viernes, 30 de mayo de 2008

Por un pelo.

Máscara en marfil de la cultura de Dorset. Devont Island, Nunavut. 1700 B.C.

Hace 20 años Bjarne Grønnow, arqueoloco del Museo Nacional de Dinamarca, encontró mechones de pelo humano en un yacimiento paleo-esquimal de la costa occidental de Groenlandia. Esas gentes, cazadores expertos, se aventuraron en el extremo norte de Alaska, Canadá y Groenlandia hace unos 4500 años. Acerca de ellos los investigadores se han preguntado si descendían de los mismos pueblos asiáticos que más de 10 milenios antes habían cruzado el Estrecho de Bering para ocupar luego el continente, y si serían los antepasados de los neo-esquimales.

En Scienceonline se da cuenta de un estudio (Paleo-Eskimo mtDNA Genome Reveals Matrilineal Discontinuity in Greenland) que ha obtenido la secuencia de ADNmt de un hombre paleo-esquimal que vivió en el oeste de Groenlandia hace unos 4000 años. Esa información ha sido obtenida de uno de los pelos de esos mechones. En ese ADNmt se registra un marcador genético relativamente raro (D2a1) que no está presente ni en los modernos nativos americanos, ni en ninguno de los 14 inuits (grupo que desciende de los neo-esquimales) que fueron analizados con objeto de chequear la posible relación entre paleo y neo-esquimales, ni en las secuencias parciales de ADNmt de esqueletos de neo-esquimales recuperados en excavaciones y que han sido analizados por otros investigadores. Tampoco aparece en la poblaciones europeas (por si fuera el caso de una contaminación procedente del equipo danés que recuperó esos pelos hace dos décadas). Sin embargo sí está estrechamente relacionado con un marcador, llamado D2a1a, que se encuentra en los habitantes actuales del área del mar de Bering, como los aleutianos, y en un grupo de esquimales siberianos (sirenike yuit). Esto sugiere que los primeros inmigrantes a las zonas del norte extremo del continente derivarían de poblaciones del área de Bering y no estarían relacionados ni con los nativos americanos ni con los posteriores paleo-esquimales. Representarían así una oleada independiente de migración que no habría dejado descendientes vivos.

jueves, 29 de mayo de 2008

La ruta del poblamiento humano.

Leo en ScienceNow que esta semana se ha publicado, en PloS Genetics, que un equipo dirigido por el genetista Daniel Falush, del University Collage Cork (Irlanda), ha trazado un escenario del poblamiento del planeta por parte de los humanos modernos. Que se originaron en África y que a partir de hace 50.000 años o algo más empezaron a extenderse por el mundo es aceptado mayoritariamente, pero hay pendientes flequillos sobre quién fue a dónde y cuándo (el proceso del poblamiento americano es un buen ejemplo). Los investigadores han desarrollado un modelo matemático para comparar no sólo genes individuales o segmentos cortos de ADN, sino largas secuencias. Concretamente han analizado 32 secuencias de ADN, cada una de más 300.000 pares de bases, de 927 personas que representan a 53 poblaciones diferentes del mundo mundial. Luego, mediante simulaciones por ordenador han creado escenarios migratorios que hubieran podido dar lugar a las variaciones genéticas que se observan hoy en día. El resultado, según se dice, es que los humanos modernos poblaron el planeta en 9 fases, empezando en África, pasando a Asia y Europa y colonizando finalmente América y las islas del Pacífico (la cosa no parece que sea, hasta aquí, para decir… oooohhh), y desgraciadamente los investigadores no han intentado datar las migraciones. Esto hubiera estado muy bien.

En la noticia se indica que hay un par de conclusiones inesperadas. Una que la gente de las Islas Orcadas comparte linaje con los siberianos, posiblemente porque algunos isleños se aventuraron hacia Asia vía Círculo Polar Ártico. La segunda, que el Norte y el Sur de América fueron colonizados por separado por al menos dos oleadas diferentes de migración venidas de diferentes partes de Asia, aunque, ambas parecen haber llegado por el estrecho de Bering. Esto contradice la opinión convencional (así se indica) de que habría habido una única migración.

No recuerdo si PloS Genetics me llega entre las revistas del corazón. Veré, y si eso veré. Si quereís cotillear una peliculilla del proceso el enlace está aquí.

El fuego (I): Fuente de calor.

Si es correcto o no pensar que al principio el fuego sirvió al hombre fundamentalmente como un arma de defensa (si el origen de su uso se dio en África) como han sugerido algunos, o para proporcionar calor (si apareció en las latitudes templadas), no hay duda, por el contrario, de que con el tiempo descubrió que podía valerse de él con múltiples propósitos. La óptica desde la cual trataré esta serie de colgajos que inicio sobre el fuego es la de la utilidad o los beneficios inmediatos que la posesión o el control de este elemento pudo reportar a la subsistencia del hombre prehistórico, aunque ni necesaria ni seguramente hubieron de ser percibidos todos desde el principio.

La primera de las propiedades del fuego y más evidente es la irradiación de calor, y tal vez en ello pudo consistir su atractivo primero para el hombre.

La razón de la pérdida de pelo en los humanos es en realidad desconocida. P. Wheeler (1984) considera que fue posterior a la adopción del bipedismo, aunque ambos procesos estarían relacionados y dirigidos a mantener el cuerpo refrigerado en un ambiente caluroso como el de la sabana, que incluso podría haber permitido a los homínidos actuar en las horas más sofocantes del día, evitando así el peligro de los predadores (actuar en el mismo nicho pero en distintos momentos del día disminuye el riesgo). La postura erguida reduce en un 60% la cantidad de calor absorbido por la piel y expone una mayor superficie corporal a las corrientes de aire, que enfriarían mejor el cuerpo sin ese escudo de pelo, que en cualquier caso sería conveniente conservar en la cabeza y en los hombros.

Sin embargo la denudación de la piel del hombre, fuera por esa o por otras causas (sea como fuere tuvo que suponer una ventaja adaptativa, porque de lo contrario no habría sido seleccionada), es poco favorable para la ocupación de tierras más inhóspitas que las del solar africano, por las que ya se aventuró el Homo erectus. De hecho, algunas opiniones que tradicionalmente han considerado que el control del fuego en África y Próximo Oriente se produce con retraso respecto a Asia y Europa se basaban en que allí se daban unas condiciones climáticas menos rigurosas, y es así que muchos prehistoriadores han dado una gran importancia a este aspecto del fuego bajo dos ángulos diferentes: la “colonización” de las regiones frías, y las técnicas de conservación del calor en el interior de las habitaciones.

De esta manera los cazadores que habitaron Europa en la última glaciación hubieron de descubrir que el fuego era esencial para su vida, y en sus cabañas arderían los hogares, convirtiéndose, como han indicado A. Leroi-Gourhan y M. Brezillón (1972), en los centros nucleares de la habitación y jugando un papel centralizador en la vida social (que pudo favorecer el desarrollo de la comunicación y del lenguaje), alrededor de los cuales se llegarían a describir círculos destinados a distintas actividades dependiendo de su proximidad a él.

Se ha asumido muy a menudo que el hombre no habría podido vivir en la zona euroasiática sin fuego, significando su mayor contribución a esa colonización la de proporcionar calor. No obstante hay investigadores que opinan que la colonización euroasiática es muy anterior a su domesticación, y que por tanto el hombre se adentró en estas latitudes sin él. La información con la que se cuenta no parece que de, de hecho no da, ningún apoyo a lo primero; los rastros de combustión con más de un millón de años son pocos, inciertos y sólo se dan en África, y sin embargo por esa época ya hacía tiempo que se había alcanzado Asia y se estaban moviendo grupos humanos por el occidente europeo -el equipo de Atapuerca está aportando fechas actualmente de casi 1.5 M.a para la llegada del hombre a la Península Ibérica.

En cualquier caso no se puede decir mucho sobre qué grado de necesidad del fuego por el calor tenían esas gentes para ocupar las regiones templadas, ni al inicio de la colonización ni tampoco después, por ejemplo, ya con el hombre de Neandertal, y las hipótesis o conjeturas pueden abarcar todo el espectro. Para algunos investigadores, como E. Trinkaus, las características somáticas de esa especie no le harían especialmente dependiente y T. Simpson, que escribió sobre los esquimales (con quienes han sido comparados en numerosas ocasiones los neandertales por presentar rasgos similares de adaptación al frío; notable volumen corporal y acortamiento de las extremidades para reducir la pérdida de calor) cazadores de ballenas (1843) indicó que estas gentes “no parecen pensar nunca en el fuego como medio de atemperar el ambiente- sus lámparas se usan para cocinar, iluminar, derretir nieve y secar las ropas más que para calentar el aire”. Que utilicen la grasa de ballena tanto como combustible como comida (los ácidos grasos omega 3 han ganado un merecido prestigio desde que se descubrió que los esquimales -que comían ingentes cantidades de grasa de ballena- tenían muy baja incidencia de enfermedad coronaria. La dieta de los esquimales de Groenlandia supone un aporte de 7gr./día de ácidos grasos omega 3 frente a los 0.06 gr./día de la mayoría de los americanos y europeos) nos recordaría, en opinión de algunos, que su valor calorífico es teóricamente el mismo si se quema como si se digiere (algo sobre lo que ciertamente no estoy en disposición de pronunciarme). Se estima, por ejemplo, que entre los yámana y los alakaluf de la Tierra del Fuego era indispensable consumir entre 150 y 300 gramos diarios por persona de grasas derretidas de pescado para mantener su elevado metabolismo adaptado al frío extremo de la región. Así que por extensión, los cazadores de mamuts de Moravia, por ejemplo, pudieron alimentar sus fuegos con el tuétano extraido de los huesos largos de esos animales, partidos por la mitad para ese propósito (Absolon 1929), pero hay pocas dudas de que fue bien valorado como comida. Sin embargo, y siguiendo con los neandertales, hay quien ha considerado, como C. Coon (1955), que el fuego lo utilizaron para calentarse y para protegerse, y no para cocinar. Esta idea se apoyaba en el hecho de que las ocupaciones musterienses parecían presentar un patrón de manipulación de los huesos para la obtención de la médula distinto del que se registraba en depósitos paleolíticos posteriores. Así, mientras en las ocupaciones neandertales los huesos largos aparecían hendidos longitudinalmente para extraer el tuétano, en periodos posteriores eran partidos por la mitad. Extraer la médula según esta última forma de rotura resulta latoso en huesos frescos, que en cualquier eran fracturados con ese propósito, pero puede ser sorbida fácilmente cuando han sido cocinados. Parece sugerente, pero en cualquier caso hay altos porcentajes de huesos carbonizados en sitios neandertales en Europa que parecen difíciles de explicar a menos que representen restos de comida cocinada, si no eran combustible, claro.

Dado que toda combustión proporciona calor con independencia de que esa sea su finalidad primaria, las pruebas que podríamos manejar para pensar que la función de un hogar era la calorífera, por encima de cualquier otra, es el deseo de la conservación del calor observable a partir de su morfología o de los combustibles que se aportaron a la combustión. Por ejemplo los hogares recubiertos por una capa de piedra, o con un círculo de ellas a su alrededor mantendrían más favorablemente la temperatura. Éstas actuarían a modo de estufas, revirtiendo lentamente a la atmósfera el calor acumulado una vez que la combustión hubiera terminado. El hogar I de Saint Marcel descrito por el Dr. Allain (1953) pretende dar una visión detallada de este tipo de estructuras, tratándose de un hogar en cubeta recubierto por piedras que fueron colocadas sobre las brasas, si bien es cierto que las piedras calentadas podrían no tener una función exclusiva, sino varias utilidades, y que es prácticamente imposible determinar cuál fue su destino exacto. R. Nougier llegó a hablar de un “calentador colectivo” en la cueva de La Vache, siendo éste un hogar-fosa (1956), aunque hoy en día esa opinión no es apenas aceptada.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Sistemas de datación absoluta.

Sistemas de datación y materias a las que se aplican. Ojo con los simbolitos. El dedo hacia arriba quiere decir que habitualmente es fiable; ambos dedos que en ocasiones es erróneo; dedo hacia abajo que a menudo falla. Click para ampliar.


Se me ha hecho saber que he caído presa de las entrevistas y de las noticias de última hora, dejando de lado lo que era el inicial espíritu de este blog, el de aproximar a quien quisiera al mundo de la arqueoloquía. Así que tomo nota y me aplicaré a ello. Hoy comentaré algo sobre la cronología, y en concreto sobre los sistemas de datación absoluta.

Para los arqueolocos, y entre ellos los prehistoriadores, siempre ha sido una necesidad de primer orden situar un item -artefacto, nivel o yacimiento- en un orden temporal con respecto a otros o, si es posible, en una escala de años en el calendario. No sin razón se ha dicho que “la cronología es el espinazo de la Historia”. La forma de ubicar cronológicamente un item en relación a una secuencia establecida, mediante el establecimiento de relaciones del tipo "más moderno que", "más antiguo que" o "contemporáneo a" se conoce como cronología relativa; la forma de ubicarlo mediante referencias a años del calendario constituye la denominada cronología absoluta.

El más conocido de los sistemas de datación absoluta es sin duda el C14, que empezó a aplicarse en la década de los 50 de siglo pasado -de ahí que la diferencia entre años BC (antes de Cristo) y BP (antes del presente) sea de 1950 años-, pero existe un buen número de ellos.

Lo primero que debemos saber es que ninguno es universal, esto es, que ninguno sirve para datar cualquier tipo de material y que ninguno cubre con razonable fiabilidad toda la escala temporal de la historia humana. Consecuentemente, dependiendo del periodo en el que suponemos que se inscribe nuestro yacimiento o de los materiales que recuperemos deberemos elegir uno u otro. Lo segundo tiene que ver con el principio de continuidad, que establece que todo lo contenido en un nivel es contemporáneo, lo cual no deja de pecar de un excesivo simplismo. Es evidente que es posterior a lo infrayacente y anterior a lo suprayacente, pero incluso la matización de que es "contemporáneo en su deposición" también puede ser cuestionable a veces. Así, una vez obtenida una fecha puede haber errores de interpretación que pueden derivarse de la relación existente entre el resto arqueológico que se data y la manifestación arqueológica que se pretende datar. Esto es necesario tenerlo siempre en cuenta, y es especialmente relevante cuando se data mediante dendrocronología. Los errores que se pueden cometer así son más severos cuanto más reciente es la etapa.

Imaginemos que la manifestación que deseamos datar es una casa. Si el resto mediante el cual la datamos es una viga la asociación es directa, si es una mesa que había dentro la relación es indirecta. Deberíamos utilizar la viga, pero estando seguros que no es un resto más antiguo (reutilizado) ni más moderno (reforma) que la manifestación. Si queremos datar un enterramiento neolítico y utilizamos un hueso del propio difunto la relación es directa y en este caso no puede haber ningún problema. Si utilizamos un anillo de hueso que apareció en uno de sus dedos la relación es indirecta y el anillo podría ser más antiguo (más moderno es obvio que no). La elección en este caso es bien simple. Esta circunstancia se ha hecho patente últimamente con las dataciones de C14 cuando se habla de muestras de vida larga (por ejemplo un trozo de carbón de madera) y de muestras de vida corta (un grano de cereal), considerándose preferibles las segundas.

Los sistemas de datación absoluta se pueden agrupar, según los principios en los que se fundamentan, en tres categorías: 1. Aquellos que tienen en cuenta hechos de variación periodica no radiactiva, entre los que destaca la dendrocronología. 2. Los basados en el análisis de transformaciones químicas o físico-quimicas no radiactivas que sufren determinados restos (hidratación de la obsidiana y racemización de aminoácidos) o en variaciones de parámetros terrestres (arqueomagnetismo). 3. Las técnicas basadas en hechos de variación periódica radiactiva: C14, Potasio/Argon, Termoluniniscencia, Resonancia Electrónica de Spin, Huellas de Fisión, los de la familia del Uranio, etc.

Dendrocronogía: Restos de madera bien conservados. Hasta 10.000 años dependiendo de zonas geográficas. Los registros de unas zonas no son extrapolables a otras.

Arqueomagnetismo: Suelos quemados, hogares, hornos, zanjas, cerámica. Hasta 10.000 años dependiendo de zonas geográficas. Las variaciones del campo magnético no pueden determinarse a priori porque no se producen regularmente y los registros de unas zonas no son extrapolables a otras. Además existen periodos en los que la datación no se puede precisar porque no se han producido cambios en el campo magnético, luego un resto dado podría corresponder a cualquier momento de ese periodo. La datación mediante la variación de la dirección del campo magnético sólo se puede aplicar a restos inmuebles. Si se data mediante la intensidad se puede aplicar a restos muebles siempre y cuando se conozca de qué área geográfica procede el resto a datar.

Racemización de aminoácidos: Huesos, dientes y conchas. Hasta más de 500.000, pero muy variable dependiendo del aminoácido sobre el que se data. La velocidad de racemización varía, entre otras cosas, en función de la temperatura (los cálculos están establecidos a una temperatura de 20 ºC), de manera que es preciso calcularla utilizando generalmente otro método de datación. No se puede aplicar sobre restos quemados porque ahí queda roto el ritmo de racemización.

Hidratación de la obsidiana. Obsidiana. Hasta 500.000 años. El ritmo de hidratación varía en función del tipo de obsidiana y de la temperatura, de manera que es preciso calcularlo para cada sitio, generalmente aplicando otro método de datación a otro tipo de resto.

Termoluminiscencia: Cerámica, sílex quemados, sedimentos, rocas volcánicas, espeleotemas. Hasta 100.000, aunque en opinión de algunos se pueden alcanzar incluso los 500.000 años. Dado que la Dosis Total de radiación acumulada en la trampas metaestables es el resultado de la desintegración de elementos radiactivos presentes en la muestra más la de los elementos radiactivos circundantes y la radiación cósmica, es necesario calcular la Dosis Anual Externa. Esto se realiza colocando "trampas" en los niveles de donde proceden los restos a datar durante cierto tiempo.

C14: Madera, carbón, hueso, dientes, conchas. Por el sistema convencial hasta 45.000 años, por el sistema AMS (Accelerator Mass Spectrometry) hasta 90.000. Todos los restos a datar, por éste o por otro sistema, deben contar con su procedencia estratigráfica y topográfica exacta y en el caso de las muestras para C14 con las condiciones de su contexto inmediato (proximidad a raíces, a una pared que ha podido facilitar un curso de agua, etc.). Debe evitarse su posible contaminación durante su toma y la conformación de muestra a partir de la reunión de restos dispersos.

martes, 27 de mayo de 2008

Hallada mandíbula de más de 500.000 años.

Hemimandíbula de Atlanthropus.

La agencia EFE ha difundido que en la cantera “Thomas I” (Casablanca, Marruecos), ha sido recuperada una mandíbula humana de más de 500.000 años. Pertenece a Homo mauritanicus y aparece asociada a numerosos restos de animales (gacelas y antípoles entre otros) e instrumentos líticos correspondientes al Achelense. La excavación está realizada por un equipo franco-marroquí encabezado por Fátima Zohra, del Instituto Nacional marroquí de Ciencias Arqueológicas y del Patrimonio (INSAP), y por Jean Paul Raynal, director de investigaciones en el Centro Nacional galo de Investigación Científica (CNRS).

La cantera Thomas I es un sitio de excepcional importancia paleoantropológica y paleontológica, con varias grutas con restos de homínidos y ocupaciones del Achelense antiguo y medio. En 1963, como consecuencia de su explotación, se encontró un fragmento de mandíbula humana con una mezcla de caracteres arcaicos y evolucionados que se relacionó con el Atlantropus mauritanicus encontrado en 1954 en Tighennif, variedad de Homo erectus. Según los estudios paleomagnéticos, el nivel arqueológico más antiguo dataría del período magnético de Matuyama. Corresponde a un antiguo pantano, alimentado por un curso de agua temporal, emplazamiento atractivo para los animales, y por lo tanto también para el hombre. Contiene un abundante conjunto de herramientas característico del Aclelense antiguo (bifaces, picos, cantos tallados...) y restos de animales (hipopótamo, cebra, gacela, elefante, suidos...). Los sedimentos de la cueva donde se descubrió la mandíbula humana en 1963 son más recientes y datan de aproximadamente 600.000 años. El hombre ocupaba la gruta en alternancia con los carnívoros (hienas, chacales, osos...) como lo prueban los restos de monos, antílopes, gacelas, cebras, caballos, búfalos, jirafas, rinocerontes. Las excavaciones han permitido exhumar han aportado un buen número de cantos tallados y algunos bifaces y varias piezas dentarias también humanas.

lunes, 26 de mayo de 2008

Entrevista a Carlos Mazo.

Carlos Mazo (a la izquierda)
Micropulido de vegetal no leñoso. 2,3 x 1,8 mm. Foto de C. Mazo.
En nuestra "en3vista" a Mikel Aguirre indicamos que en los estudios de tecnología lítica concurren distintos procesos analíticos: el estudio de las materias primas, los procesos técnicos de fabricación de los útiles y la determinación del uso de las herramientas. Carlos Mazo es un arqueoloco, profesor de la Universidad de Zaragoza, que tiene que ver con esto último, con lo que se conoce como “análisis de huellas de uso” o “traceología”.

Homorgasmus. Vamos a ver si he entendido bien de qué va eso, no sin antes decir que hablamos de ¡trozos de meños de sílex!, de piedras, para no andarnos con rodeos. Yo le traigo una lasca de sílex…, usted le echa un vistazo… y sin que a ninguno de los dos nos entre la risa, me dice que ha sido utilizada para… ¡cortar el pan en rebanadas y untarlas con mantequilla! ¿Es así?

Carlos Mazo. Habría que puntualizar varias cosas. La primera que la observación de la pieza no es a simple vista y que ese “vistazo” puede llevar bastante tiempo. La segunda, que habría que ver cuáles son las condiciones de conservación y de observación de ese resto, y la tercera que nunca he utilizado una lasca para esas actividades que me dice, de manera que no sé qué rastros laborales dejan tales acciones. Si los hubiera no estaría en condiciones de determinar su origen en términos absolutos. En el más favorable de los casos podría decirle si esa lasca ha sido usada y cómo ha sido usada. Si acaso le dijera sobre qué no podría ser de otra manera sino en términos relativos.

Homorgasmus. ¡Válgame el cielo! ¿Y usted considera que se puede ir por ahí de serio diciendo cosas así? ¿En qué se basan ustedes?

Carlos Mazo. Los artefactos líticos sufren -o pueden sufrir- alteraciones que quedan registradas en su superficie. Esos rastros pueden tener un origen tecnológico, los generados en el momento de su fabricación (cuando Mikel Aguirre transforma una lasca en raedera pueden quedar huellas del percutor en el borde, en forma de plataformas y estrías de percusión), pueden tener un origen postdeposicional, los que se generan desde que se abandonan, queden enterrados o no, hasta que los recuperamos (pátinas, lustre de suelo, alteraciones termicas…) y aún otros que pueden surgir luego como consecuencia de nuestra manipulación o almacenaje (esquirlamientos, roces, rastros metálicos). Al margen de estas huellas, que se incluyen en la categoría de no laborales, se pueden producir otras como consecuencia de su uso, las laborales, lógicamente con algunas acciones y materias más que con otras. Lo primero de todo, una vez que se considera que el análisis es posible, es aislar estas huellas del resto de rastros. Los rastros laborales son de diversas clases, y cada clase incluye diferentes variantes tipológicas. En función de dónde se localizan esos rastros, de su distribución y de su extensión, podemos inferir lo primero que se persigue, que es determinar la cinemática aplicada al artefacto, es decir, cómo se uso, lo que supone llegar a conocer el tipo de acción llevada a cabo; y en función de las tipologías de alguna de esas clases, en concreto y por encima de cualquier otra la de los micropulidos, podría llegar a inferirse lo segundo que se persigue, determinar el tipo de materia que se trabajó.

Homorgasmus. Ya, ya.

Carlos Mazo. No le veo muy convencido. Le voy a poner un ejemplo muy simple. No parece discutible el hecho de que un sílex responda mecánicamente de igual manera a la presión ejercida por el compresor de un tallador que a la ejercida por la materia sobre la que trabaja ¿no? Desde luego si no se acepta esto ya hay un problema, pero en fin, por algo se han acuñado los términos eolito o bovifacto ¿no? Si un tallador ejerce suficiente presión en el borde de una cara hará saltar una esquirla cuyo negativo se registrará en la opuesta. Si yo aplico una lasca para raspar un hueso estoy ejerciendo presión en el borde de una de sus caras (la de contacto) y los esquirlamientos que se produzcan se localizaran, lógicamente, en la opuesta. Una localización de este tipo me pone en la pista de hablar de un tipo de acción concreta, bien diferente de la que resultaría de una localización bifacial de tales rastros, propia de una acción en la que el borde ha sufrido igual presión por ambas caras, como sería el caso de que en lugar de raspar cortara ese hueso.

Homorgasmus. Pero podría raspar el hueso haciendo que la cara de contacto fuera una vez una y luego otra, y el resultado sería el mismo, ¿o no?

Carlos Mazo. En relación con ese tipo de rastro sí. De todas formas el ejemplo sólo tenía por objeto hacerle ver que se producen alteraciones, algunas, como ésta, o como el redondeamiento, a veces incluso visibles a simple vista. La cuestión es que una interpretación no se realiza acudiendo sólo a un tipo de rastro, y los diferentes tipos de ellos tienen diferente valor diagnóstico a la hora de informarnos sobre cinemáticas y materias. La distribución de los esquirlamientos puede ponernos en la pista sobre la cinemática, pero ésta tiene que estar respaldada por la orientación de las estrías (otro tipo de rastro, este microscópico). En una acción como la que usted dice éstas se dispondrán perpendicularmente al borde, lo propio de una acción transversal, mientras que en una acción longitudinal, la de cortar, serán paralelas al mismo. Otro tanto ocurrirá con la extensión de los micropulidos (el mejor rastro diagnóstico a la hora de determinar la materia). La interpretación final resulta del tratamiento conjunto de la información que aporta cada uno.

Homorgasmus. Antes ha dicho que los meños estos sufren o pueden sufrir alteraciones. O sea, que no siempre sufren. Dos preguntas ¿Por? y ¿Entonces?

Carlos Mazo. Cuando se realiza un análisis de estos se pueden alcanzar diferentes niveles en la interpretación. Determinar la acción es siempre más fácil que determinar la materia trabajada. Experimentalmente se puede observar, por ejemplo, que un artefacto que presenta zonas con micropulidos bien diferenciados en una fase del trabajo, las ha podido perder en la siguiente, hasta un punto en el que lo que entonces se observa se considera indiferenciado, lo que se traduce en que se sabe que se ha usado y cómo pero no se tiene seguridad acerca de sobre qué.

Homorgasmus. ¿Y cómo puede ser eso?

Carlos Mazo. Los micropulidos son rastros que salvo en el caso del lustre de cereal suelen alcanzar poca extensión, localizándose en los puntos de máximo contacto del filo. Hay que tener en cuenta que la superficie del sílex es microtopográficamente bastante irregular. El micropulido se puede formar en algunos puntos, pero si esa zona salta en un momento posterior del uso, o tras su deposición, o por su manipulación, ese saltado se lo lleva consigo, perdiéndose la información. Luego están también los tipos de sílex. Algunos registran mejor y más rápidamente los rastros. Otros son muy remisos a hacerlo (los de grano grueso, por ejemplo). Que una pieza no presente rastros laborales no quiere decir necesariamente que no haya sido utilizada. También depende de la materia que se ha procesado, de su estado, de la presión ejercida, del tiempo que se ha utilizado, de si se han incorporado elementos externos en la acción (agua, abrasivos, etc.). El desarrollo tan importante de los lustres de cereal responde, por ejemplo, al añadido de sílice que ofrecen los vegetales no leñosos. Esto creo que responde al ¿por?. Respecto al ¿entonces?, pues no queda otra que interpretar lo que se ve. El registro arqueológico es seguramente bastante sesgado. El caso de Mask Site, que conocerá, he visto que en su blog ha hablado de Binford, es un ejemplo de que se interpreta en función de lo que se conserva.

Homorgasmus. Volviendo al principio…, yo me levanto un día de la cama dormido y unto la mantequilla con el cuchillo al revés y milenios después usted dice que los cuchillos se usaban así y asá. Nada que ver.

Carlos Mazo. Jajajaja… No, que va. Los análisis de huellas de uso tienen varios enfoques, también con diferentes grados de dificultad. Por una parte está lo que se denomina estudios integrales. El objetivo es determinar el conjunto de actividades llevadas a cabo en un sitio, para poder hablar en términos de estrategias de subsistencia y comportamiento social. Es por supuesto el más complejo y aquí nos enfrentamos además con el problema antedicho. Por otro lado están los estudios que sin llegar a tal extremo pretenden registrar ordenaciones espaciales y áreas de actividad en los sitios a partir de la presencia de determinados tipos de artefactos en unas áreas u otras, destinados a una acción concreta, o de la ocurrencia de varios de ellos destinados a distintas acciones pero dentro de la misma cadena operativa y que constituyen lo que se denomina caja de herramientas. Y por otro están los dedicados a analizar los posibles destinos laborales de un tipo. Esto último permite hablar de usos normativos, y acotar aspectos relativos a posibles polifuncionalidades (cuando la similitud de forma de los útiles no significa necesariamente una igualdad de uso) o redundancias (cuando la diferencia de forma no excluye, por el contrario, una identidad de empleo), que pueden observarse reiteradamente. Lo que usted indica seguro que sería considerado algo meramente anecdótico.

Homorgasmus. Bueno, hay cosas que todavía no que entran muy bien en la cabeza, pero en estas entrevistas el espacio no es ilimitado (salvo que algún día pudiéramos entrevistar a alguno de los codirectores de Atapuerca). Me surgen algunas preguntas más pero si le parece podemos volver otro día sobre el tema.

Carlos Mazo. No hay problema.

Homorgasmus. Antes pues de acabar comentarle que Mikel Aguirre se prestó a conducir un curso de talla lítica en el blog, en 10 lecciones. Podría usted hacer lo mismo con esto de las huellas de uso.

Carlos Mazo. Jajajaja… Lo cierto es que no es posible, de verdad. Seguro que habrá gente que aprenderá mucho con Mikel y podrá ver, siempre que se emplee con tesón y paciencia, cómo progresa. Pero para esto hace falta algo más algo más que disponer de sílex y unos percutores. El aprendizaje aquí tiene un componente personal de experimentación (siempre tendiendo en cuenta toda la información bibliográfica que hay, claro) importantísimo. Nos quedaríamos atascados nada más empezar. Es necesario ir viendo y registrando las alteraciones que se producen en los restos tras cada fase de uso, y no se puede abordar si no se dispone de un microscopio que te permita observarlas a como mínimo 100x. Los rangos de trabajo más habituales oscilan entre los 100 y 300x, aún quizás a veces 400x.

Homorgasmus. Yo creía que se trabajaba a más aumentos. ¿Son microscopios electrónicos de barrido?

Carlos Mazo. No, que va. Son microscopios de luz reflejada (metalográficos). Trabajar con un microscopio así a 400x es complicado. En el que uso habitualmente, que permite alcanzar hasta 1000x, la observación del sílex a más de 300 o 400x es muy problemática. No se imagina lo irregular que es la superficie del sílex más liso que se pueda imaginar. Los microscopios electrónicos de barrido se han usado, pero tienen interés para cosas muy concretas. La ventaja, por supuesto, es la resolución.

Homorgasmus. Gracias y seguiremos en contacto.

Carlos Mazo. Muy bien.

domingo, 25 de mayo de 2008

Algo de clásica, de hace dos años.

Cleopatra y Marco Antonio

Hace dos años, casi dos años, para ser más preciso en agosto de 2006, leí que Zahi Hawass, arqueoloco, claro, y a la sazón eminente egiptólogo, secretario del Consejo Superior de Antigüedades de Egipto y muy conocido además porque lleva exactamente el mismo sombrero que Indiana Jones (me refiero a modelo y marca), se encontraba ante el hallazgo de su vida, más importante si cabe que el que realizara Carter de la tumba del Tuntakhamon aquél. En concreto Hawass decía que estaba a punto de dar con la tumba de una de las mujeres más importantes de la historia, la reina Cleopatra, que habría sido enterrada en un templo a 30 km. de Alejandría, Tabusiris Magna, junto a su amado Marco Antonio. En fin, había evidencias que apuntaban en esa diercción y patatín patatán, y en un par de meses tal vez se estaría en disposición de dar con ella o con ellos.
Hoy, casi dos años después, leo en Timesonline y en Archaeology News la misma noticia casi con las mismas palabras. No es que se diga que parece ser que ahí siguen, dale que te pego, excavando túneles y tal y cual pascual. No, es como volver a leer una primicia, la misma primicia. Incluso de momento también habrá que seguir esperando porque las excavaciones han quedado suspendidas hasta que el calor del verano remita.

viernes, 23 de mayo de 2008

Indy


A cuento del estreno de la última película de Indiana Jones he leído varias cosas. Una es la desazón de los arqueolocos argentinos por la forma en que la película muestra su trabajo y lo distorsiona: “Entrar en un templo perdido, tomar un ídolo de oro y salir corriendo no es el procedimiento del manual". ¡Pero hombres de Dios…! es que hacer una película en la que el Dr. Jones se pegara dos horas excavando meticulosamente con un pincel para sacar a la luz un hendedor, aunque eso se aderezara con latigazos a los torpes que siempre pisan junto a los bordes de los cortes, tirándolos abajo, o vaciando su revólver sobre el excavador que no ha sido capaz de ver que ¡ha enviado un trozo de cogote humano a la criba!..., ya me contareís, aunque la encargada de la "topo", o el encargado, que da igual, estuvieran buenísimos. Es sólo es una peli, chicos..., ¡la gente sabe que los arqueolocos no salen corriendo!

Otra es que los arqueolocos madrileños han aprovechado para protestar por su precaria situación laboral. Me parece perfecto. Hace una décadas se acuñó en Europa el término "arqueoloquía de bomberos", para hacer referencia a actuaciones de salvamento. No se trataba de bajar a un gato que se había subido a un árbol o de sacar a una viejecita envuelta en llamas (aunque con el pulgar hacia arriba) por la ventana de su casa; se trataba de actuar en un sitio de interés patrimonial que había llegado a una situación crítica, casi siempre por una mala gestión de la administración o por un constructor o empresa que no quería ver mermados sus beneficios (un yacimiento que, por ejemplo, se desmantela por una vía férrea, una carretera, lo que sea). Hoy ese tipo de arqueoloquía, que responde a una filosofía conservacionista, se denomina "preventiva", siendo buena parte de ella "urbana". Los arqueolocos, técnicos superiores, trabajando en la mayoría de estos casos como autónomos para la administración o las empresas, reciben en cambio sueldos de trabajadores no especializados. ¿Quién dijo que no se puede tener la cuba llena y la suegra borracha?

La tercera venía ayer firmada por Jacinto Antón en El País. La resumo, indicando que a partir de ahora ninguna de las cursivas que aperecen es mía, por si las moscas. Jacinto Antón decía: "Es nuestro arqueólogo favorito, sin duda. Pero, ¿es bueno? (…) ¿es Indiana Jones un verdadero científico? Los propios arqueólogos se encuentran divididos. Los hay que subrayan el gran beneficio que ha supuesto Indy para la arqueología, en términos de visibilidad y prestigio social de una profesión a la que a menudo le cuesta conectar con el gran público (…) Y están los otros, los que lo consideran una mancha y hasta un peligro, en cuanto exalta, opinan, un modelo de arqueología nada ético, expoliatorio, inmediato, sensacionalista y trasnochado por colonial y por la obsesión con los tesoros y las piezas únicas (…)
Indiana ha ido especialmente detrás de (…) cosas que ningún arqueólogo actual en su sano juicio trataría de encontrar. Básicamente porque son objetos legendarios (el Arca, el Grial), inexistentes (las piedras, la Cruz) o falsificaciones (las calaveras, el ídolo (…).
Le van las grandes empresas y en eso, en esa ambición, es un heredero de los grandes clásicos de la arqueología, de los descubridores de ciudades Schliemann (Troya), Evans (Cnossos), Botta (Nínive), el tan parecido a él, sombrero y cazadora incluidos, Hiram Bingham (Machu Picchu) o de tumbas (Carter). Pero Indiana -y sus padres Spielberg y Lucas- se inclina peligrosamente en sus objetivos hacia el lado oscuro de la arqueología, y no me refiero al del latrocinio, sino el que roza y confluye con la parapsicología y las ciencias ocultas, esa seudoarqueología, anticiencia en la que encontramos en un totum revolutum a los odiosamente crédulos nazis, los piramidiotas, el Abad Saunier, los viejos Von Däniken, Kolosimo, Faber Kaiser o los reyes del truco modernos, Robert Bauval y Graham Hancock o Tuidor Parfitt. Indy es de los que no buscarán las tumba de Nefertiti, Cleopatra, Alejandro o Gengis Khan (objetivos legítimos) sino Excalibur, la lanza de Longinos, el arca de Noé o la Atlántida. Locuras. En eso, imaginación aparte, no es Indiana, admitámoslo, uno de los nuestros, sino uno de ellos.

En su primera aventura, Indiana buscó un objeto bíblico que pudo existir realmente, el Arca, aunque su uso como arma (por Josué o Hitler) es un disparate. La encontró en un emplazamiento que tiene su lógica: en Tanis, donde el gran arqueólogo francés Pierre Montet desenterró en 1939 las tumbas intactas de los faraones de las dinastías XXI y XXII, entre ellos Sheshonq (identificado con el bíblico Shishak o Sesac que saqueó el reino de Israel -y, es un suponer, se habría llevado el Arca como botín-). Así que la pista no es mala, aunque ahora todo el mundo (de la seudoarqueología) busque el arca en Etiopía.

En cuanto al Grial, es una búsqueda más de Chrétien de Troyes o Spamelot que de la ciencia. En 1995, Graham Philips (otro de los arqueofantásticos) dijo haberlo encontrado en el despacho de una diseñadora gráfica de Rugby, Warwickshire, para asombro de la propia propietaria. Se trataba de una copita de ónice con aspecto de huevera. Que Indiana buscara el Grial en Venecia siguiendo la pista de la Hermandad de la Espada Cruciforme es igualmente absurdo y tiene la ventaja de las vistas. Como la tiene sin duda Petra, escenario real en que se desenvuelve finalmente el hallazgo. Lo de las piedras mágicas indias vamos a dejarlo. Y las calaveras, como todo el mundo sabe, son obra de los extraterrestres, como las pirámides. Indy: un 10 en emoción y suspenso en arqueología."

miércoles, 21 de mayo de 2008

El animal paradójico.

Fotografía de Manfred Bachmann. Amplíala, espectacular.

He utilizado el título de un libro de José Lorite Mena, publicado hace 25 años (El animal paradójico. Fundamentos de antropología filosófica), para recordar que mañana “es” el Día Mundial de la Biodiversidad. Digo “es” porque utilizar otro término, del tipo “se celebra”, lo considero bastante grotesco. Por supuesto, “el animal paradójico” es el hombre.

La paradoja humana ya fue concretada por Teilhard de Chardin: “su escasa diferenciación morfológica, desproporcionada, en apariencia, con la magnitud de su influencia biológica”, contraste que queda explicado en una sentencia tan significativa como la anterior: “…el Hombre, capaz de fabricar instrumentos sin encarnarse en ellos, queda libre de la esclavitud de transformarse para actuar” (T. de Chardin, La vision du passé), o como dijo G. Richard (L’outil chez l’animal), “el hombre cambia de especie cada vez que cambia de utensilio”. La adaptación humana ha revestido una modalidad especial que le ha permitido modificar continuamente sus relaciones con el medio, un factor determinante, entre otros, de su invasión planetaria. Llegado un punto, su evolución no fue sólo orgánica, sino inventiva, evolucionando en y por sus creaciones.
El otro día Mikel Aguirre hablaba de la Historia de la Técnica (con mayúsculas), una historia de 2 millones de años. Se puede acortar y mucho ese período a efectos de nuestra influencia. La mayor parte de la historia del hombre transcurrida hasta hoy, la mayor parte de la historia de la alianza evolutiva del hombre con la herramienta, puede describirse como la historia del período que va desde el descubrimiento práctico de la transformación del movimiento mecánico en calor (la domesticación del fuego) hasta el de la transformación del calor en movimiento mecánico. Es desde entonces cuando el hombre operó modificaciones decisivas en su relación con el entorno: ya no tiene un espacio ecológico específico, puede transformar cualquier espacio en nicho ecológico, y puede destruir las posibilidades ecológicas de cualquier espacio, que es lo que hace.

Mañana “es” el Día Mundial de la Biodiversidad, y Homorgasmus ha cambiado temporalmente su cabecera para hacerse eco de ello.

martes, 20 de mayo de 2008

En breve


Siguiendo con nuestro capítulo de "en3vistas", hemos contactado con Carlos Mazo (Universidad de Zaragoza) y con Andoni Tarriño (CENIEH), y ambos han aceptado. Al primero le vamos a preguntar sobre "análisis de huellas de uso" en artefactos líticos y al segundo sobre materias primas, completando así los dos capítulos de tecnología lítica que quedaban pendientes después de haber hablado con Mikel Aguirre. Empezaremos por Carlos Mazo, pero ya podeís formularnos preguntas para ambos.

HAL9000 con nosotros.


Hace unas semanas propuse a alguien que dejaba pegotes por aquí, a Hal9000, que decía estar por ahí dando vueltas en el espacio, que se animara a colaborar con nosotros, mandándonos cosas de las que por allí se cuentan. Sí, ya sé, de locos. Bueno pues ha dicho que sí y lo que viene a continuación es su primera colaboración, sólo para decir que sí. He tenido que acortarla un poco.

DIVAGACIONES INICIALES E INCOHERENTES DE UN COMPUTADOR EXPSICÓPATA Y ZASCANDIL

Pasados los años, y habiendo tomado confianzas al espacio interestelar, viajo en un minimonolito descapotable, algo así como un monolito deportivo o de carreras, que me permite trasladarme de un lado a otro de la Galaxia, en menos de lo que se chupa un espárrago, con mi hermosa melena de datos, como un aura de unos y ceros despeinada por el mismísimo Llongueras, ondeando al viento solar de turno, que, vista desde otros ángulos, la Galaxia digo, no es tan Láctea, ni mucho menos, ni indica tan claramente el camino a Santiago de Compostela como a todos os parece.

…y allí estaba yo, entre Marte y Júpiter, dale que te dale vueltas a un “meño” rocoso de proporciones considerables, si lo comparamos con un meteorito de esos que veis caer fugaces en las noches de verano, al que, por entretenerme sólo y también por el frío que hacía en aquel puñetero pedrusco que rodaba por el espacio formando parte del Cinturón de Asteroides, había puesto el curioso y caprichoso nombre de “Asteroide Calamocha”. En eso andaba desocupado, cuando recibí un telegrama de los antiguos que decía lo siguiente:

BLOG HOMORGASMUS ACTUALIZADO HOY -STOP- JONES SUGIERE COLABORACIÓN ESCRITA A HAL9000 -STOP- POR LA TIERRA TODOS MÁS O MENOS BIEN AUNQUE SIN GENERALIZAR -STOP- VAMOS, COMO SIEMPRE –STOP- SE RUEGA CONTESTACIÓN –FIN-

…y claro, yo seguí dándole vueltas al Asteroide Calamocha algo pensativo, porque los humanos -¿lo es Jones?, no sé- no se suelen fiar de mí por aquel incidente inicial tan tonto que os comenté un día, pero ya sabéis que no fue culpa mía..., sino de un programador chapuzas…, el bueno del Dr. Chandra..., menudo marmolillo..., pues eso, pensativo y dubitativo estaba yo, y me solazaba oyendo, en la radio del minimonolito descapotable, el “Carrusel Deportivo” de un domingo de hace veinte años en el que ganó mi equipo favorito, cuando de repente, al escuchar a Pepe Domingo Castaño decir aquello tan sesudo y profundo de: ¡¡¡¡gol, gol, gol, gol, goooooooooooooooooool!!!! (a veces, cuando os leo en el blog comentar cosas de la “evolución humana” me cuesta entender a qué os estáis refiriendo), se me ocurrió que podía comentar, para empezar a colaborar en el cuaderno de bitácora homorgásmico, algunas de las noticias que me llegan de vez en cuando. Claro, hay un problema, a las distancias que me muevo de la Tierra, recibo las noticias en el tiempo con respecto a esa distancia. Por poner un ejemplo: si estoy a unos sesenta y tantos años luz, estoy oyendo por la radio la invasión de Francia por los alemanes, y, al principio, me daba unos sustos y me entraban unas angustias tremendas hasta que me di cuenta del truco espacio/temporal y entonces me empecé a desternillar con los discursos de un tal Hitler y otros amiguetes suyos, que si los arios esto, que si los judeomasones aquello, que si el pangermanismo es chachi, que si al pendejo de Darwin había que haberlo “capao”, que si los niños rubitos son muy ricos, que si, para hacer chuletas, donde esté la brasa de libros que se quiten los sarmientos, que si los iberos por el sur y los celtas por el norte, que si las Cruzadas molaron mazo, que si la Reconquista también estuvo bien y había que repetirla tres veces cada siglo (desayuno, comida y cena) y tal y tal y cual y venga y dale..., y claro, llegué a la conclusión de que para desternillarse y tomarse a ese mamonzuelo & Cia a chacota lo mejor era que ese tiempo histórico no te hubiera tocado vivirlo de verdad, porque, en el caso contrario, no te hace nada de gracia. Ninguna. Absolutament res. Ezer ez. Rien de rien. Niente. Nothing of nothing. Nichts von Nichts.τίποτα. 没什么. Et cetera…,(perdonad, pero a veces se me encasquilla el traductor automático universal, bastante “metepatas”, por cierto, y pasan estas cosas –el otro día me tradujo “canto rodado” al francés como “chanson rodé” y un nativo de un planeta lejano que sólo habla francés porque dice que así liga más, me miraba, el pobre, desconcertado... )

Pues en esos pensamientos andaba yo considerando lo mal que hubieran quedado los desfiles militares de los susodichos mendas –Adolfito y Cia- si el homínido de turno no se hubiera erguido a tiempo, erectándose sobre los cuartos traseros solícito y marcial, por alguna causa de esas que comentáis, o por otras menos serias, vaya usted a saber; porque nunca se ha visto a un cuadrúpedo en un desfile marcando el paso como Dios manda, ni la cabra de la Legión lo consigue -y mira que tiene práctica la jodida-, y el saludo fascista a la romana, mano volandera en alto, hubiera sido poco menos que imposible, con lo mono que les quedaba...

Bueno, no sé si tendrá interés, pero ya iré comentando las noticias según me lleguen, la impresión que producen éstas a mis pobres circuitos recalentados e inmaterializados por los azarosos hechos que me tocó vivir en el pasado y en el futuro, según vuestro punto de vista, claro. Que eso sí que tiene gracia, al ser medio humano (acordaos del bueno de David Bowman, con el que me fundió Arthur Charles Clarke –para mí Don Arturo, que era como un padre- dentro del Monolito de Europa en la última entrega de la saga literaria), medio cibernético, medio material, medio inmaterial, medio real, medio literario, medio pasado, medio futuro, medio cercano, medio remoto..., puedo hacer, exactamente, lo que me dé la gana. ¿A que a vosotros también os gustaria?, sí, sí, ya me lo imagino...

Así que nada, mañana me voy a un Congreso Intergaláctico de monolitos (el congreso se titula, ¿cómo no?: “Ser monolito hoy: monolitos sin fronteras” y, al ser Intergaláctico, mola cantidad ponerlo en el curriculum) en un sistema cerca de la Nebulosa del Cangrejo, en la constelación de Tauro, a dos kiloparsecs de la Tierra (1 parsec = 3.085678 x 1016 m = 3,26 años luz) , antes de que se lo cargue una supernova renqueante y cabronzuela que hay por allí y que ya vieron los chinos hace un porrón de años…, a ver si esta vez no me dejo en casa el chubasquero para la lluvia de neutrones, como me ocurrió en la última ocasión que lo visité en la que arruiné dos chaquetas y un par de zapatos carísimos. Por cierto, mi ponencia se titula: “Nuevos datos a propósito del proceso de erguimiento/erección/empinamiento del Protomonolito Preantecessor Antiquus; ¿fue para fisgar mejor a los vecinos?: la teoría cotillo/oteadora”. Mola,¿no?

Seguiré informando de lo que escuche en el viaje de vuelta mientras conduzco por la autopista intergaláctica y, de verdad, os lo aseguro, tengo un gran entusiasmo todavía por la misión…, ¡maldita sea, creedme!, ¿eh?...

Fdo.: HAL9000

domingo, 18 de mayo de 2008

Entrevista al tecnólogo Mikel Aguirre.

Mikel Aguirre (a la izquierda).
Hoja de obsidiana con retoque plano. Mango de asta con cabezas de saiga y pantera grabadas (realizado por Mikel Aguirre).

Como habíamos adelantado, hemos “en3vistado” a Mikel Aguirre, arqueoloco que, entre otras cosas, dirige desde 1996 las excavaciones en el yacimiento de Antoliñako koba, en Vizcaya, y que es un reconocidísimo especialista en el campo de la tecnología lítica. Las piezas que él reproduce constituyen colecciones de referencia en muchos laboratorios de universidades y museos.

Por tecnología lítica se entiende, en un sentido amplio, el conjunto de procesos analíticos que, a través de sus diferentes aportaciones, nos permiten finalmente comprender el objeto arqueoloquico “como resultado del sistema de producción lítico”, y abarca desde la localización de los puntos de abastecimiento y las estrategias de aprovisionamiento de la materia por parte de aquellas gentes, hasta la determinación de la funcionalidad de las herramientas, pasando por su proceso de transformación. Cada uno de esos campos es en sí mismo muy complejo y es difícil que un tecnólogo los abarque todos. Mikel Aguirre está comprometido en sus estudios y en su experimentación con las dinámicas, con los procesos de producción de los artefactos. Estudia y reproduce los sistemas técnicos de talla, los pasos seguidos en la cadena operativa que permiten la producción de artefactos, desde la configuración y explotación de los núcleos hasta la transformación de los soportes en los útiles definitivos, y de cómo aquellos (los procesos) han ido evolucionando a lo largo de la prehistoria. Cualquier resto, transformado o no, puede ser interpretado por estos arqueolocos, de hecho lo es, como evidencia de una técnica, de una estrategia, como resultado de un fallo, de la solución aplicada a un problema, o de un abandono.

Homorgasmus. Para tallar artefactos líticos, para conseguir lo que tú consigues a partir de un meño de sílex, además de tener conocimientos en tecnología y tipología…, obviamente, ¿hace falta ser un poco animal o, dicho de otra manera, un alfeñique como yo podría hacer algo parecido?

Mikel Aguirre. Por supuesto. Incluso mejor. La talla de rocas duras como el sílex requiere maña, más que fuerza, salvo quizá en el retoque por presión de piezas bifaciales, que necesita fuerza con mucha maña -y ésta puede suplir hasta cierto punto aquella-. La talla requiere aplicar unos principios y procedimientos muy simples, sin necesidad de conocimientos amplios. En esencia, la talla de tradición prehistórica e histórica (no olvidemos las piedras de fusil y las piezas de trillo) es el conocimiento práctico e intuitivo -la capacidad de prever un resultado- de la respuesta de una roca ante variadas acciones técnicas destinadas a fragmentar el material según determinadas geometrías. La mayor o menor variedad de técnicas y métodos que un tallista sepa aplicar marcará su competencia. Y ésta, como en cualquier disciplina artesanal, sólo se adquiere con muchas horas de trabajo, y mucha paciencia y constancia. Lo más habitual es abandonar por desaliento, puesto que se puede tardar bastante en adquirir la competencia mínima y verse satisfecho por unos resultados. Además, hay que disponer de sílex en abundancia con un mínimo de calidad para reproducir las principales técnicas, las cuales necesitan de materiales concretos (madera y astas de cérvidos) para confeccionar percutores, cinceles o compresores, de diferentes pesos, tamaños y formas… Lo cierto es que tiene que estimularte mucho para llegar a aprender las técnicas y métodos básicos, y para ello es necesario disponer de una mínima habilidad manual y mucho interés. Intenta hacer un bifaz y en cinco minutos te digo si podrías aprender o no.

Homorgasmus. Bueno, otro rato, hoy no he venido preparado. Todos los hombres y las mujeres de la prehistoria son anónimos, pero en ciertos casos, como ocurre con el arte, se dice reconocer “escuelas”, e incluso “artistas”. Mas que hablar de “artistas” se habla en realidad de “manos” ¿Con lo lítico puede pasar también? Quizás te haya ocurrido alguna vez, no con material de un mismo sitio, claro, pero… en alguna ocasión… decir, “me tinca que esta pieza la ha hecho la misma persona que hizo tal otra”; piezas que necesariamente son singulares, claro.

Mikel Aguirre. Ese es un problema de larga discusión en tecnología lítica prehistórica. Los estudios realizados sobre material experimental no son concluyentes. Entre tallistas actuales, y con un amplio muestrario de materiales de cada individuo y en técnicas concretas (reducción bifacial, retoque por presión o modalidades de talla laminar) pueden apuntarse tendencias, ciertas formas de hacer, pero en esencia, las diferencias serán de competencia, mala, buena, muy buena o excelente según su experiencia, y replicando las técnicas y productos más habituales de la Prehistoria. Otra cosa es la “talla creativa”, de valor artístico en algunos casos, de ciertos productos por retoque plano, inspirados en los “excéntricos” aztecas. Son elementos cuya elaboración requiere de una competencia técnica que muy poca gente ha logrado, y son fácilmente identificables por ello.
En cualquier caso, en la talla del sílex y de otras rocas similares hay un marco limitado a las posibilidades físicas de obtener geometrías y jugar con ellas en tres dimensiones: ¡no es lo mismo tallar una hoja de Volgu que La piedad de Miguel Angel!. Una gran hoja de laurel puede hacerse de muy pocas maneras: mal, regular, bien, y muy bien. Aunque ciertos gestos técnicos, su orden, ritmo o dirección puedan delatar alguna mano. Estos gestos pueden aprenderse, y si pasan a otros tallistas que alcancen similar competencia, crear una “tradición técnica”, que sería posible identificar en el registro arqueológico. Sin embargo, este registro -los yacimientos arqueológicos-, raramente tiene la suficiente definición y calidad como para hacer florituras estilísticas.

Homorgasmus. Y quién es tu ídolo. ¿A quién que no tiene nombre te gustaría parecerte en esto de la talla cuando seas más viejo?

Mikel Aguirre. Me gustaría tener el tiempo suficiente para alcanzar la maestría de los tallistas solutrenses de Les Maitreaux o Volgu, de los últimos de Filipinas nórdicos del Bronce antiguo, de los productores de cuchillos predinásticos egipcios, de los artesanos de grandes láminas de Grand-Pressigny, y de los andaluces o búlgaros capaces de producirlas con ingenios de palanca, o la de los tallistas aztecas. En fin, profundizar experimentalmente en cada uno de esos aspectos de la tecnología requiere realmente un gran esfuerzo y dedicación.

Homorgasmus. A todo aquel que empieza a tallar, o a quien desearía hacerlo, le gustaría comenzar obteniendo soberbias hojas de laurel, por ejemplo. ¿Aquí se puede correr antes de empezar a andar? ¿Es necesario empezar por ese anodino y poco sugestivo mundo de los cantos que además tiene que ser tan sencillo?

Mikel Aguirre. Me temo que sí. La evolución de las técnicas de talla constituye un largo proceso de aprendizaje que ha durado más de dos millones de años: una historia técnica -¡la Historia Técnica, con mayúsculas¡- que no podía avanzar sin los conocimientos adquiridos en cada fase previa. Tallar un buen bifaz supone dominar la percusión dura, saber hacer cantos. Reproducir el método de lasca levallois en todas sus variantes y saber jugar bien con el volumen del núcleo te capacita para hacer excelentes bifaces. Extraer láminas por percusión blanda requiere los conocimientos mínimos necesarios para una reducción bifacial con la misma técnica, además del dominio de la percusión dura y del tratamiento de volúmenes que requiere los inicios de todo proceso de talla (elección y testado del bloque inicial, emplazamiento de las estructuras del núcleo). A partir de ahí, del dominio de la percusión directa en todas sus variantes, se puede trabajar la percusión indirecta, en debitado laminar y conformación de núcleos, y la presión, en retoque y talla laminar. Este sería un proceso completo de aprendizaje ideal, siguiendo la lógica evolutiva, aunque no es necesario para aprender algunas técnicas, como el retoque plano ¡Pero sí para obtener soportes de calidad que retocar!

Homorgasmus ¿Qué recomendarías a aquellos y aquellas que desearan empezar a tallar?

Mikel Aguirre. Entusiasmo e interés, paciencia y constancia con un mínimo de habilidad manual, cuanta más mejor. Y que sean hábiles en procurarse materia prima que romper, lo mejor que esté al alcance, natural o artificial, sin afectar a la propiedad ajena ni a la integridad de las personas. O al menos que no les vean.

Homorgasmus. El rano verde nos ha dejado una pregunta para ti. Quizás el hecho de que haya sido el único le haga merecedor de recibir un bifacito o algo así ¿o qué? Bueno, primero te hago la pregunta y luego decides. Se congratula de que las diferentes industrias líticas sean referidas (“incluídos dentro de” sería más propio) como Modos (1, 2…), pero se pregunta si en la Península, entre los conjuntos con cronologías entre 1,4 y 800.000 años (modo 1) se aprecia algún tipo de evolución o por el contrario es más bien constante y relativamente uniforme como el modo 2. Que por cierto ¿tu crees, y esta es otra pregunta, que el modo 2 es uniforme?

Mikel Aguirre. Bueno…no deja de ser otra clasificación normativa muy genérica inoperante a escala regional, pero que asume una visión del registro más progresista, evita una relación directa etnia-complejo industrial que ha sido común dentro del paradigma histórico-cultural. El Modo 1 peninsular es básicamente cantos unifaciales y lascas simples, poca bifacialidad, además, al parecer, de dos momentos de poblamiento separados por un episodio de extinción, y que apenas se diferencian en lo tecnológico: por ello y por más cosas consideran estas nuevas poblaciones como originarias de Asia. El Modo 2 no es uniforme, además, se hacen descubrimientos técnicos de gran relevancia: la talla bifacial con percutores orgánicos o “blandos” y la comprensión volumétrica necesaria que servirá para desarrollar técnicas de predeterminación de lascas como la levallois. Los límites entre los llamados Modos no son bruscos. A fines del período del Modo 2 y ya se utilizaban los métodos de talla que caracterizan el Modo 3, etc.: la evolución de la tecnología de la piedra es un proceso acumulativo: la capacidad de obtener lascas normalizadas de un núcleo centrípeto o levallois te dota automáticamente de capacidad de reproducir cantos y bifaces, por la sencilla razón de que todo núcleo levallois ha sido en algún momento en su proceso de talla “canto tallado” o “bifaz parcial”. En fin, no sé yo si este rollo merece un bifacito…

Homorgasmus. Se dice por ahí que cuando eras bebé en lugar de manipular sonajeros ya te dedicabas a dar cantazos a las piedras y que tu señora madre tuvo que poner a buen recaudo las porcelanas. Incluso, esto supongo que será un bulo, que en una ocasión dejaste a varios caseríos sin luz porque mangaste los aislantes de los postes eléctricos. Se talla bien con eso ¿eh? Es decir, has hecho añicos muchas toneladas de sílex, y supongo que habrás gastado muchos metros de tiritas. Creo que sería interesante que comentaras que no se debe ir por ahí dando cantazos a diestro y siniestro.

Mikel Aguirre. Algo de eso hay. Empezé a tallar joven, con 17 años, y no era fácil conseguir buen sílex, así que aprendí el retoque por presión en vidrios de ventanas, pantallas de televisión, culos de botella y cenicero, aislantes eléctricos de vidrio y porcelana. En porcelana hay calidades, claro. Estos materiales son excelentes para aprender retoque plano, e incluso reducción bifacial por percusión blanda, pero con mucha precaución, especialmente con el vidrio, siempre acabas por clavarte algo (siempre con guantes, y aún así). Solía llevar la herramienta en el bolsillo, y la punta que estuviera tallando, y practicaba en cualquier rincón durante el poteo dominguero deustoarra o las tardes de plaza. Algunos de mi cuadrilla acabaron controlando un huevo de tipología.
Efectivamente, la talla experimental genera unos residuos que no pueden abandonarse en cualquier parte, especialmente con sílex o rocas locales, puesto que pueden confundirse con el material arqueológico y generar confusiones con consecuencias graves; tiene que ser un vertido controlado: al contenedor directamente.

Homorgasmus. Vamos a preguntarte por el tiempo que es necesario para fabricar una serie artefactos. Queremos sorprendernos. En el caso de útiles sobre lasca o sobre lámina damos por hecho que ya tenemos la lámina, así que no contabilices el tiempo necesario para la preparación del núcleo y la extracción del soporte ¿ok?

Mikel Aguirre. Vale. Daré un mínimo y un máximo con márgenes razonables, que pueden variar.

Un bifaz amigdaloide 10-20 minutos
Una raedera 5-15 segundos
Un buril de noailles 10-30 segundos
Una hoja de laurel (tamaño estándar) ¿Estándar dónde? Una de 10-15 cm 15-60 minutos
Un raspador simple 5-15 segundos
Un triángulo 1-3 minutos
Una punta de pedúnculo y aletas 10-45 minutos

¿Y cuanto nos llevaría realizar un astil para esa punta?

Mikel Aguirre. Partiendo de una rama fresca de avellano, lo más accesible y fácil: cortar, descortezar y calibrar (con una lámina simple, reduciendo grosor hasta que pase el astil por un agujero practicado en un hueso con el diámetro requerido), enderezar con calor, tallar el culatín, emplumar y montar la punta (con tendón y cola), se puede hacer un apaño rápido en 1 h disponiendo de todo.

Homorgasmus. ¿En que materiales trabajas y cuales prefieres?

Mikel Aguirre. En los últimos tiempos he tallado una obsidiana extraordinaria, mexicana, (láminas por presión y cuchillos de retoque plano) con resultados impresionantes. Es un material espectacular, pero demasiado delicado para mi gusto. Prefiero el sílex, en nódulos de córtex fino cuanto más grandes mejor. Aplanados para talla bifacial y más masivos para la talla laminar. Hay pocos lugares en la mitad norte peninsular que den material así. El sílex del valle del Ebro es de buena calidad, y a veces da sorpresas muy agradables. He tallado también algunos buenos nódulos de Grand-Pressigny, un sílex que proporciona mucho gozo. En belleza, los sílex norteafricanos y algunos raros materiales norteamericanos. Pero siempre vuelvo al sílex negro del flysch vizcaíno, en pequeños bloques, pero que cuando es de calidad responde con una franqueza muy familiar.
A veces sueño que encuentro nódulos de medio metro de un sílex negro mate de grano fino y corteza gris translúcida, homogéneo, sin fisuras, inmaculado... Es un sueño recurrente y sufro en él una especie de síndrome de Stendhal cuando veo los nódulos que me provoca despertares melancólicos. ..

Homorgasmus. Vaya..., cuanto lo siento. Oye.., aunque no hay muchas maneras de ponerle un cascabel a este gato (imposiciones y limitaciones de la materia juegan un papel importante) no todos los tecnólogos, tallistas, trabajaís exactamente igual ¿No crees que tú, en concreto, eres un poco obsesivo con la preparación de los núcleos?

Mikel Aguirre. Es posible, y hay una buena razón para ello. Aprendí a tallar con sílex cretácicos del flysch vizcaíno costero que he mencionado antes, de forma autodidacta. Encontré muy pronto un buen afloramiento en la costa, al pie de los acantilados, pero que requiere al menos de media jornada de trabajo en la búsqueda y selección del material, y el acarreo de una mochila con 20 o 30 kilos de piedras para hacer rentable el viaje. Hay que subir unas escaleras que salvan 40 metros de desnivel, cuando no me pillaba la marea y la mar de fondo y tenía que subir el acantilado por un sendero de contrabandistas medio escondido entre plantas rastreras y punzantes, y con riesgo cierto de escoñamiento. La mayor parte de las veces son jornadas de placer (y ejercicio), pero en más de veinte años me han tocado dos galernas, caídas con torceduras y diversas mataduras, olas traicioneras, tajos de novato…Comprenderás, estimado Jones, que me haya convertido en un tallista que no le gusta el derroche, y esa obsesión en la preparación de los núcleos responda a la necesidad de asegurar al máximo el rendimiento de los núcleos, y a apreciar la materia prima de calidad que tanto trabajo cuesta encontrar.

Homorgasmus. Esto de ser arqueoloco ya se sabe que tiene muchos riesgos. ¡A mi me lo vas a contar! Para acabar, dos cosas. Tenemos curiosidad por los remontages, esos puzzles tridimensionales líticos. No sé realmente si es una práctica extendida o no. ¿Son realmente útiles?

Mikel Aguirre. Pueden ser útiles pero no son imprescindibles en un estudio tecnológico. No es una práctica extendida porque requiere un esfuerzo considerable, y hay que calibrar bien su conveniencia según el yacimiento. Aportan interesantes ejemplos de los procesos técnicos presentes en determinado sitio, pero esos procesos podemos deducirlos a través del análisis de los caracteres del material lítico. Tan relevante o –a veces- más es la información microespacial que aportan, definiendo una secuencia de acciones técnicas sobre una superficie, calibrando el grado de movilidad postdeposicional del material o la integridad estratigráfica de una secuencia. Quizá nos deslumbraron las publicaciones de yacimientos como Étiolles, Pincevent o Meer, espectaculares, bien conservados y con materias primas excepcionales. Son raros los yacimientos en los que se dan condiciones propicias que hagan rentable el esfuerzo.

Homorgasmus. Háblanos de esas extraordinarias láminas calcolíticas. Cómo se extraían. ¿Qué demuestra más pericia en el trabajo del sílex, éstas o lo artefactos solutrenses?

Mikel Aguirre. Creo que la explotación de grandes láminas de estilo neolítico y calcolítico incorpora conocimientos técnicos más complejos que una reducción bifacial de estilo solutrense aunque, probablemente, requieran similar inversión de horas para adquirir la competencia o pericia necesaria. Las mejores láminas se hacían por presión con palanca, como ha demostrado J. Pelegrin. La mayor dificultad no radica en su misma extracción, con el núcleo inmovilizado y realizando la presión con una pértiga articulada armada de un puntero de cobre, sino en la preparación del núcleo a partir de un bloque de gran tamaño, su desbastado y emplazamiento de las estructuras del núcleo, su regularización por percusión indirecta con punteros de cobre, y el mantenimiento y la preparación de los puntos de presión. Así Pelegrin obtiene láminas de más de 35 cm, totalmente regulares, como las del neolítico búlgaro o andaluz. Las producciones quizá más abundantes se realizaban a percusión indirecta, con áreas de mayor especialización como Grand Pressigny en el noroeste francés, con una materia prima de calidad excepcional, y en cuya réplica Pelegrin también es un maestro. Parece que en la producción por percusión indirecta de grandes láminas hay un punto crítico dimensional (unos 20 cm) a partir del cual hay que modificar la forma del cincel intermedio, haciéndolo curvo para facilitar una prolongación del tiempo de empuje durante el desarrollo de la fractura… En fin, técnicamente apasionante, pero para poder adquirir experiencia es necesario el acceso a materia prima de excepcional calidad, y no es abundante.

Homorgasmus. Pues muchas gracias Mikel por estar aquí con nosotros (o conmigo porque no sé si hay nosotros..., jeje) y por tu amabilidad. Ya sabes que para nuestro grupo de petanca eres el ídolo. Antes de terminar y por seguir abusando... ¿Podemos anunciar que en breve iniciaremos un curso sencillo de talla en este blog dirigido por tí? Digamos 10 lecciones, por si algún día nos toca ir a “Supervientes”.

Mikel Aguirre. Vale.

Homorgasmus. Pues dicho queda y aceptado públicamente, que conste. Ojo que si no se cumple te afeitaré el bigote con ese fantástico cuchillo de obsidiana. Hasta pronto pues y gracias.
Mikel Aguirre. Hasta pronto.

jueves, 15 de mayo de 2008

Tira que te va con la antorcha (II)

Cráneo de mamut con pintura roja que se supone representa las llamas y chispas de una combustión. Yacimiento de Mezirich.

Pues eso, que Binford y Chuan Kun Ho montaron una con su revisión de Zhoukhoudian. Demostrar que el fuego fue utilizado en un sitio arqueoloquico, independientemente de cómo se obtuvo (que sea de manera oportunista o de forma autónoma es de momento otro asunto) requiere según M. Barbetti de dos pasos. El primero encontrar rastros de que el fuego estuvo presente ahí (obvio, ¿no? …piedras craqueladas, tierras rubefactadas, huesos y/o artefactos quemados, carbones, cenizas y tal…, lo típico), y la segunda asegurarse de que ese fuego estaba asociado con la actividad humana. Dicho así parece una simpleza, una de esas sentencias de la arqueología de la obviedad, pero lo cierto es que cualquier rastro de los antes indicados puede ser el resultado de la simple ocurrencia de fuegos naturales que alcanzan enclaves utilizados previamente por los homínidos y no necesariamente de un origen antrópico. Una evidencia incuestionable es la presencia de hogares, de estructuras, de focos de combustión, pero los hogares tienen propósitos y tipologías diferentes, y en función de una cosa y otra puede que en ocasiones lleguen a preservarse muy pocos rastros de su existencia. El problema es mucho mayor cuando las evidencias no son estructuras.
En 1981 J. Gowlett indicó que en Chesowanja (un yacimiento cercano al lago Baringo, en Kenia) hubo un pequeño fuego controlado hace 1.42 M.a. (de ser así sería de los más antiguos), basándose para ello en la temperatura alcanzada por un fragmento de tierra cocida. Fue contestado por G. Isaac, escéptico, pero a pesar de ello se marcó entonces una línea por la que parecía que debería continuar la investigación: “el desarrollo de discriminantes fiables entre trazas de incendios naturales y controlados requerirá la colaboración entre físicos…” decía Isaac, y arqueolocos. La temperatura había sido calculada a partir del momento magnético que presentaba el pedazo de arcilla.

Técnicas paleomagnéticas se aplican en arqueoloquía (arqueomagnetismo) desde la década de 1950. Las más comunes de sus utilizades hacen uso i) de la variación secular del campo magnético terrestre, tanto de su dirección como de su intensidad, para datar restos que contienen elementos magnéticos, y que tras ser calentados por encima de una determinada temperatura, en el pasado, conservan un magnetismo termorremanente “congelado”, y ii) del registro de la variación local o puntual que ese mismo magnetismo contenido en evidencias muebles o inmuebles produce en el campo magnético terrestre actual para localizarlos. Sin embargo la aplicación de análisis arqueomagnéticos para obtener modelos de comportamiento humano en el pasado, como la propia utilización del fuego, o de los procesos de formación de los sitios, es menos habitual y más reciente en el tiempo. En 1985 no era el caso.

¡Viva..! digo… ¡Vive la Prehistoria!

Río Vero (Huesca) y ciervo de Chimiachas (Parque Cultural Río Vero).


La 4ª fase del 18º Campeonato de Europa de tiro con arco y propulsor prehistóricos se celebra este fin de semana (días 17 y 18) en el Parque Cultural del Río Vero, en plena Sierra de Guara (Huesca). El escenario natural es impresionante, entre el Mirador del Vero, desde donde se ve el río que se ha abierto paso entre un cañón de paredes verticales de hasta 100 m. de altura, y el Tozal de Mallata, con sus abrigos de pinturas esquemáticas. El recorrido consta de 30 dianas y los arcos, flechas, propulsores y venablos no pueden estar realizados con otra tecnología que la prehistórica (no vale ir con arcos de poleas). El punto de reunión antes de que todo comience es el pueblo de Colungo, donde fabrican un aguardiente peligroso, peligroso y donde está el Centro de Interpretación. En este Centro se llevarán a cabo demostraciones de distintas cadenas operativas prehistóricas.

miércoles, 14 de mayo de 2008

¡Vaya plancha!

Dedicado a F. d'Errico. Hioides de caballo con 13 y 14 marcas. (Magdaleniense)

El día 7 dejamos un colgajo que daba cuenta de la noticia, fechada en Rabat el día 6, de que en la Cueva de las Palomas se habían encontrado conchas perforadas de 85.000 años de antigüedad, constituyéndose así en uno de los conjuntos más antiguos a la hora de poner de manifiesto un comportamiento humano moderno (el del adorno personal) y bla, bla, bla. Leímos la noticia de la agencia EFE y ahí nos lanzamos, a colgarlo, de cabeza. Incluímos una fotografía de algunas de esas conchas realizada por Marian Vanhaeren y Francesco d’Errico que, todo hay que decirlo, nos dejó un poco con la mosca en el hombro (reminiscencias de nuestra etapa de lobo de mar): el copyright de la foto tenía fecha del 2007, pero… tira que te va. De forma inmediata y vía e-mail nos pusimos en contacto con ambos (alguna partida de petanca ya nos hemos echado con Francesco) preguntándoles varias cosas. Pues bien, su respuesta (gracias Francesco) ha sido que "todas las preguntas están contestadas en el artículo publicado en PNAS" ¡el 12 de junio de 2007! (82,000-year-old shell beads from North Africa and implications for the origins of modern human behaviour, cuyo primer firmante es Abdeljalil Bouzouggar), donde se da toda suerte de datos y detalles sobre las conchas de la "Grotte des Pigeons" (oh cielos…, que plancha, que plancha) así como de los problemas de los hallazgos de Skhul y Oued Djebbana. En fin poco más queda que decir. Sólo añadiré un comentario que nos traslada d’Errico, respecto al tema de los adornos y es que lo importante es que en Taforalt "le coquillages viennent d'une fouille en cours et que nous avons un excellent control sur la position des coquillages; Skhul c'était une fouille ancienne et malgré nos analyses un doute pouvait subsister sur l'origine stratigraphique".

martes, 13 de mayo de 2008

El hombre de Pekín y la antorcha (I).



En el amanecer del próximo 7 de agosto, un día antes de que den comienzo los Juegos Olímpicos, la antorcha olímpica llegará al yacimiento de Zhoukhoudian. Se supone que sin mayores medidas de seguridad. Quizás sea el momento para encender ahí una bonita hoguera.
En Asia, con toda seguridad, el sitio más ampliamente citado en la bibliografía y, hasta hace un par de décadas, en el que la mayoría de los arqueolocos y paleoantropólogos se mostraban en cierta medida de acuerdo en considerarlo como la más antigua evidencia de la utilización del fuego era el de la Localidad 1 de Zhoukoudian. Esta cueva, situada en una pequeña colina de la Formación Majiagou, en la provincia de Hebei, a unos 40 km. de Pekín, contiene un depósito de 50 m. de potencia con 17 niveles que empezaron a excavarse en 1921. El hallazgo más espectacular se produjo el 2 de diciembre de 1929, cuando se recuperó la primera y casi completa calavera del Sinanthropus pekinensis. Durante las excavaciones de los años 30 aparecieron, especialmente en el nivel 10, huesos de animales oscurecidos y descoloridos y lentejones de tierra que fueron interpretados como el resultado de fuegos dentro de la cueva que ardieron durante largos períodos. Los indicios se observaron también en el 4, y ambos, 10 y 4, han sido datados por S. Guo (et al. 1991) mediante huellas de fisión en 0.46 y 0.30 M.a. respectivamente, pero también los hay en el 9, en el 8, en el 5… A estos se ha hecho referencia siempre como “niveles de cenizas”, y los rastros consisten en cenizas, huesos y artefactos quemados, pero no hogares, cuya existencia nunca ha sido mencionada tras la polémica y debate iniciados en 1985 por L.R. Binford y C. Kun Ho: “los llamados niveles de cenizas no son hogares y pueden no ser todos niveles de cenizas”.

En realidad en el artículo publicado en Current Anthropology por estos autores el tema del fuego no era el asunto fundamental, sino que iba más alla. Éste se podría resumir diciendo que para ellos los homínidos muy bien podrían no ser considerados los agentes causales del depósito de una cueva que fue regularmente ocupada por carnívoros (hienas y lobos).

lunes, 12 de mayo de 2008

Chicha, cerebro y paleopatologías (y III).

Así que tal vez incorporar unos buenos chuletones a la dieta fue lo que hizo que nos saliera el bulto que tenemos encima de los hombros como nos salió. Se han reconocido algunas paleopatologías (tener la cabeza encima de los hombros no lo es, claro) en estadios muy tempranos de la evolución humana. La más antigua se ha registrado en “Abel”, un Australopithecus bahrelghazali recuperado en el sitio de Koro Toro (Tchad), datado en 3.5-3 M.a., y en el que se observan muchas deficiencias del esmalte dentario, incluida la hipoplasia, para las que se argumentan fiebres recurrentes o episodios de stress nutricional, aunque las causas en humanos modernos pueden ser muchas, desde ambientales a genéticas (Brunet et al. 2002). En otro individuo juvenil, también australopiteco, pero en este caso africanus, procedente del miembro 4 de la cueva sudafricana de Sterkfontein (3-2.5 M.a.) se han visto alteraciones relacionadas con una periodontitis prepubertal (Ripamonti 1988).

Pero seguramente la paleopatología más conocida de entre las más antiguas registradas, y relacionada con el consumo de proteína animal, se corresponde con una tradicionalmente supuesta hipervitaminosis de tipo A crónica, atestiguada en restos de un adulto, seguramente hembra, de Homo ergaster/erectus del yacimiento de Koobi Fora (KNM ER 1808), con una antigüedad de 1.6 M.a, generada por una también supuesta ingesta de hígado crudo (Walker et al. 1982). Los efectos nocivos de la ingesta excesiva de esta vitamina se han conocido en el último siglo. Los exploradores polares relataron la aparición de un estado de toxicidad aguda tras la ingestión de hígado de oso polar, de foca o de los perros husky de los que se servían, pero no fue hasta 1942 que se identificó la vitamina A como el componente tóxico de esos hígados (100 grs. de hígado de un herbívoro actual contiene 44.000-50.000 IU de vitamina A, mientras que 100 grs. de hígado de carnívoro contienen 1.3-1.8 por 10 elevado a 6 IU). Si el diagnóstico es correcto ¿cómo ingirió esa cantidad de vitamina A el homínido de Koobi Fora? Walter y sus colaboradores indicaban que en ese yacimiento la utilización de artefactos es 200.000 años anterior a la existencia del espécimen 1808, y que en ese período se debieron dar importantes cambios en la dieta de los homínidos, con un aumento del consumo de carne, y que llevaría tiempo conocer qué partes de qué animales podía resultar peligroso comer. En su opinión era improbable que la hipervitaminosis se debiera a la ingesta de hígado de herbívoros, pero si sería bastante posible con una dieta que contuviera hígado de carnívoro (crudo, porque no hay evidencias del uso del fuego en ese momento) obtenido como resultado de interferencias como las que se observan hoy entre especies de carnívoros y que pudieron darse cuando los primitivos homínidos empezaron a competir directamente con ellos.

No obstante, después de aquel estudio se han planteado otras posibilidades para el origen de esa hipervitaminosis, como por ejemplo el consumo de larvas de abejas (Skinner 1991), e incluso que la patología, comparada con casos contemporáneos de infección de Treponema pallidum sea indicativa de yaws (Rothschild y Rothschild 1996), como también parece atestiguarse en un fémur humano de 500.000 años recuperado en Italia (la yaws es una enfermedad no venérea causada por un treponema, muy difícil de distinguir de la sífilis porque causa lesiones muy similares), o de anemia falciforme, en interpretación de Kellei Jefferson (2004), lo que a su vez le lleva a plantear la posibilidad de que la malaria pudiera haber sido una plaga para la “humanidad” desde al menos 1.7 M.a.

domingo, 11 de mayo de 2008

Movimientos migratorios de los homínidos.

Reproducimos tal cual una entrevista realizada a J.M. Bermúdez de Castro por el diario "La Opinión de Zamora".
"Los restos humanos más antiguos de Europa aparecieron en Atapuerca y están datados de hace 1,2 millones de años. Sus orígenes más profundos están en Africa, en aquellos grandes movimientos migratorios desde aquel continente, pero los más próximos en Asia, su primer asentamiento", indica José María Bermúdez, codirector de Atapuerca.
- ¿Los nuevos hallazgos de Atapuerca, que sitúan al ser humano en 1,2 millones de años, implican que aquellas migraciones que llegaron desde Africa a Europa no se produjeron o que los que existen en Atapuerca proceden de aquellos africanos que ya estaban asentados en el continente europeo?
- Efectivamente, han tenido una etapa euroasiática. Hay una primera salida de Africa documentada -puede haber más- con 1,8 millones de años, o alrededor de los 2 millones. Esas poblaciones salen de Africa, se van moviendo por su territorio, van hacia el Norte y llegan a Euroasia, a la zona de Líbano, Siria, la República de Georgia. A partir de ahí, los movimientos comienzan hacia el Este y el Oeste, se expanden poco a poco por la zona Sur de Asia porque es una especie tropical. Fuimos capaces de llegar hasta el Norte a medida que avanzamos en tecnología: fuego, pieles para vestir, etc.
- ¿En esos desplazamientos el ser humano persigue algo, siente una necesidad de explorar o las condiciones climáticas le obligan?
- Esa es una de las preguntas que nos hacemos y para la que no hay una respuesta clara. Se discute mucho en los congresos el porqué van primero hacia el Norte y después hacia el Oeste; algunos decimos, bueno, quizá como ya comen carne van detrás de las presas; otros, piensan que no porque no hay tanto movimiento de presas. Se habla del clima, de que la vegetación posibilita el movimiento, pero los animales tienden a no desplazarse gratuitamente. Los humanos parece que sí, hemos sido siempre una especie de primates muy inquietos.
- ¿Cómo era el hábitat de esos primeros homínidos europeos?
- Ellos vienen de una zona tropical donde no hay estaciones, y esto es un problema, porque aquí tenemos estaciones, eso provoca que los alimentos no estén siempre disponibles y que se dependa de la carne y de otro tipo de alimentos no vegetales. Tuvo que haber una adaptación progresiva a la estacionalidad, este es un hándicap importante que los humanos superamos.
- Muchos se quedarían en el camino.
- Sí, podían recorrer al año medio kilómetro, que es mucho, si vas sumando al final de 10.000 años los tienes en la Península Ibérica. Son viajes muy cortos.
- ¿De cuántos humanos por grupo estamos hablando?
- De 25 ó 30 individuos. Esos grupos se tienen que reunir de cuando en cuando para el intercambio genético y evitar de forma natural la endogamia que provoca enfermedades.
- ¿Cómo vivían?
- Como nos gustaría vivir a todos: con tranquilidad, cazando, recolectando, con una vida pacífica y peligrosa porque éramos presas, no sólo depredadores. Sólo hace medio millón de años llegamos a un tamaño de inteligencia, de capacidad y tamaño suficiente para dejar de ser presas.