miércoles, 7 de enero de 2009

Tiraban, pero poco.


Si en lugar de pasarte los ratos ahí dormitando en el sofá te hubieras decidido hace años a practicar un deporte –ahora ya casi mejor te olvidas-, como por ejemplo lanzamiento de jabalina, o balonmano, o béisbol –pitcher sobre todo-, seguramente habrías optado por usar el brazo derecho. A no ser que seas zurdo o zurda hace ya tiempo que te habrás percatado de que la mano y el brazo izquierdo –que van en el mismo lote- los usas lo justito…, para sacarte los mocos y poco más. La dominancia de la extremidad superior derecha no es algo reciente, y de ello dan fe unos cuantos tipos de evidencias: estudios de la lateralización cerebral; marcas de estrías en los dientes anteriores; la asimetría bilateral y las medidas de robustez de los brazos; las secuencias de reducción de los núcleos líticos; la localización de la zona de desgaste en determinados artefactos –sobre todo en raspadores-; la prevalencia de heridas registradas en el lado izquierdo -el más vulnerable cuando eres atacado por un prójimo que también es diestro-; en fin, que está apoyada, vamos.


Si hubieras hecho un deporte así hoy no sólo no tendrías mejor salud y más buena pinta, sino que además seguramente el ángulo de retroversión humeral de tu brazo derecho sería mayor de lo que lo es en la actualidad. La torsión humeral (o su complementaria, la retroversión) es la posición de la superficie articular humeral proximal en relación con la superficie articular distal. En su tiempo se consideró que era un rasgo estático, filogenético, que difería ligeramente entre sexos, lados y poblaciones, y de ahí que el bajo grado de torsión humeral de los neandertales (o el elevado de su complementario, el de retroversión) se vió como un rasgo taxonómico que los distinguía de los humanos modernos. Según esto quizás te preguntes ¿quiere ello decir, Dr. Jones, que los neandertales jugaban al balonmano, o al béisbol, o… algo mucho más prosaico…, que tiraban proyectiles lejos, lejos, lejos? La respuesta es que a estas alturas del blog ya deberías de saber que hay numerosos hechos –el propio gobierno de Israel, pestes, inspecciones sorpresa, la necesidad de diseñar masters contrarreloj- que ponen de manifiesto lo retorcido y maligno que es Satán. El grado de torsión humeral dentro y entre poblaciones es en realidad bastante variable, lo que sugiere que no sólo puede estar condicionado por demandas funcionales específicas, sino también por componentes genéticos, como por ejemplo la variación en la forma de la caja torácica, de manera que la mera comparación directa de los valores de torsión entre grupos (neandertales y humanos modernos, por ejemplo) no cabe esperar que nos permita hacer inferencias sobre si unos eran lanzadores habituales de proyectiles de larga distancia y otros no.


En un estudio realizado por Joel Murachovsky (et al. 2007: Evaluation of humeral head retroversion in handball players, publicado en la revista Acta Ortopédica Brasileira) se concluía que lo que había era una significativa diferencia cuando lo que se comparaba era la retroversión del húmero del brazo dominante respecto del no dominante, y eso es lo que han planteado y estudiado J.A Rhodes y S.E. Churchill en un artículo publicado el pasado mes en JHE (Throwing in the Middle and Upper Paleolitihic: inferences from an analysis of humeral retroversion) del que se hizo eco la red diciendo que los neandertales podrían haberse extinguido al ser “bombardeados con proyectiles aéreos”. Nuestro telepito dio cuenta del mismo trabajo con el escueto “los neandertales tiraban, pero poco”. Basándose en resultados de estudios realizados con atletas y en las evidencias arqueológicas que sugieren que los proyectiles de “largo alcance” surgieron en África a partir de la Middle Stone Age y llegaron a Europa en las manos de los humanos modernos, o que se desarrollaron aquí al inicio del Paleolítico Superior, esperaban constatar que 1) los hombres del paleolítico superior exhibirían ángulos de retroversión humeral en el brazo dominante (derecho) más similares a los valores observados en grupos de humanos modernos que utilizan técnicas de caza basadas en proyectiles, o en atletas lanzadores, que a los observados en grupos de no lanzadores y 2) que los hombres del paleolítico superior exhibirían niveles más grandes de asimetría bilateral en la retroversión humeral que los neandertales y similares a aquellos observados en grupos humanos recientes de lanzadores.
El resultado es que el modelo de variación en la torsión humeral entre sexos y entre brazos sugiere que el bajo ángulo de torsión entre los neandertales no es una función que tenga que ver con prácticas de lanzamiento. La retroversión humeral es reducida en los machos neandertales en relación con las hembras y en el brazo izquierdo en relación con el derecho (supuestamente el dominante), lo cual es inconsistente con las asunciones básicas relacionadas con una subsistencia basada en la utilización de proyectiles de largo alcance y la plasticidad del húmero, a saber: que el brazo dominante (el de lanzamiento) se espera que tenga un mayor grado de retroversión y que los machos tengan más retroversión que las hembras.
Su estudio apunta a que 1) los neandertales no eran usuarios habituales de armas que pudieran lanzarse a grandes distancias; 2) que la asimetría bilateral observada en la retroversión humeral sugiere un uso variable de este tipo de armas en el Paleolítico Superior medio –con una gran variación interindividual- quizás relacionado con diferencias regionales en las prácticas de caza o con la importancia de los proyectiles y 3) que los niveles de asimetría observados entre los hombres del final del Paleolítico Superior son consistentes con el uso regular de la tecnología de proyectiles. Así que insistimos, al menos por ahora, que los neandertales tiraban, pero poco.