alto costo de nuestros cerebros más grandes sin un incremento correspondiente de BMR. Siendo este tipo de cuestiones habas contadas ¿de dónde ha salido esa energía metabólica? Aiello y Wheeler analizaron entonces los otros órganos corporales caros (en el sentido de energía metabólica que requieren: corazón, hígado, riñones, tracto intestinal, junto con el cerebro, consumen la mayor parte del total de BMR). Analizaron el tamaño esperado de esos órganos para primates no humanos de 65 kg. de peso y los compararon con los tamaños de los órganos actuales de humanos del mismo peso.

Pesos esperados y observados de los órganos para un standard humano de 65 Kg. (de Aiello y Wheeler, 1995).



El resultado se ve el la figura, con radicales diferencias entre los tamaños esperados y los observados del cerebro y del intestino humano: el tamaño más grande de lo esperado del cerebro se compensa con el tamaño más pequeño de lo esperado del intestino.Así que la forma de conseguir esa energía suplementaria para desarrollar y alimentar el cerebro habría sido detraerla de otro órgano, en este caso el intestino. Para poder mantener una tasa metabólica como Dios manda (con un nivel de nutrición adecuado) con un intestino más pequeño habría que desarrollar una estrategia alimentaria basada en el consumo de productos de alta calidad y digestión rápida (nada de hierbecitas) que no supongan un gasto energético excesivo, y esa dieta habría supuesto, en la línea argumental ya había planteado Milton en 1984, el consumo de carne, de grasa y de determinados productos vegetales menos ubicuos o fáciles de encontrar. Dándole la vuelta a la cosa, un cambio en la dieta hacia el consumo de carne habría propiciado una reducción intestinal y la energía sobrante habría posibilitado el proceso de encefalización.



miércoles, 10 de diciembre de 2008

Fichitas inútiles (coleccionables).

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Con este colgajo declaramos inaugurada la nueva sección: "Fichitas inútiles".

martes, 9 de diciembre de 2008

viernes, 5 de diciembre de 2008

Colgajo 100.

En el año 1925 el anatomista australiano R. Dart, entonces profesor de la universidad de Witwatersrand de Johannesburgo, dio a conocer los restos (mandíbula, cara y molde endocraneal) del llamado “niño de Taung”. Este zagal fue un homínido (un miembro de nuestra familia), representante de un género (Australopithecus) y una especie (africanus) que vivió hace 2,5 M.a. El chavalillo en cuestión contaba ya con su primer molar permanente, así que Dart estimó que había muerto a los 6 años de edad, que es la edad a la que eclosiona esa pieza dentaria en los niños actuales. En 1968 A. Mann argumentaba de igual manera en su tesis doctoral sobre la demografía de los primeros homínidos de África del Sur: “el yacimiento de Taung ha proporcionado un individuo de unos 6 años y medio ± 1. Los primeros molares permanentes del niño de Taung acababan de completar su proceso de erupción y presentan poco desgaste”, decía.

Más de medio siglo después, en 1981, la antropóloga cultural N. Tanner planteó la “hipótesis del bebé desvalido” como razón conductual para explicar un rasgo tan exclusivo de los homínidos como es el bipedismo. Según Tanner, dado que los bebés humanos nacen muy desvalidos y son incapaces de agarrarse por sí mismos a sus madres, como sí hacen los bebés de otras especies de primates, el bipedismo evolucionó como forma que permitiera que las madres cargaran con sus hijos cuando se trasladaban de un lugar a otro y realizaban sus actividades de forrajeo. Es una hipótesis de corte feminista (secuela de la de la “mujer forrajeadora” y alternativa a la machista del “hombre cazador”) en la que las hembras, además, habrían propiciado, mediante selección sexual, que los machos adoptasen también tan inestable forma de desplazarse cuando volvían a casa después de realizar las tareas propias de su sexo y condición, es decir, ir de un bar a otro y salir de juerga con los amigotes. De esa manera, de pie, los colgajos, y en esta ocasión me refiero, sí, efectivamente, a los colgajos, a esos colgajos, habrían quedado más a la vista, lo que podría haber sido “interesante”, dejémoslo en “interesante”, para las hembras. Un tarao que conozco se refirió a esa propuesta, en un infumable romance que tal vez cuelgue algún día, como “la clave es el badajo”, pero en algunos sitios se ha hecho referencia a ella como “exhibición fálica dirigida a las hembras”. En fin, este no era el tema, así que retomaré el hilo.


Detrás de la estimación de Dart y de la propuesta de Tanner, la del bebé desvalido, había una consideración común, la de que los primeros homínidos eran muy humanos en sus patrones de maduración. En realidad hasta los años 80 los primeros homínidos se consideraron muy humanos en muchos aspectos; el origen de la “humanidad” sería equiparable al origen de los primeros homínidos. Así, la “hipótesis del hombre cazador” (mediados de los 60) difería de la “hipótesis del alimento compartido” (finales de los 70) en cuál había sido la adaptación humana primaria, la principal fuerza evolutiva (si la caza, en el primer caso, y los requerimientos técnicos y organizativos que la práctica cinegética exige, o la cooperación, en el segundo, “para compartir los recursos alimentarios animales y vegetales que eran llevados de forma habitual a un foco social: el campamento”), y diferían, también, en la perspectiva que se obtenía de esos grupos en lo relativo a la naturaleza de sus actividades sociales y económicas: una socieconomía compleja de tipo humano en el primer caso, o una socioeconomía simple, pero igualmente de tipo humano en el segundo. Como también se reconocía como humano el sistema de vínculo de pareja, “sistema social” monógamo planteado por O. Lovejoy y el nacimiento de una estructura “familiar”.


Desde la década de 1930 los investigadores saben que nuestro patrón de maduración es bien distinto que el del resto de primates, incluidos nuestros parientes más próximos. Después del nacimiento (tras 266 días de gestación, frente a los 238 del chimpancé), y tras un periodo postnatal de aproximadamente un mes, los humanos modernos entramos en la infancia, una etapa marcada por la formación y erupción de los dientes de leche, que alcanza hasta la erupción de los segundos molares deciduos, hacia los dos o dos años y medio. En la infancia nos alimentamos únicamente de teta y/o biberón, somos lactantes. A esta fase sigue otra, la niñez, en la que ya damos uso a los piños (y es que para algo están), y que finaliza hacia los siete años, con la erupción del primer molar permanente. Durante la infancia y la niñez el cerebro crece muy rápido (coincidiendo con el final de la niñez ha alcanzado casi el 100% de su tamaño), mientras que el crecimiento corporal es muy lento.


Nos lleva el doble de tiempo que a los chimpancés alcanzar la edad adulta, y a diferencia de nuestros primos, que “no tienen infancia [y que] son independientes tan pronto se destetan” (B. Bogin), nosotros tenemos un largo periodo de desarrollo después de ese primer gran revés de nuestras vidas, “no hay ninguna sociedad donde los niños puedan alimentarse por si mismos después del destete” (K. Hawkes), y dependemos de nuestros padres durante unos cuantos años. Es de lógica, pues, pensar que el modelo humano de crecimiento debió evolucionar con posterioridad a la escisión evolutiva de pánidos y homínidos, pero como se preguntaban Ch. Stringer y C. Gamble en el libro En busca de los Neandertales, ¿se desarrolló este modelo poco después de nuestra separación evolutiva de los simios africanos, o bien su aparición obedeció a un proceso más gradual o incluso tardío?

En el año 1984 Ch. Dean y T. Bromage empezaron a desmontar parte del tenderete de lo humano de los homínidos en cuanto al patrón de crecimiento (Blumenschine y Binford ya estaban metiéndole mano a lo socieconómico). A partir del recuento de lineas incrementales (perikimata) en el esmalte de los dientes concluyeron que la maduración dental de los australopitecos se producía a una velocidad casi dos veces mayor que la de los niños humanos. El niño de Taung se encontraría en el momento de su muerte más cerca de los 3 años, de manera que los australopitecos “estuvieron más próximos a los grandes simios vivos en la velocidad de su desarrollo que a los humanos modernos”. Algo similar concluyeron Stringer y sus colaboradores al aplicar la misma técnica a un diente de un niño neandertal del yacimiento de Devil’s Tower. En un estudio previo de los huesos recuperados (mandíbula, maxilar, hueso temporal y otros) A.M. Tiller pensó que había restos mezclados de dos niños: uno de 5 años (propietario entre otras cosas de la mandíbula) y otro menos maduro, de unos 3 (propietario del hueso temporal). El resultado del recuento de las lineas incrementales de un diente de la mandíbula sugería una edad de 3 ó 4 años (no de 5) y era compatible con la estimación de Tillier para el hueso temporal, de manera que ya no era necesario pensar que había dos niños, sino uno que había crecido bastante deprisa.

Una cuestión estrechamente relacionada con el patrón de maduración es el del tamaño cerebral de los neonatos homínidos, ¿cuán desarrollado estaba el cerebro en el momento del nacimiento? Cuanto más lo estuviera menos desvalido sería, pero la pelvis ahí impone unas limitaciones físicas. En el número del 14 de noviembre de la revista Science se publicó un artículo sobre una pelvis femenina completa de Homo erectus del yacimiento etíope de Gona. De ella dieron cuenta Mundo Neandertal y más en extenso Abulafia. Estimaciones trasladadas a una pelvis que fuera de hembra a partir del resto conocido como KNM-WT 15000 (que corresponde a un macho de Homo erectus) consideraban que el límite máximo del tamaño cerebral de un neonato de esa especie sería de 230 ml. Esa estimación, suponiendo una media de 880 ml. de capacidad craneal (cc) para un adulto erectus, daría una relación de 0,26 (cc recién nacido/cc adulto). La de los humanos modernos se establece en 0,28 (aunque este valor es algo variable en las publicaciones dependiendo de las medias que se utilicen, hasta por ejemplo 0,23, pero quizás 1.400 ml. de cc media sean muchos ml.), en tanto que el de los chimpancés es de 0,40. Esa estimación significaría el nacimiento de un “bebé desarrolladamente inmaduro que experimentaría un rápido crecimiento cerebral postnatal, requiriendo un grado de inversión y de cuidados maternos como el de los humanos modernos”. Sin embargo el estudio de esa nueva pelvis estima el tamaño máximo para los bebés erectus en 315 ml, un 30% más de lo que se había considerado, lo que ofrece una relación de 0,34 a 0,36, que sugiere que “H. erectus tenía una ratio de crecimiento cerebral prenatal similar al de los humanos pero una ratio de crecimiento postnatal y somático intermedia entre la de los chimpancés y los humanos”.

En el último número de JHA J.M. DeSilva y J.J. Lesnik (Brain size at birth throughout human evolution: A new method for estimating neonatal brain size in hominids) ofrecen una estimación del tamaño cerebral de bebés homínidos que pego. En el caso de los erectus, como se ve, se establece en 270,5 ± 32,6.

Lo dicho apunta a que el patrón de maduración que se observa en los humanos modernos es un rasgo propio de nuestra especie, si bien hay que decir que el equipo de investigación de Atapuerca introdujo una información que desentona al indicar que H. antecessor ya tenía un patrón de crecimiento como el nuestro (algo sobre lo que algunos investigadores han expresado sus dudas –Dean en Nature 6 de diciembre de 2001).

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Fotos de Steve Bloom.

Vídeo: La "técnica de churros" en 132 segundos.

La "técnica de churros" es una forma de elaborar una cerámica a mano. Javier Fanlo, arqueoloco y ceramista, te lo muestra en 132 tomas.


miércoles, 3 de diciembre de 2008

Si es que no todo puede salir bien.

Habreís reparado en que ahora y a todas horas y en todas partes se habla de los neandertales. Sólo hay que desplegar un poco las antenas (aunque no sea de buena educación) en la cola del super, del bus, de la charcuteria, o ante el mingitorio de un pub, para poder oir cosas como “así es, las matronas las inventaron ya los neandertales…, Zollikofer ha sugerido que necesitarían de apoyo social en el alumbramiento porque el canal de parto de la madre y la cabeza del crío como que…”; o “te imaginas tío que aburrimiento…, finalmente se ha confirmado que los neandertales no jugaban ni al baloncesto ni al béisbol, lamentable. Han comparado la torsión humeral de jugadores profesionales y de neandertales y estos no tiraban una mierda…”; o “no te creas que no tiene narices la cosa, resulta que ahora las napias de los neandertales no son una adaptación biogeográfica, que no, que las tenían más pequeñas de lo que cabría esperar…, y ojo a lo que te digo…, ¡qué de falsas ideas no habrá por haber analizado las cosas por separado! Si es que aún quedará algún descerebrado que piense que el “todo” es una mera suma de las partes”. Y más. Y si no te lo crees, despliégalas.

El pasado fin de semana, en la habitual partida de petanca de los domingos (casi más bien de curling, que al fin y al cabo no es sino petanca on ice) nosotros estuvimos hablando de las causas de su extinción. Entre todas las cosas que se han dicho al respecto de su desaparición se ha apuntado que los neandertales podrían haber palmado por no haber sido capaces de resistir una ola de frío. Ellos, que anda que no se habían chupado el moco durante miles de años, acabaron en Gibraltrar y hacia el 30.000, el 28.000 o el 24.000 (que ya sabemos que los arqueolocos manejan los años con la alegría propia de quien maneja dinero ajeno) el último cerró los ojos para siempre. Pero ahora va y resulta que puede que, quizás, tal vez, acaso, los neandertales cascaran porque lo que no superaron fue un cambio hacia condiciones climáticas más benignas o fluctuantes (que ya lo habían sido). De momento sólo es una hipótesis –que por cierto, “momento” es un término que en algún momento habría que definir- planteada por P. Chinnery y G. Hudson, y la culpa en este caso no fue del cha-cha-chá, sino de las mitocondrias. Como ya ha dicho el amigo Cagliani en su blog Mundo Neandertal, han descubierto en la secuencia de ADNmt de un resto -que parece que es de Vindija- mutaciones chungas relacionadas con enfermedades neurodegenerativas. Antes de seguir quiero decir, sólo por decir, que los neandertales de Vindija y los de Gibraltar están separados por entre 8.000 y 14.000 años no calibrados (que calibrados son entre 10.000 y 14.000), nada, lo que dura un bostezo.



Fluctuaciones climáticas de los últimos 80.000 años (calBP) medidas según los isótopos de oxígeno en el hielo del sondeo GRIP de Groenlandia. (SMOW: Standard Mean Ocean Water). La horquilla de Gibraltar es la comprendida entre las fechas 24.010 ± 320 y 30.560 ± 720, que calibradas se convierten en 28.920 ± 450 y 34.770 ± 600 respectivamente.


Estos organulillos, las mitocondrias, que están en las células y sobre los que últimamente parece que gira todo –y eso que encima no están en el núcleo, porque en el fondo no son mas que unos simples pegotes ahí puestos, con perdón de los amigos de Abulafia-, son centrales de energía. La fosforilación oxidativa mitocondrial (OXPHOS) tiene dos funciones primarias: generar calor para mantener la temperatura corporal y sintetizar trifosfato de adenosina (ATP), una forma de energía química que nos permite hacer cosas como correr, saltar y brincar en los charcos o fuera de ellos (esto da igual), escribir como hago yo ahora, pensar, reparar células y tejidos y tal y tal Pascual. La proporción destinada a mantener el cuerpo caliente y la dedicada a los otros menesteres depende de cómo esté regulado el sistema OXPHOS.

Volviendo a la prehistoria –cuando no había braseros, ni estufas, ni bufandas-en ambientes tropicales y subtropicales de África lo más óptimo sería asignar más calorías a sintetizar ATP y menos a generar calor. En Eurasia esa asignación no habría sido la opción chachi porque en invierno te podías quedar tieso. Una mutación, asignando más calorías a generar más calor que ATP habría posibilitado la supervivencia en y la colonización de latitudes más altas. Pero una opción y otra parece que tienen sus contrapartidas. Las poblaciones actuales adaptadas al frío están más protegidas contra las enfermedades degenerativas de la edad y son más longevas, posiblemente porque reducen la producción de radicales libres de óxigeno, pero también son más propensas a enfermedades derivadas de deficiencias energéticas porque reducen la producción de ATP. Lo contrario pasa cuando pasa lo contrario, de cajón.

En un trabajo del equipo de D. Wallace del año 2003, en el que se analizaron 104 secuencias completas de ADNmt humano (haplotipos) de todo el mundo, se sugería que la distribución regional de los haplogrupos de ADNmt (linajes específicos de haplotipos de ADNmt relacionados) había sido influenciada por selección climática (en PNAS, Mishmara: Natural selection shaped regional mtDNA variation in humans), mientras que en otro del 2004 (en Science, Ruiz-Pesini et al.: Effects of Purifying and Adaptive Selection on Regional Variation in Human mtDNA) se indicaba que la razón por la que algunas personas son más propensas a la obesidad, o a enfermedades degenerativas como el Alzheimer, o el Parkinson, puede guardar relación con lo que permitió a los primeros humanos que emigraron de África sobrevivir en los climas fríos de Europa y Asia, un asunto de la medicina evolutiva.

¿Qué pasa con los neandertales a cuento de esto? Pues que no parece fácil encajar las cosas ¿no?. Por una parte, lo planteado por Chinnery y Hudson parece que es lo que cabría esperar según lo dicho, salvo que palmaran por no adaptarse a una mejora climática. “Reduces” la producción de calor (y así “te adaptas” a unas condiciones climáticas más favorables) y a cambio aumentas la producción de ATP (y sufres el riesgo de padecer esas enfermedades). Por otra, los neandertales vivieron con condiciones climáticas frías (aunque con importantes fluctuaciones, como se puede ver en la gráfica), pero no por ello tuvieron las ventajas metabólicas de adaptación al frio: no fueron más longevos y –según ese análisis de ADNmt- podían padecer enfermedades neurodegenerativas. Además, para arreglarlo, sus restos óseos parecen estar modelados por una fuerte actividad física, luego deberían tener un alto metabolismo de ATP. Alta produción de calor, alta produción de ATP… considero imprescindible la opinión de Abulafia.