martes, 13 de mayo de 2008

El hombre de Pekín y la antorcha (I).



En el amanecer del próximo 7 de agosto, un día antes de que den comienzo los Juegos Olímpicos, la antorcha olímpica llegará al yacimiento de Zhoukhoudian. Se supone que sin mayores medidas de seguridad. Quizás sea el momento para encender ahí una bonita hoguera.
En Asia, con toda seguridad, el sitio más ampliamente citado en la bibliografía y, hasta hace un par de décadas, en el que la mayoría de los arqueolocos y paleoantropólogos se mostraban en cierta medida de acuerdo en considerarlo como la más antigua evidencia de la utilización del fuego era el de la Localidad 1 de Zhoukoudian. Esta cueva, situada en una pequeña colina de la Formación Majiagou, en la provincia de Hebei, a unos 40 km. de Pekín, contiene un depósito de 50 m. de potencia con 17 niveles que empezaron a excavarse en 1921. El hallazgo más espectacular se produjo el 2 de diciembre de 1929, cuando se recuperó la primera y casi completa calavera del Sinanthropus pekinensis. Durante las excavaciones de los años 30 aparecieron, especialmente en el nivel 10, huesos de animales oscurecidos y descoloridos y lentejones de tierra que fueron interpretados como el resultado de fuegos dentro de la cueva que ardieron durante largos períodos. Los indicios se observaron también en el 4, y ambos, 10 y 4, han sido datados por S. Guo (et al. 1991) mediante huellas de fisión en 0.46 y 0.30 M.a. respectivamente, pero también los hay en el 9, en el 8, en el 5… A estos se ha hecho referencia siempre como “niveles de cenizas”, y los rastros consisten en cenizas, huesos y artefactos quemados, pero no hogares, cuya existencia nunca ha sido mencionada tras la polémica y debate iniciados en 1985 por L.R. Binford y C. Kun Ho: “los llamados niveles de cenizas no son hogares y pueden no ser todos niveles de cenizas”.

En realidad en el artículo publicado en Current Anthropology por estos autores el tema del fuego no era el asunto fundamental, sino que iba más alla. Éste se podría resumir diciendo que para ellos los homínidos muy bien podrían no ser considerados los agentes causales del depósito de una cueva que fue regularmente ocupada por carnívoros (hienas y lobos).