lunes, 9 de febrero de 2009

Abstenerse hipocondríacos.

Cráneo con un tumor orbital.

Te he advertido, que conste. He visto estos días en varios periódicos la noticia de que en el Museo Egipcio de Barcelona se ha abierto hasta el 30 de junio una exposición bajo el título “Esqueletos enfermos”. En ella sus comisarios, Albert Isidro y Assumpció Malgosa (de quienes ya recomendé en un pegote el libro “Paleopatología. La enfermedad no escrita”) han conseguido reunir y nos ofrecen un amplio repertorio de enfermedades y dolencias sufridas por los humanos a lo largo de la historia que han quedado registradas en los huesos.

En una de esas noticias se incluía esta imagen, que… en fin…, no me he podido resistir a colgar. Si tuviera que apostar diría que se trata de un osteoma. Los osteomas son tumores que crecen lentamente y que producen masas esclerosas de hueso, plurilobuladas o de contornos lisos, a veces de un tamaño importante. En el cráneo y en la cara pueden desarrollarse en la tabla externa e interna, o sea, que pueden crecer hacia adentro o hacia fuera. Son tumores benignos que nunca se transforman en malignos, pero claro, si crecen en zonas como el cráneo y hacia adentro, pueden comprometer por compresión áreas vitales o provocar cuadros hipertensivos intracraneales. En el caso de la fotografía afecta claramente a la órbita del ojo izquierdo, pero yo díria que también a la fosa temporal. Esa zona desenfocada que se ve ahí, por fuera del cráneo, yo diría que también es tumor (si alguien va a verla que me lo diga). Vaya mala pinta que tiene eso.