domingo, 14 de diciembre de 2008

EL INSÓLITO CASO DE TITA, LA CHICA DE LA CURVA, Y SU RESISTENCIA NUMANTINA AL RAZONAMIENTO DE LA CIGÜEÑA.


Age shakes Athen´s towers, but spares gray Marathon.

(“El tiempo ha derribado las torres de Atenas, pero ha preservado las pardas llanuras de Maratón”. George Gordon Noel Byron (Lord Byron), en Childe Harold, canto II, estr. 88.)

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MAFALDA: ¿Qué no?... ¡Andá y hacé la prueba entonces! Pedí en tu casa que te expliquen qué pasa en Vietnam...¡Vas a ver como te salen hablando de la cigüeña!
FELIPE: ¿¡Pero qué tiene que ver la cigüeña con Vietnam!?
MAFALDA: No sé..., ¡pero cuando los mayores no saben como explicarte algo, seguro que hay una cigüeña de por medio!

(Quino)

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Corría un año indefinido de la primera mitad del siglo XXI, y allí estaba yo, con mi minimonolito de carreras tuneado en forma de Aston Martín DB5, modelo Goldfinger de 1965, de color verde inglés y volante a la derecha, recorriendo, muy despacio y con parsimonia, una estrecha carretera rural flanqueada por un bosque de pinos hermosísimos, mientras oía Pompa y Circunstancia, Opus 39, de Elgar, cuando, de repente, se me apareció la “chica de la curva”.
-¿Podría llevarme hasta Garray? –me preguntó, después de hacerme una seña para que parara en el arcén, la pálida, y ya no tan joven “chica de la curva”-, es que tengo allí un asunto importante -dijo.
-Bueno, no sé –contesté algo azorado por la extraña situación- es la primera vez que vengo por aquí, la primera vez que me para una “chica de la curva” y no sé dónde esta Gara...
-Garray, se llama Garray, ¡ah!, y no se preocupe, es un poco más adelante, ya le indicaré yo...-me contestó con una sonrisa enigmática, mientras subía al coche.
-Me llamo Hal, y viajo por placer, para conocer lugares poco frecuentados y remotos, ¿ y usted...? –le dije algo envarado, sin saber muy bien como iniciar la conversación.
-Mi nombre no importa mucho, aunque me llamo Tita, Tita Fonthyessen y he sido coleccionista de pintura y de maridos. Ahora me dedico a otros menesteres que me divierten más..., y, por favor, tutéame –dijo con cara divertida, como de la niña traviesa que, seguro, había sido, quizá sesenta o setenta años atrás.
-¿Por ejemplo...?
-No sé, salvar árboles y ayudar a amigos importantes, como ahora...
-¿Ahora...?
-Sí, voy a ese lugar porque me ha llamado mi amigo Publio Cornelio, ya sabes, Escipión, el Africano...
-Pues no, no sé, no me suena de nada..., es que vivo muy lejos... –me excusé.
-¿Sí?, yo también estoy de paso y ¿vivo? –dudó un poco- lejos, pero bueno, es igual, donde estoy ahora, y de donde vengo, Escipión es un personaje de los más importantes y conocidos. Me ha citado en Garray para encadenarnos, metafóricamente hablando, a un yacimiento...
-¿A un yacimiento de oro..., de diamantes..., de coltán...? –le corté algo descortés.
-No, ¡por Dios!, a un yacimiento arqueológico, o, más bien, a un conjunto arqueológico compuesto de varios yacimientos...
-Qué casualidad, yo he estado en una excavación una vez, en un planetoide lejano, con un equipo de arqueólogos de postín...
-Sí, en el Calamocha, ya lo sabía, comprenderás que no me iba a aparecer al primer mindundi que pasara por la curva, siempre he elegido a mis compañeros de viaje, ya fuera éste en coche, en ascensor o en liana...-me espetó muy digna.
-Ya veo, ya...
-Pues sí, Hal..., como te iba diciendo, verás es un caso extraño, un pequeño yacimiento, unas pocas ruinas de lo que fue un enclave bastante reducido en el que, sin embargo, de vez en cuando, se montan unos follones tremendos.
-¿Follones?
-Follones..., cristos, tiberios, jaleos, algazaras, trifulcas, guirigáis, gatuperios, asedios, guerras, especulaciones inmobiliarias, atentados al patrimonio y al paisaje..., en fin, defínelo como quieras..., el sitio se llamaba, y se llama, Numancia.
-¿No se llamaba Garray...?
-No, ese es el pueblo actual que está al pie del yacimiento...-dijo poniendo cara de tener mucha paciencia-, Numancia fue famosa por la resistencia que opuso a la conquista romana en el siglo II a. C. Este enclave se conoce bastante bien merced a las excavaciones arqueológicas que han puesto a la vista buena parte de su planta urbana. Numantia se transformó después, en época romana, en un pequeño núcleo de unas 20 ha (contando zonas de habitación exteriores al área principal) que mantiene, regularizando algo quizá, su urbanismo antiguo mediante dos calles paralelas longitudinales, la mayor de ellas de unos 350 m de longitud, cortadas por diez transversales menores, que fuerzan manzanas (insulae) rectangulares donde se instalaron las casas...
-Algo le empieza a sonar a mis circuitos..., digo neuronas... No parece gran cosa...
-Conmigo no disimules, Hal, que ya sé del pie heurístico y algorítmico que cojeas..., -me dijo jocosa, la muy bruja- no, no era gran cosa, nunca lo fue, por lo que conocemos, carece de una gran arquitectura monumental..., quizá sólo tenía algunos edificios cívicos. Básicamente, la diferencia entre la Numantia romana imperial y la del siglo II a. C. residió en el aspecto quizá más cuidado de sus calles y en el de sus viviendas, en una mayor preocupación por el aprovechamiento del agua de lluvia... Su importancia, sin embargo, deriva de ser un lugar común y referencia en la historia de la península Ibérica (curiosamente, en principio referencia al orgullo de los romanos, como monumento a la victoria de sus ejércitos, y sólo mucho después indígena, vindicando la genuina fiereza patria de los hispanos, dicho sea así, entre paréntesis y por lo bajini).
Publio Cornelio Escipión Emiliano Africano, y más tarde también Numantino, mi amigo (que coleccionaba nombres, como yo cuadros y maridos), que algunos años antes había destruido Cartago el muy bruto, llegó a las cercanías de Numancia hacia finales del verano del 134 a. C. con objeto de asaltar de la ciudad. No eligió una táctica de confrontación directa a pesar de contar, según dicen, con unos 60.000 hombres y los numantinos no llegar a los 10.000, sino que optó por un asedio precedido por el saqueo de los alrededores que asegurara el avituallamiento de su ejército y la carencia de recursos de los numantinos. Estableció un cerco compuesto por dos campamentos principales y siete fuertes unidos entre sí por un muro de unos 3 metros de ancho precedido de un foso, con un parapeto de madera en su parte superior y jalonado por torres que servirían para la instalación de máquinas de artillería, la vigilancia y la transmisión de señales. A este dispositivo se añadieron dos fortificaciones menores situadas una frente a otra a cada lado del río Duero, para impedir la llegada de suministros y el paso de hombres mediante un artificio, que describe bien el alejandrino Apiano, con maderos erizados de lanzas y hojas afiladas, a modo de rastrillos sujetos por cuerdas entre ambas orillas. Este sistema de asedio, que fue estudiado en el siglo XX por Adolf Schulten, consta fundamentalmente de los campamentos: el de Castillejo, al Norte, y de Peña Redonda, al Sureste. En el primero las excavaciones dejaron al descubierto unas 8 h con abundantes restos de estructuras y materiales muebles como cerámicas y armas de la época. El de Peña Redonda, de unas 11 h, se halla rodeado por una muralla de 4 m de grosor, con vestigios también de puertas y otras construcciones campamentales. Se trata en ambos casos de núcleos de habitación cuyo perímetro se adapta a la topografía irregular de la posición que ocupan –castra necessaria-, como convenía a las posibilidades de los cerros que rodeaban la ciudad vaccea cuyo cerco pretendían. Las fortificaciones menores se disponen entre ellos, unidas entre sí y los campamentos por las defensas lineales que antes te he descrito..., vamos todo un complejo...
-Jo, Tita, vaya empolle que llevas...
-No..., es que a fuerza de hablar con Escipión se te van quedando las cosas; esta es una de sus “batallitas” preferidas, no bien se ha tomado dos copas de falerno en las termas..., además, hay libros..., y me lo he repasado antes de aparecerme en la curva, no creas, por eso me ha salido semejante papiro... –dijo, ruborizándose un poco.
-Ya, pero eso pasó hace muchos años...
-Si pero la cosa ya te he dicho que es cíclica, y se ha vuelto a montar... el follón.
-¿Van a atacar a Numancia otra vez? –pregunté incrédulo.
-¡No, hombre!, ahora la cosa es más fina: se llama progreso, aunque, según se mire, las cosas van por ahí. A Numancia hace décadas que la vuelven a asediar varios proyectos urbanísticos: una Ciudad del Medio Ambiente, un polígono industrial de desarrollo, unos chalés adosados..., en fin, todo alrededor de Numancia, sin tocarle un pelo a los yacimientos, o casi, pero alterando un entorno que ha permanecido muy poco modificado durante siglos y siglos.
-Ya..., ya te entiendo, dilapidando el paisaje de las pardas llanuras de Maratón que ni el tiempo osó tocar...(al menos hasta el tiempo de Byron...), o sea, ¿una Ciudad del Medio Ambiente que se cargue el medio ambiente y un polígono de desarrollo industrial que impida cualquier otro tipo de desarrollo, igual que Benito Mussolini trazó la “Vía de los Foros Imperiales”, en Roma, por encima mismito de los susodichos Foros?
-¡“Exato, correto y clavao”! –me apostilló Tita aplaudiendo-, aunque todo es impolutamente legal. Eso es lo que tiene más gracia...
-¡Mandan... bastos..., legal e impoluto, como todas las tropelías que se cometen al amparo de leguleyos y visionarios con ganas de protagonismo o por débiles mentales achantados por el miedo a perder sus prebendas o sus puestos de trabajo...!, ¿pero alguien se opondrá...?
-Casi todos..., casi..., aunque..., en fin vamos a dejarlo..., han hecho informes, comunicados y pronunciamientos contra esa barbaridad: la Real Academia de la Historia, la Academia de Bellas Artes de San Fernando, otro hecho al alimón por las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia, el Comite Nacional de ICOMOS, la Mesa del Instituto de España, el Instituto Arqueológico Alemán, la Universidad de Exeter, la Universidad de Pecs, el Observatorio del Patrimonio Histórico Español, el Grupo de Investigación de Paisaje Cultural de la Universidad Politécnica de Madrid y Greenpeace. Se han adherido a las acciones para evitar el desastre, promovidas por el Departamento de Historia Antigua de la UNED en Madrid: Hispania Nostra, los profesores de la Facultad de Geografía e Historia de la UNED, el Institut Català d'Arqueologia Clásica, el FORVM CAESAROBRIGA con sede en el C.A. UNED de Talavera de la Reina, la Universidad de Bristol (Departamento de Estudios Hispánicos, Portugueses y Latino Americanos), la Stiftung Preussischer Kulturbesitz (Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano), el Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de Salamanca, la Real Fundación de Toledo y la Casa de Velázquez (Madrid). Eso por no contar muchas adhesiones personales de científicos de prestigio...
-Hasta los prusianos ¿eh?, ¡pues vaya!... ¿Y entonces...?
-Ni caso, no les hacen ni caso.
-¿Y tú..., cual es tu jugada?
-Honestamente, creo que soy la única salida lógica posible, la reencarnación irracional y folclórica de la “chica de la curva”, la transustanciación ectoplásmica metapsíquica y jocosa de la máxima que reza: "los seres que no atienden a razones sólo pueden ser sensibles a lo irracional".
-Amén. Bueno, visto así..., vamos, lo de la cigüeña de Mafalda..., aunque tú, Tita, no me pareces tan irracional...; y ¿cual es vuestro plan?
-¡Buenooo! –rió alegre-, no conoces mi pasado preectoplásmico, Hal, te sorprenderías de lo irracional que fui a veces... Bien, respondiendo a tu pregunta, sí, así son las puñeteras explicaciones de la cigüeña que no demuestran absolutamente nada y que es posible que encubran intereses que no puedo imaginar...; nuestro plan, por lo demás, es muy sencillo: aparecernos, Publio y yo, a todo bicho viviente, diciendo de forma dramática, con los vestidos rotos, la piel ajada y ensangrentada y cara de malas pulgas aquello de: ¡Numanciaaa nooo se tocaaaa, dejaaad en paaaz a los muertooos...!
-Todos somos, a veces, algo irracionales, pero lo de los muertos vivientes..., es un poco melodramático ¿no?
-Si, ¿pero que quieres?, yo por una buena causa igual hago de zombi que me encadeno a un plátano en el Paseo del Prado... y, si no hay más remedio y las razones no sirven, habrá que hacer algo ¿no?; con Gallarzón me sirvió y me salí con la mía.
-Lo que no entiendo es lo de Publio Cornelio Escipión, ¿no quería destruir Numancia...?
-Sí, pero no aguanta que le toquen los castra necessaria, los campamentos legionarios, ya me entiendes, los militares siempre han sido muy suyos para esas cosas.
-Pues sí, Tita, tienes toda la razón. ¿Sabes?, para mi que por muy “chica de la curva” que aparentes ser, me parece que estás muy viva, y que, además, lo eres.
-Es posible, pero ya sabes, el secreto del éxito está siempre en parecer una “mosquita muerta”... –dijo con cara de cachondeo- ¡venga!, que estamos llegando, prepárame uno de tus cócteles para celebrarlo.
-No tengo hoy el cuerpo para cócteles..., Tita, será cosa del Espíritu Santo...
-¿Cómo dices...?
-Nada, cosas mías: quiero decir que estoy como con resaca, pero sin haberme corrido una juerga previa...
-Vale, Hal, pero no te pongas melancólico. Para en ese bar y nos tomamos un tintorro y unos torreznos, que asientan mucho el estómago, ¡mano de santo!.
-¡Eso está hecho!

Fdo.: HAL 9000