He leído en Topnews que investigadores de la Universidad de Manchester han puesto en duda, en un trabajo publicado en Journal of Human Evolution, la idea común (así se dice en la noticia, fechada en Washington, 24 de abril) de que los primeros humanos comenzaron a andar a dos patitas por la necesidad de cargar con sus críos. Dicho así parece que esa fuera la teoría dominante y eso no es cierto en absoluto. Es una más entre una cuantas, y además ya recibió críticas, que personalmente considero bien serias, aunque por otras razones a las que exponen los investigadores de Manchester.
La teoría se conoce como “la hipótesis del bebé desvalido” y fue propuesta por Nancy Tanner. En su opinión el bipedismo surgió entre las hembras (también es una interpretación feminista) por la necesidad de cargar con sus hijos en sus actividades forrajeadoras (en la línea de Sally Linton y Adrienne Zihlman). Es cierto que un neonato humano actual no se puede agarrar ni de coña ni a su madre, ni a su padre ni a nada. Eso es porque nace muy inmaduro, y nace muy inmaduro porque hemos desarrollado un gran cerebro. Para que un neonato humano naciera con capacidades motoras similares a las de un chimpancé o cualquier otro animal tendría que permanecer mucho más tiempo en el útero materno, desarrollándose (el período de gestión en los humanos es inferior al que nos correspondería), pero entonces la cabeza no habría por dónde leches sacarla. El argumento de la crítica es que si los bebés de humanos modernos son desvalidos, que lo son, y eso es resultado del desarrollo de nuestro cerebro, los primeros homínidos, que no tenían cerebros desarrollados no tenían por qué tener bebés desvalidos. Parece muy razonable.
Veré de leerme el artículo éste pero sin ningún compromiso para con vosotros. No obstante lo que se avanza en Topnews es que el estudio supervisó el consumo de oxígeno de siete sanísimas mujeres de menos de 30 años transportando 10 kilos de peso, incluído un moñaco en forma de crío de 5 kilos, de forma simétrica o asimétrica (no el moñaco, sino el reparto de la carga en el transporte), y resulta que el costo energético para la madre con una distribución asimétrica es el más elevado, por lo que no se apoya la idea de que esa fuera la respuesta evolutiva para el transporte infantil ni la fuerza motriz que subyace a la adopción del bipedismo.
Desde luego es como para rasgarse las vestiduras. Media evolución transportando a los críos así (hasta que aparecieron los carritos Jeannette), y ahora resulta que las mujeres lo han estado haciendo mal, pero rematadamente mal, desde que tenemos conciencia. Manda pelotas. Y como ha preguntado la Espe (hace un rato hemos estado echando una partida al mus con ella) ¿cómo leches llevaban pues a los niños? “Pues como siempre los han llevado” le ha espetado el Rastas, “si en lugar de pillar a 7 zagalas hubieran cogido a siete señoras como Dios manda… anda que no se hubieran enterao esos pollos”. Y de ahí nos hemos pasado a hablar de que si los beneficios de la evolución no son perceptibles a veces a nivel de individuos, de que si lo importante es la especie, de que si lo importante son los genes… y tal y tal, pascual. Lo de siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario