Parece que una especie de cubeta en la cueva de Paisley, Oregón, fue utilizada como lugar en el que hacer pis y pas por gentes de hace 14.300 años. La importancia que se le ha dado al hecho es que esas mierdas fosilizadas (en adelante coprolitos, si ha lugar) demuestran que el poblamiento americano es desde luego anterior a la fase Clovis, unos 2.000 años anterior.
Para los que somos ignorantes, para los que pensamos que la razón no tiene que estar necesariamente de parte del último que habla o de aquél que más grita, la fecha del poblamiento ya era necesariamente más antigua. El asunto se ha tratado a lo largo de siglos, primero desde posiciones anticientíficas (tataranietos de Noé, fenicios que se pasaron cuatro pueblos y por consiguiente el Atlántico, que no deja de ser un simple charco, gentes de la mítica Atlántida, egipcios que montaron una nueva factoría de pirámides, judíos que emigraron allí en el año de la polka), aunque alguna con extraordinaria perspicacia, como la de José de Acosta, que en 1590 en su “Historia Natural y Moral de Indias” planteó una poblamiento por gentes asiáticas que alcanzarían el continente americano a través de un punto que debía permitirlo y que debía de existir (el estrecho de Bering) aunque nunca llegó a saber de él (o al menos eso nos hizo creer D. José).
A finales del XIX se impuso la tesis uniracial de Hrdlicka, que planteaba un poblamiento reciente desde Ásia por parte de gentes paleomongoloides que atravesarían el estrecho de Bering a finales de la glaciación de Wisconsin (Würm en Europa) aprovechando la regresión marina. Interpretaba que había muchas semejanzas físicas entre los indios de Ámerica, lo mismo que lingüísticas, como para sugerir un origen común. Una derivaba de esta tesis, por lógica y siempre y cuando el avance fuera terrestre, es que las evidencias más antiguas en el Sur del continente habrían de ser más modernas que en el Norte. Rechazar esa vía de poblamiento sería ridículo, pero otros investigadores (Paul Rivet, Mendes Correa), sin desdeñarla, abrieron otras posibilidades, por ejemplo desde las islas del Pacífico (Melanesia y Polinesia) o incluso desde Australia a través de la Antártida. Incluso más recientemente Bruce Bradley y Dennis Stanford plantearon la posible llegada de gentes europeas a las costas orientales de Norteamérica hace unos 18.000 años, a partir de la supuesta semejanza entre la industria solutrense y herramientas encontradas en sitios como Meadowcroft, Cactus Hill y Topper Site. Éste último se fecharía entre los 16.000 y los 20.000 años. Y una cronología que supera la “barrera Clovis” también se ha constatado en sitios sudamericanos: Taima Taima (Falcón, Venezuela), Pilauco Bajo (Osorno) o Monte Verde (Puerto Montt), ambos en Chile, también con 13.000 años y una datación para el segundo de 33.000.
Así que lo que más me llama la atención de la noticia no es que se haya superado la “barrera Clovis” y el poblamiento americano sea 2.000 años más antiguo. A mí lo que me llama la atención es que unas gentes fueran a cagar hace 14.300 años repetidamente al mismo sitio dentro de una cueva. Podríamos denominarlo “fenómeno técnico en relación con la gestión de los desechos” (que por cierto esto me trae a la cabeza la Sima de los Huesos). Digo yo que con la de sitio que debía de haber… no vivirían ahí.
Terminología. Los arqueolocos denominan “chopper” a un meño de piedra que a los ojos de cualquier otro humano no dejaría de ser sino un mero meño de piedra. De esos meños se han extraído, eso sí, unifacial e intencionadamente, pedazos que dejan sus correspondientes negativos.
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