martes, 21 de abril de 2009

Última hora: parto con dolor.


Tal vez recordeís que hace un tiempo citamos a Zollikofer, aunque sólo fuera de pasada, a cuento de que sugería que las mujeres neandertales necesitarían de apoyo social durante el alumbramiento (M. Ponce de León, et al. 2008: Neanderthal brain size at birth provides insights into the evolution of human life history. PNAS). En un artículo publicado en la Early Edition de la misma revista (Neandertal birth canal shape and the evolution of human childbirth), T.D. Weaver y J-J. Hublin han reconstruido mediante Tomografía Computerizada la fragmentaria pelvis del esqueleto C1 del yacimiento de Tabun (Israel), y aunque indican que su canal de parto era más sencillo y el proceso diferente, no siendo necesarias las rotaciones a las que se ven obligados los bebés modernos para gestionar con solvencia su tránsito por él –innovación evolutiva que por tanto surgiría en exclusiva en la rama de los sapiens-, dicen que las mujeres neandertales parían con dolor. "A la mujer dijo [El Creador]: multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces; con dolor parirás los hijos;"... Génesis Cap.3 Vers.16; y también otro listo, José Fernández Rodríguez, concejal de la coalición PAS-URAS-Unidad Campesina en el Ayuntamiento asturiano de Tineo, "porque así lo dice la Biblia", que leches).

lunes, 20 de abril de 2009

Chicle (I).

Cuando el otro leí que en el aeropuerto de Leipzig habían encontrado un chicle tirado me quedé a bolos. ¿Sólo uno? ¡Leches, menuda noticia! me dije. Pero como soy como soy concluí de inmediato que no podía ser, que ahí había gato encerrado, y que por esos lares tenían que estar utilizando otras estrategias igualmente cerdas a la hora de mandar a cascarla las gomas de mascar, como dejarlas pegoteadas bajo mesas, mostradores, butacas, bancos. También pensé en Ben Wilson, y en que aunque todavía le queda tajo (sólo en las calles del centro de ciudad de México tiene ni más ni menos que 70 de ellos pegados por metro cuadro), quizás estuviésemos ante el principio del fin de su carrera. Tendría poco sentido pintar algo de lo que nadie va a disfrutrar, salvo que nos diese por poner patas arriba el mobiliario antedicho.
Pero la noticia no tenía nada que ver ni con lo cerda que es la humanidad actual ni tampoco ponía en peligro el futuro del amigo Ben, porque era un chicle, sí, pero de hace 7000 años. ¿Un chicle? Pues hombre…, es que así se las ponían a Fernando VII. Como hace 7000 años el aeropuerto de Leipzig tenía muy poco tránsito se ha conservado hasta nosotros en forma de pseudo peloteta con dientecitos marcados y todo ¿Qué va a ser pues? Hoy así uno dura menos de lo que cuesta chupar un espárrago, pero no es nuestro problema si no es nuestro el zapato. Que se espabilen los arqueolocos del futuro. Además se sabe que era de sabor extrafuerte, no porque se le haya vuelto a dar uso, que después de 7000 años mira tú que ascos, sino porque analizado se ha comprobado que era alquitrán, o brea, de corteza de abedul. Vamos, que en comparación las pastillas Fisherman’s Friend son una chuminada.


Chicle pegoteado en asfalto y pintado por Ben Wilson.


Receta de la abuela para obtener alquitrán de corteza de abedul. Ingredientes: Corteza de abedul. Requerimientos: Sitio al aire; algo para hacer un agujero; madera o carbón para un buen fuego; algo para hacer el fuego; un bote de hojalata, por ejemplo; y una caja, también de hojalata, con tapa. Proceder: Una vez en un sitio al aire libre se hace un agujero en el que se que introducirá el bote. A continuación se perfora la caja por su base, en su punto más hondo (con un agujero majete en el centro será suficiente). Se introduce en ésta la corteza -mejor “de pie” para que el aceite fluya sin problemas hacia el fondo- y se cierra la caja con su tapa. Habreís deducido ya que de lo que se trata es de que el aceite pase al bote que ya tenemos metido en el agujero que hemos hecho en el suelo, de manera que colocaremos la caja encima del bote. Se pone la madera y/o carbón encima y rodeando la caja y se le prende fuego. En un ambiente reductor –sin oxígeno dentro de la caja- la corteza de abedul no arderá, que es de lo que se trata, pero quedará completamente ennegrecida. El fuego lo mantenemos durante unas horas –dependerá de la cantidad de corteza que se ponga-. Tras esta primera fase tendremos un bote con el aceite generado por la combustión parcial de la corteza. Este aceite hay que reducirlo como si de una salsa se tratara, colocando el bote sobre o al lado de un fuego. En el proceso de reducción se generan gases que no son nada, pero nada buenos, y que por lo tanto es mejor no respirar. Además el aceite es muy inflamable. Para saber cuando la cosa está lista basta con echar una gotita del contenido del bote en agua. Si solidifica, ya está. Cuando lo des por hecho puedes verter el alquitrán, todavía líquido, en recipientes con formas a tu gusto y triunfar repartiéndolo entre los amigos. Sabe fatal cuando se mastica, y no se pueden hacer bombas, pero tiene propiedades antisépticas y la halitosis queda completamente enmascarada.

miércoles, 15 de abril de 2009

Familias neandertales.


En un estudio publicado en PLoS One (Genetic Evidence of Geographical Groups among Neanderthals), Virginie Fabre, Silvana Condemi y Anna Degioanni, del Laboratorio de Antropología de la Universidad de Marsella apuntan que el linaje neandertal no fue uniforme y homogéneo a lo largo de los 400.000 años que duró su historia evolutiva. Parece ser que la familia neandertal se dividió en tres subgrupos, con una ligera variabilidad genética y cierta diversificación morfológica en función de su ubicación geográfica: uno en Europa Occidental, otro en el sur del continente y el tercero en el Levante, en la orilla oriental del Mediterráneo, sugiriendo incluso la posible existencia de un cuarto subgrupo, en las estepas centrales de Asia.

Las investigadoras han tenido en cuenta el análisis de ADNmt de doce fósiles neandertales (realizados por distintos grupos de investigación desde 1997, entre ellos uno perteneciente al yacimiento del Sidrón -43.000 años de antigüedad-, otro de Vindija -Croacia, 38.000 años de antigüedad-, y varios más de Uzbekistán, Siberia, el Cáucaso, Alemania, Bélgica, Francia e Italia), sus características morfológicas y factores migratorios y de dispersión de los poblaciones neandertales de entre 100.000 y 30.000 años atrás. Según ellas, el tamaño de la población total de neandertales varió de forma importante a lo largo de los siglos, debido a ciertos movimientos migratorios entre los distintos subgrupos, y la variabilidad entre ellos, según habitaran en Europa occidental, del sur, o en Eurasia, se interpreta como “una consecuencia indirecta de las condiciones climáticas particulares sobre sus respectivos territorios a lo largo de todo el Pleistoceno Medio”.

miércoles, 8 de abril de 2009

Otra de caballos.

Fotografía de Paul Keates.
¿Os acordaís de Natalie Stear? ¿No? Vamos a ver… ¿y del koumiss? ¿Tampoco? Vaya. Hace un tiempo dejé un colgajo sobre la domesticación del caballo. Natalie, o la Stear, como querais, que trabaja en Bristol en el equipo de Richard Evershed, había encontrado señales isotópicas de leche de yegua en restos cerámicos de la cultura Botai datados en 3500 años a.C. ¿Os suena ya? Decíamos entonces que ya que ordeñar a una yegua salvaje se antojaba un asunto como para nota, la cultura Botai –desarrollada en las estepas del norte de Kazakhstan- era una buena candidata para asignarse la domesticación de ese bello animal, mediado el IV milenio a.C. Sí, sí, lo sé…, se que estais pensando “pero Dr. Jones, ¿eso de la leche y de la domesticación…, no está un poco cogido por los pelos? Pues hombre…, es un dato, claro. Había leche de yegua, luego utilizaban la leche de yegua, pero esto no prueba necesariamente que las yeguas estuvieran domesticadas. Siempre ha habido bestias, y habrá, y el último superviviente es un ejemplo de ello. En cualquier caso no sólo estaba el tema de la leche, había más cosas. Por ejemplo se detectaron estructuras –presuntamente cercados, ya se mencionó-, hecho que no es muy compatible con grupos de cazadores móviles de manadas salvajes. Los restos de fauna, muy abundantes, correspondían casi en su totalidad a restos de caballo, y la representación esquelética registrada excluía un transporte diferencial asociado con grandes matanzas (cuando uno caza grandes animales suele descuartizarlos en el matadero, llevándose sólo las partes más rentables cárnicamente y, en su caso, aquellas que tienen utilidad como materia prima, de manera que la representación esquelética que aparece en los lugares donde se matan o procesan, kill-sites, butchering-sites, es diferente a la que se registra allí donde se consumen, que generalmente es en casita), aunque otro dato que podría ser significativo, el del perfil de las edades, no permitia distinguir con claridad entre un manejo prudente del rebaño y una actividad cinegética. Por último estaba también el hecho de que los útiles propios del trabajo y la producción de pieles y correas de cuero predominaban sobre los propios del equipamiento de un cazador. Lo cierto es que todas estas evidencias, tomadas en conjunto, resultaban fuertemente sugestivas de la posible manipulación de caballos domesticados, pero verdad es que todas ellas son pruebas indirectas.



Hace una semanas volvieron a la carga con el tema en un artículo publicado en Science (A. Outram et al. The Earliest Horse Harnessing and Milking), y aunque en él se indica que “la existencia de pruebas arqueológicas sobre la domesticación del caballo en la cultura Botai no es concluyente”, se siguen aportando otras que siguen apuntando en la misma dirección, en la de la presencia de una proporción de caballos domesticados entre sus manadas. Estas pruebas son de dos tipos. Por una parte está la basada en las medidas de los metacarpianos de varios conjuntos de caballos, que van desde los que aparecen en el yacimiento del Pleistoceno final de Kuznetsk hasta los domésticos actuales de Mongolia. Esos análisis situan a los caballos de los Botai muy próximos a estos últimos y a los caballos también ya claramente domésticos del yacimiento de Kent, un sitio de por aquellos lares de la Edad del Bronce entre el 1300 y el 900 a.C. Por otra está cierta característica patológica que podría indicar que los caballos llevarían arneses y quizás fueron montados.


El bocado de un caballo se coloca sobre el diastema mandibular, y un contacto repetido con la parte superior de éste puede producir periostitis, deposición de nuevo hueso patológico, o destrucción de hueso. También puede entrar en contacto con la zona anterior del segundo premolar, generando un desgaste del esmalte que deja expuesta la dentina. Cierto es que tal alteración puede ser producida no sólo por el bocado, sino también por el tipo de alimentación, pero para discernir entre una y otra pueden tenerse en consideración el tamaño y la forma del área expuesta. En el estudio, de una muestra de 15 premolares y diastemas mandibulares, un premolar presentaba una alteración inequívoca producida por un bocado, siendo posible en otros dos, y cuatro diastemas presentaban nueva formación de hueso. Así que nada, hasta que se tenga a un candidato mejor..., adjudicado a los Botai.