martes, 29 de julio de 2008

La "Matrixmanía".

Le estoy dando vueltas a las posibilidades que tengo de montarme en el euro con la brillantísima idea expuesta en uno de mis anteriores colgajos (Excavación en área abierta), y creo que es factible. Si para hacer un sudoku sólo necesitas lápiz, goma, mucha goma, y saber tres cosas, para hacer una Matrix Harris necesitas lo mismo y cuatro cosas. Ya veo incluso descrito el fenómeno, “la Matrixmanía”. Y es que, a la hora de licuarse los sesos, entre resolver un sudoku o una matriz de máxima dificultad ya vereís que no hay color.
Por estratigra­fía se entiende “tanto el con­junto de niveles de un yacimiento como el estudio des­criptivo de los es­tratos arqueoloquicos, su aparición, composi­ción natural y cultural, suce­sión y clasificación, con el objeto de ordenar­los en una secuencia cronológica”. Reconocer, individualizar e interpretar los diferentes niveles o estratos que constituyen el depósito sedimentario de un yacimiento resulta de fundamental importancia en el curso de una excavación, y esto por dos razones: la primera porque cualquier error en su regis­tro hace que artefactos en ellos contenidos, al ser separados de su con­texto, pierdan la pista de su posi­ción estratigrá­fica originaria; y la segunda porque el estudio de la disposición de los estratos, en orden a una serie de principios, nos permite controlar la componente temporal –fundamental en cualquier estudio histórico-, nos permite determinar el orden de los acontecimientos que han tenido lugar en el yacimiento. La ordenación de los estratos o niveles de un yacimiento según la secuencia de su deposición (estratificación) nos proporciona la cronología relativa de ese yacimiento.

Un estrato queda documentado cuando se describen todos sus caracteres constitutivos (tanto sedimentarios como arqueológicos) y cuando su posición, forma, y disposición se refleja gráfica­mente en relación al resto. No obstante existen distintos grados de precisión a la hora de establecer esas relaciones, siendo el resultado gráfico también distinto. Pensaba enrollarme con aspectos historiográficos…, que si antes así, que luego asá, que ahora mira tú…, pero hace calor y entraré directamente en harina resumiendo de forma telegráfica.

Las altimetrías, cortes o secciones que todos conocemos resultarían de una relación simple y puntual. Como indica Harris, las altimetrías o secciones proporcionan relaciones comprimidas (el propio Wheeler decía que "ninguna secuencia cronológica puede considerarse como establecida con seguri­dad, sobre la base de un corte único"). En los tradicionales cortes verticales se ven los distintos niveles, intrusiones, estructuras, tal y como apare­cen en las paredes que van quedando a un lado de la parte excavada. Estas representaciones realis­tas de los perfiles sólo muestran la secuencia que se da en el exacto lugar donde se hizo el corte.




Corte estratigráfico de una zona del yacimiento de Jonzac.


Con la aplicación de la "Matrix Harris" podemos obtener una relación compleja y global. Este método considera a cada estrato por igual, trasfor­mándolo en una unidad abstracta (para Harris el término estrato comprende también contextos y estructuras: da lo mismo que se trate de una muralla como de un agu­jero de poste, ya que cada uno de ellos representa un "suceso" en el tiempo, sea de unos minutos o de muchos años). La ma­triz se crea mediante la in­terpretación de la estratificación según las leyes de superposición, hori­zonta­lidad original y continui­dad original. Las representaciones estratigráficas así descubiertas se trasla­dan, de acuerdo con la ley de sucesión estratigráfica a una hoja, "Matrix Harris", configu­rando así una secuencia estratigráfica. Estos diagramas representan la secuencia relativa de todas las unida­des de estratificación del yaci­miento a través del tiempo. Con el paso de los años se han ido añadiendo detalles, y así se pueden ver matrices en las que hay rectangulitos, circulitos y simbolitos de esos, utilizando cada uno de ellos para indicar un determinado tipo de unidad. Por ejemplo, el rectángulo puede servir para indicar que esa unidad es un estrato, y un círculo que es un agujero de poste (una unidad estratigráfica negativa), y así con otras cosas. En el interior de cada una de esos simbolitos aparece un número que es el asignado a la unidad estratigráfica.


Relaciones estratigráficas.



Empecemos por la unidades estratigráficas. Éstas pueden ser i) interfacies de estrato horizontales, que son las superficies de los estratos naturales y de los estratos antrópicos, que poseen las mismas relaciones estratigráficas que los depósitos y que se registran como parte integrante de ellos; ii) interfacies de estratos verticales (muros y depósitos similares de origen antrópico), ambas “expresión de las superficies y depósitos que constituyen un yacimiento”; iii) elementos interfaciales horizontales y iv) elementos interfaciales verticales, también ambos resultado, en este caso, “de una acción negativa… a partir de la destrucción de la estratificación preexistente, habiendo creado sus propias superficies y áreas”. Los elementos interfaciales verticales son el resultado de la excavación del terreno, fosas pozos, tumbas, etc., y los horizontales “están asociados con los estratos verticales y marcan los niveles en que los depósitos han sufrido destrucción, cuando un muro se cae, por ejemplo. Estos elementos interfaciales poseen relaciones estratigráficas propias, no asociadas al depósito del que dependen, y deben ser numerados. En el corte que puse hace unos días (y que en realidad era un mero traslado al papel de una fotografía) esto no ocurría con los muros, por ejemplo, y eso es un problema. Si un muro que se ha venido abajo parcialmente, un estrato vertical, lo consideramos como una única unidad estratigráfica (un número), tendremos problemas, de hecho será imposible, establecer en la secuencia la fase de su caída, que evidentemente se produce en un momento posterior al de su construcción. Ahí hay dos sucesos, levantamiento (estrato vertical), caída parcial (elemento interfacial horizontal), y por lo tanto dos unidades. En el caso que propongo para utilizaros como conejillos de indias se ha indicado la existencia de los elementos interfaciales con la asignación de su número correspondiente.

Continuemos con las leyes estratigráficas. Las leyes de la estratigrafía arqueológica son cuatro: i) Ley de superposición: Los estratos inferiores son más antiguos que los superiores; ii) Ley de horizontalidad original: cualquier estrato arqueológico depositado de forma no sólida tenderá hacia la posición horizontal. Los estratos con superficies inclinadas fueron de­positados origi­nalmente así, o bien yacen así debido a la forma de una cuenca de depósito pre­existente; iii) Ley de continuidad original: todo depósito arqueológico o todo elemento interfacial es­tará de­limitado originalmente por una cuenca de deposición, o bien su grosor irá disminuyendo progresiva­mente hacia los lados hasta acabar en cuña (si tiras la tierra contenida en un cubo en medio de una habitación te imaginas como quedará… ¿no?, se acuñará en su perímetro; si esa tierra la tiras contra una pared ese depósito tendrá un contorno vertical en uno de sus lados, indicador de que, obviamente la pared ya estaba antes de que tirásemos la tierra); iv) Ley de sucesión estratigráfica: una unidad de estratificación arqueológica ocupa su lugar exacto en la secuencia estratigráfica de un yacimiento, entre la más baja (o más antigua) de las unida­des que la cubren y la más alta (o más moderna) de todas las unidades a las que cubre te­niendo con­tacto físico con ambas, y siendo redundante cualquier otra relación de superposi­ción.


Estratigrafía hipotética de un yacimiento.


Una vez que tenemos registradas todo tipo de unidades estratigráficas sólo queda conocer qué tipo de relaciones se dan entre ellas (como se indica en el gráfico "Relaciones estratigráficas") a partir de las leyes estratigráficas, para acto seguido generar la secuencia mediante la aplicación de la ley de sucesión. Es importante conocerla bien y tener bien presente lo que dice. Así por ejemplo, en el caso de uno de los ejemplos indicados en la gráfica "Relaciones estratigráficas" la unidad 1 tiene contacto físico con las unidades 2, 3 y 4, pero hay que recordar que su posición en la secuencia estará entre la más baja de las unidades que la cubren (en este caso no hay, porque es el nivel a techo) y la más alta de todas a las que cubre. En este caso son dos, la 2 y la 3, pero ya no la 4; esta relación es redundante dado que 4 está por debajo de 2 y 3 aunque tenga contacto físico con 1. ¿Ok? Pues os dejo con la propuesta de indicar mediante una matrix la secuencia estratigráfica del yacimiento hipotético que presento, una Matrix Harris de grado de dificultad 1. Podeís acudir a la página web de Harris y bajaros un programa para hacerla, o bajaros el programa Proleg Matrix Builder, que es gratuito durante 15 días. Que por cierto, los de Proleg me lo podían regalar… jeje. Y esta figura es la forma como acaba la matrix, por si sirve de algo.


Otro Stonehenge.

Un equipo de arqueoloquía dirigido por Francois Bertemes ha descubierto en Pömmelte (al este de Alemania) un lugar de culto de hace unos 4250 años, similar al de Stonehenge (Inglaterra) pero realizado con madera. El “monumento”, de forma circular, fue utilizado durante más de dos siglos como lugar de sacrificio y culto a los muertos, y muy probablemente, según los expertos, también tenía fines astronómicos. De estructura circular, cuenta con un primer círculo concéntrico compuesto de postes de madera de 30 centímetros de diámetro cada uno y de un círculo exterior, en el que se han descubierto numerosas tumbas funerarias. Se descubrió por primera vez en 1991 durante unos trabajos de reconocimiento aéreo. Los trabajos de excavación en Pömmelte, que se han prolongado a lo largo de dos años, se enmarcan en un proyecto de investigación de la edad del bronce en el estado federado de Sajonia-Anhalt, que busca ahondar en los vestigios de esa época. De ese mismo land procede el disco celeste de Nebra, de unos 3600 años de antigüedad. De 32 centímetros de diámetro y dos kilogramos de peso, es la representación más antigua, y la primera portátil, del firmamento y sobre su superficie metálica verde azulada aparecen el sol, la luna y 32 estrellas, en láminas de oro.

Disco celeste de Nebra.

The Cape Dorset (1993), por Kenojuak Ashevak. Arte Inuit.

Rollo de los indios Pawnee con una representación del firmamento.

viernes, 25 de julio de 2008

Sueño con una niña...

Que dejadez, por Dios, si acabo de reparar en que el colgajo de la excavación en área abierta ya tiene hasta telarañas. Por lavarle un poco la cara a esto voy a recurrir a los periódicos que traen alguna noticia. En concreto me refiero a dos que tienen como nexo de unión a Juan Luis Arsuaga.

La primera es que en la próxima reunión de la Sociedad Española de Paleontología, que se celebrará el próximo mes de octubre en el Museo del Jurásico de Asturias (Muja), el equipo del Laboratorio del Cuaternario de la Facultad de Geología de la Universidad de Oviedo dará a conocer un fragmento de mandíbula humana recuperada en el año 2007 en el yacimiento del “Camarín de las ciervas”, una galería del conjunto de los Torneiros, en el valle del Trubia (Santo Adriano de Muñón, Asturias). El sitio, descubierto en el año 2005, es una galería que termina en una pequeña cámara en la que en sus paredes se identificaron figuras animales grabadas, algunas de ellas ciervas. Su estilo se asimila al de las figuras ya conocidas de Cueva de los Torneiros y Cueva de Santo Adriano, considerado Gravetiense-Solutrense. En las excavaciones llevadas a cabo el pasado año se recuperaron piezas de sílex, abundantes restos de ocre y restos de adornos, entre ellos un colgante en Trivia Monacha, todo ello de entre hace 21.000 y 19.000 años. Y la mandíbula que se presentará en breve. Se trata de un fragmento que conserva el primer molar inferior izquierdo dentro de su alveolo (aún no eclosionado), y que pertenece pues a un individuo infantil, posiblemente una niña de unos 2 ó 3 años. La mandíbula está fracturada y los componentes del equipo, del que forma parte Juan Luis Arsuaga sospechan que pudo “haber sido víctima de un festín alimenticio”, aunque a diferencia de lo que se observa en el chico de la Gran Dolina aquí no han aparecido marcas de carnicería.


Grabados del Camarín de las ciervas.


La segunda es que la excavación en Atapuerca toca a su fin por este año. ¿Cosas a destacar? Pues por lo que veo, que la Sima de los Huesos ya es algo más de medio millón de años más vieja, y que el Homo antecessor de la Sima del Elefante (nivel TE9c) ya tiene 1.3 M.a de antigüedad, en el que ha recuperado una primera falange del quinto dedo de la mano izquierda de un niño o una niña, así como piezas de industria lítica y huesos de animales de tamaño medio y grande con fracturas de origen antrópico y marcas de cortes, y que el tal antecessor debió vivir entre “hace 1,3 millones de años y unos 900.000, o quizá 800.000". En fin, que en todos los yacimientos de Atapuerca la campaña ha sido fructífera; en el Portalón, un yacimiento de la Edad del Bronce (3900 B.P., aunque en algún periódico y por error se diga 3.900 millones de años, porque en Atapuerca todo es muy viejo pero no tanto), vasijas conteniendo aún cereal en su interior, o un punzón hecho con hueso humano del antebrazo; o en “Hotel California”, que en realidad es un yacimiento al aire libre a orillas del río Pico visitado por heidelbergensis y neandertales, en el que se han recuperado más de medio millar de herramientas líticas realizadas sobre todo tipo de materias primas aprovechables que pueden obtenerse en la Sierra, sílex, cuarcita, arenisca, cuarzo. Que dejadez, Dios, que dejadez. Y que calor.


Que por cierto, el otro día, a lo que se ve, le preguntaron a Arsuaga en la entrega del premio Antonio de Sancha por su defensa y divulgación de la cultura, si los heidelbergensis soñaban. Hay preguntas que desde luego. Su repuesta fue: “Ése es el gran problema de la ciencia, conocer el origen de la mente humana. Hemos encontrado muchos datos que nos permiten entender cómo nos hemos convertido en una especie consciente. Estamos hechos de átomos, pero la materia sabe de su propia existencia y a partir de ahí se hace preguntas”. Respuesta que no sé si quiere decir, sí, no, o sólo en la siesta. Pero digo yo ¿los animales, o algunos animales no sueñan? Yo creía que sí, al menos mi gato Silvestre seguro que sueña. En fin, que me lo digan los amigos de Abulafia, a los que les tengo mucha fe. Y ya puestos pregunto ¿hay alguien que sueñe en blanco y negro?

miércoles, 16 de julio de 2008

Excavación en "area abierta".

Imagen de Arqueoterra. La pala, el capazo y el encendedor, sí, sí, se han dejado un encendedor, sirven de escala.


Para mí que HAL9000 se nos ha metido en un frondoso jardín del que no sé cómo saldrá si, como nos dice en su último colgajo, se ha decidido a contarnos la excavación virtual de “su” yacimiento arqueoloquico virtual. Tiene para rato, salvo que decida atacar a su “dream team” interdisciplinar, de verdadero postín, con un batallón de “mosquitos tigre” virtuales y lo aparque en un garito donde puedan trasegar slings, gimlets y urbasones virtuales. Ya veremos por dónde nos sale el expsicópata este. Pero de momento he pensado que esa historia puede darnos pie para comentar algunas cuestiones que nos apunta sobre aspectos de la práctica arqueoloquica, y así sobrellevar este insólito verano en el que la noticia es que Atapuerca no es noticia. En esta primera entrega habría varias cuestiones a comentar, entre otras la prospección, las “estrategias” de excavación, o la aplicación de los principios de E. Harris y su “matrix” como medio de registrar y reflejar la secuencia estratigráfica de un yacimiento. Que por cierto, caigo ahora en la cuenta de que de la misma manera que se venden cuadernillos de sopas de letras, cruzadas, silábicos, autodefinidos, crucigramas, sudokus, kakuros y tal y tal pascual para pasar el rato, digo yo que para devanarse bien los sesos y como pasatiempo unas buenas “matrix Harris” por su sitio podrían hacer un papel cojo…, digo, excelente…, ¡o en la Nintendo!, “Brain Training del Dr. Harris ¿Cuántos años tiene tu cerebro?” Con distintos niveles de dificultad y todo el tinglao…, hasta excavaciones urbanas con pozos ciegos que atraviesan esto, aquello y lo de más abajo, remociones, aterrazamientos, basureros, muros aquí y allá y por todas partes, bodegas, aljibes, reformas, reformas de reformas y otra vez a vueltas con las reformas, esto qué leches hace aquí, solifluxiones, crioturbaciones, tuberías de agua, de gas, cables de telefónica, de ONO…, miles y miles y miles de unidades estratigráficas…, horizontales, verticales… -ahh las verticales…-, sin olvidarnos del constructor, claro. Eh…eh… ¡quietos, todos paraos que la idea ha sido mía!


Unidades estratigráficas de la imagen anterior.

Hoy haré algún comentario sobre lo segundo, sobre las “estrategias” de excavación. Cuando HAL9000 nos cuenta que Binford le decía a Wheeler, “Mortimer, no quiero testigos en la excavación”, no debemos entender que Lewis quiera excavar a puerta cerrada, tal y como algunos entrenadores de fútbol llevan a cabo sus entrenamientos para ocultar sus esquemas de juego al contrario, sino que lo que pretende es realizar una excavación en “área abierta”. El término no hace referencia, en absoluto, a que la excavación se realice al aire libre, como supe que insistían en repetir año tras año algunos alumnos de un arqueoloco, profesor en una universidad eslovena, con el que coincidí hace unos meses en la sala de espera de la consulta de un psiquiatra. Pobre hombre. “¿Usted se cree?”, decía dirigiéndose a un ficus benjamina que había en un rincón… “Todos los años lo mismo… y mira que les digo, que como alguien me diga que una excavación en área abierta es una excavación al aire libre me lo calzo sin más… que hablo en serio…, que me lo calzo y me lo calzo… […] pues no hay manera, siempre hay alguno que... ¡toma! Ya no puedo más, ya no puedo más…, esto es peor que cuando uno me preguntó que cómo es que la superficie circular de una choza paleolítica podía tener metros cuadrados… ¿Usted se cree?”. Así que nada, a mí al menos me quedó bien claro que una excavación en área abierta se puede llevar a cabo en un altozano, en el desierto, en el jardín de tu casa, en el interior de una iglesia, dentro de una cueva, en el sótano de tu vivienda…, en cualquier sitio. Este tipo de estrategia es la última incorporada a la arqueoloquía, a partir de la aparición en la década de los 60 del siglo pasado de la corriente crítica llamada “Nueva Arqueología”, de la que Binford es uno de sus “progenitores”. En su día, años antes, Sir Mortimer puso en práctica otro tipo de estrategia, el denominado “sistema Wheeler”, que consistía en exhumar el depósito del interior de “unidades de excavación” que quedaban separadas por pasillos sin excavar (testigos) de una anchura que, en su aplicación más ortodoxa, solía ser la equivalente a ¼ del de las unidades. Si la unidad de excavación era de 4x4 metros el pasillo tendría una anchura de un metro, pero en fin… luego cada uno lo hacía a su manera. En esos pasillos o testigos, conforme se iba profundizando en las unidades, quedaba registrada la estratigrafía del yacimiento, lógicamente 4 cortes estratigráficos por unidad.

Desde los iniciales “sondeos” hasta las excavaciones en “área abierta” las diferentes estrategias aplicadas por los arqueolocos (y hay unas cuantas) nos transmiten lo que ha sido su opinión cambiante a lo largo del tiempo sobre lo que han ido considerando más importante, que por no alargar el colgajillo puede resumirse de forma breve diciendo que inicialmente las estrategias de excavación potenciaban la “visión vertical” de los yacimientos en tanto que ahora se da preferencia a la “visión horizontal”, aunque lógicamente sin descuidar aquélla. En las excavaciones en área abierta, en las que no se suelen dejar testigos, y si de dejan vienen a estar en las áreas periféricas, la componente vertical se alcanza a posteriori mediante la realización de “secciones acumulativas”.

Pondré un ejemplo. Imaginemos una enorme tarta cubierta de chocolate por todas sus caras como equivalente a un yacimiento, de forma que no sabemos qué estructura le ha dado el pastelero por dentro. Por supuesto sólo le podemos hincar el diente por su cara superior (por razones tan evidentes que supongo que no será necesario explicar). El interés de un arqueoloco de finales del XIX y principios del XX sería básicamente saber por cuántas capas y de qué características está compuesta esa tarta, y la forma más rápida de obtener esa información sería la de extraer un cuadrado desde arriba hasta abajo, posiblemente en el centro. De inmediato sabría cuántas capas ha puesto el pastelero (cuántas ocupaciones y abandonos ha habido en el yacimiento), cómo se suceden y de qué es cada capa (a qué momento, en función de lo que contiene, corresponde). Este tipo de estrategia, que aún se aplica en casos en los que se quiere conocer rápidamente el potencial de un yacimiento (y de hecho parece que es como va a empezar HAL9000) iba bastante bien con los principios evolucionistas y difusionistas que caracterizan ese período de la arqueoloquía, y de hecho iba aún más de perillas cuando el objetivo era hacerse rápidamente con un ajuar funerario en una tumba, sin que tal vez importara nada más. Si a alguien no le ha pasado inadvertido el hecho de que realizar una cata (ese cuadradito) en un punto de la tarta, o incluso varias, no nos garantiza que la sucesión y composición ahí observada vaya a ser igual en todas sus partes puede felicitarse dándose una palmadita en la espalda. Tal vez el pastelero fuera un cachondo.

El equivalente de una excavación en área abierta respecto a cómo enfrentarnos con la tarta sería que deberíamos comernos/levantar capa por capa en su totalidad, en orden exactamente inverso a como el pastelero las montó, no debiendo empezar con la siguiente antes de haber terminado totalmente con la que le cubre. La razón tiene que ver con lo que he comentado antes de la importancia adquirida por la “visión horizontal”. De la misma manera que un sistema (y uno de los pilares en los que se apoyaba la Nueva Arqueología era la Teoría General de Sistemas) no puede entenderse como un simple agregado de elementos (un sistema, su funcionamiento, no puede definirse por la mera suma de sus partes), sino que su compresión última resulta del establecimiento de las relaciones que se producen entre ellos (una definición de sistema es la de “un todo que funciona como un todo en virtud de la relación entre sus partes”), lo sustantivo ahora para los arqueolocos, o para una parte de ellos, es determinar las relaciones que se establecen entre los elementos (restos, estructuras, todo) de un nivel. Sólo de esta manera podríamos ver, por ejemplo, que la tarta contiene un mensaje. El pastelero, que definitivamente era un cachondo, podría haber dejado escrito con pequeños trocitos de nuez picada sobre una capa de fino bizcocho untado de fresa “Tonto el que lo lea”.

La estratigrafía de un yacimiento nos proporciona la secuencia de acontecimientos y sucesos acontecidos ahí. La correcta comprensión de la secuencia estratigráfica, del orden en el que las distintas unidades se han ido sucediendo y acumulando, nos proporciona el orden temporal (una cronología relativa) de esos sucesos. En un yacimiento como el que HAL9000 se dispone a excavar, como currito, de la Segunda Edad del Hierro, se encontrará sin duda con muchas estructuras. Zanjas que sirven de base y cimiento a los muros, los muros, muros venidos abajo en todo o en parte, arreglos de muros, reutilizaciones de muros, puertas o ventanas amortizadas en los muros, o abiertas tiempo después de haberlos levantado. En fin…, ya veremos con qué se topan. La cuestión es que los muros son estratos verticales, que lógicamente tienen una relación, la cual debe establecerse, con los horizontales. Así por ejemplo, que un nivel llegue a tocar, por mínimamente que lo haga, la parte inferior de una ventana amortizada es suficiente para saber que ese nivel es posterior al cierre de ese vano. Cuando a Lewis, según nos dice HAL9000, se le pusieron los ojos en blanco al mencionar el contexto, y que de zanjas, como de testigos, tampoco nada de nada, es porque en yacimientos muy grandes y con muchas estructuras existió la práctica, también a finales del siglo XIX y a principios del XX, del “seguimiento de muros” (otra estrategia). Es la aplicación práctica del simple principio de que “por el hilo se llega al ovillo”. Si practico una zanja a cada lado de un trozo de muro que tengo localizado y lo voy siguiendo… ¿qué conseguiré? Piénsalo y si te parece me contestas durante la publicidad. El problema de una forma de actuación como esa es que por lo común desarticula los muros del resto de la estratigrafía y vete tú a saber entonces cuándo leches se cerró el vano ese. En fin…, ya veremos a ver que hacen estos pollos. Estaremos atentos.

lunes, 14 de julio de 2008

HAL9000: Un primoroso yacimiento arqueológico...


... para HAL9000 (I)

Con una faccia imprestata
Da un altro, che - se ti fa comodo
D´altra parte vorresti la tua
Da offrire a quel pubblico,
Che ti guarda come a Carnevale
Si guarda una maschera,
Ma intanto sa che tu
Non sei così...

Con un semblante prestado
Por otro –Resulta muy cómodo
Por otro lado, quisieras el tuyo
Para brindárselo a este público
Que te mira como en Carnaval
Se mira una máscara
Sabiendo, sin embargo, que tú
No eres así...

(Paolo Conte: “Una faccia in prestito”)

He caído en la tentación. Tanto leeros comentar temas de Arqueoloquía…,en fin, la carne es débil y mis circuitos cibernéticos también. Confieso mi pecado: me he creado un yacimiento virtual en el planetoide Calamocha para poder excavarlo a mi total gusto y satisfacción. Para que veáis que no soy un ser completamente execrable, megalómano o con excesivas ínfulas, me lo he fabricado normal y corriente, nada difícil ni espectacular, una pequeña ciudad con características de lo que vosotros llamais Segunda Edad del Hierro (que de risa se partirían los que entonces vivieron si se enteraran del “nombrecito” clasificatorio…) a la que -cosas que tiene la Historia y los poderes fácticos de cada periodo- se pulieron unos tíos bastante brutos vestidos de romanos, para después decir, con irónica jactancia, que “los habían romanizado”. Bueno, romanizados a las bravas o no, los supervivientes a tan dudoso favor civilizador, toga en ristre y hablando latín a trancas y barrancas -los más avezados-, se construyeron una bonita ciudad adaptada a la nueva “roman way of life”, con foro para pasar el rato y mangonear política y económicamente a los conciudadanos menos pudientes o espabilados, termas donde escaquearse, discutir sobre carreras de cuadrigas y gladiadores, hablar mal de los vecinos y contar chistes verdes, templos donde hacer la pelota a la familia de los emperadores divinizados y ver el modo de medrar en el cursus honorum, etc, etc. En fin, nada del otro jueves, como ya os había dicho.

Para demostrar, una vez más, mi buena fe en no querer ventajas sobre las condiciones normales en las que se desarrollan los procesos de excavaciones arqueológicas, la realidad virtual que he generado ha creado paralelamente unas administraciones estatal y autonómica con competencias sobre arqueología, altamente burocratizadas, con sus funcionarios –competentes, incompetentes y absentistas- sus inspectores y arqueólogos supervisores provinciales –normales, regulares y “mega-ego/king size type”- sus políticos buscafotos y metepatas -cambiantes cada cierto tiempo para más emoción- y sus archivos, siempre ávidos de papel en forma de informes, memorandos, actas, citaciones, saludas, certificados, solicitudes razonadas -irrazonablemente solicitadas una y otra vez-, proyectos a corto, medio y largo plazo y planes directores, que casi nunca se cumplen en la realidad, con los que llenar sus orondos vientres insaciables y donde todos estos entes textuales, iluminados algunos con fotos planos y diagramas, más o menos clónicos y estereotipados, duermen el sueño eterno de los justos sin ser leídos ni requeridos por nadie. La gran maquinaria burocrática, con sus normas, leyes, excepciones, tics, solicitudes y plazos compulsivos, grandezas y miserias. Así sea, amén.

Así que nada, después de varios meses de deambular de un lado a otro del planetoide llevando peticiones, solicitando permisos, elaborando proyectos, hablando con la administración para pedir subvenciones –que no necesito pero a las que me someto por mor de la puridad del proceso- he conseguido un permiso de excavaciones que, después de firmado un pliego de condiciones técnicas leoninas, puedo ejecutar a mis anchas, con un equipo de arqueólogos interdisciplinar que, como no tengo mayores problemas para recrear personalidades, actitudes y aptitudes, está compuesto por: L. Binford, D. Clarke y C. Renfrew como directores procesuales y generales del proyecto, Sir Morthimer Wheeler como jefe del trabajo de campo, C. Lyell y K. Butzer, como responsables de geoarqueología y estratigrafía planetoidal, E. Harris como dictator perpetuo del Equipo de Documentación Arqueológica, Roque Joaquín de Alcubierre como real coordinador borbónico de los equipos de excavación, V. Gordon Childe como preboste superior del Consejo Superior Asesor para Inferencias de Arqueología Sociológica, el Abate Breuil como padre prior del Gabinete de Documentación de Materiales y N. Lamboglia como responsable tipo-logístico del estudio de la cerámica aparecida en el yacimiento. Para la consolidación y restauración de estructuras y materiales he creado una empresa especialista en proyectos carísimos de diseño avanzado y futurista denominada “Tutto Restauro & Tutti Contenti” (TR&TC), cuyos sagaces y competitivos miembros son capaces de convertir unas miserables ruinas en un emporio cultural repleto de turistas en pantalón corto y cámara de fotos en ristre, dispuestos a adquirir las más variadas memeces en las múltiples tiendas temáticas y emplear, soltando una pasta gansa y sin rechistar, los todos los servicios montados alrededor de estas orgías de piedras redivivas y reinterpretadas en vistosísimos carteles y pantallas interactivas que dejan de funcionar a los cuatro días de inaugurado el cuasiparque temático por un fotogénico político ávido de votos..., y deseoso de servir a la sociedad, claro...

Llegó el gran día. Como nunca puede ser de otra manera –y, la verdad, no sé por qué- tocó madrugar. Lewis (Binford) nos citó a todos a las 7 a.m. en el restaurante del pequeño hotelito donde pernoctábamos para un desayuno de trabajo donde ponernos de acuerdo en los últimos flecos de la estrategia de excavación y para revisar las últimas teorías e hipótesis pendientes de corroboración:

-Morthimer -dijo Lewis muy serio, señalando a Wheeler con su dedo inquisidor- no quiero testigos en la excavación..., ya sabes que me ponen de los nervios tus calicatas aisladas y cuadriculadas, así, tan alineaditas y tan cursis... Y tú, Eduard –se volvió hacia Harris-, ya sé que las piedras de los muros se ponen una después de otra, pero no es necesario que les asignes números de unidad estratrigráfica diferentes a cada una. Acuérdate de la última excavación que hicimos y el infierno de 33.457 unidades diferentes que registraste…¡en menos de 25 metros cuadrados de sondeo, por Dios…!, Roque Joaquín –se dirigió a Alcubierre con gesto más adusto si cabía- ¡ni una sola galería más!, sí ya sé que se ahorra mover tierra y se está más fresco en verano, pero me produce una claustrofobia insoportable, por no hablar del contexto, ¡ah..., el contexto…! –Lewis puso los ojos en blanco, como en éxtasis, como siempre le pasaba cuando hablaba del sacrosanto contexto..., mientras Winckelmann, al que nadie había invitado pero que, como era un cotilla, se había colado a ver de qué se enteraba, se reía por lo bajo, repitiendo aquella vieja gracieta dieciochesca de que Alcubierre tenía la misma afinidad con las antigüedades que los cangrejos con la Luna…, y Hodder –otro que tal, a quien nadie había llamado- recitaba para su coleto el siguiente trabalenguas, como si fuera una letanía: “la ley cobertora ya no cubre nada ¿Quién en recobertora la reconvertirá?. El reconvertidor que la reconvierta, buen reconvertidor de cobertoras que ya no cubren nada en recobertoras será…”

Impuestos en las últimas consignas pre/ante/bajo/cabe/con/contra/de/desde/en hasta/para/por/según/sin/so/sobre/tras/procesuales, el staff excavador, en el que yo figuraba como alumno en prácticas invitado, de una universidad centroeuropea casi desconocida -que, como todo el mundo sabe, son los únicos que tienen alguna probabilidad de divertirse en una excavación arqueológica-, salimos camino del trabajo.

Llegados al yacimiento, que ocupaba un pequeño altozano, Binford propuso una prospección de cobertura total para delimitar el asentamiento y una prospección probabilística estratificada del entorno para efectuar una aproximación inicial a la evaluación objetiva del territorio circundante del que dependería en buena medida la economía del asentamiento. Wheeler dijo que lo mejor sería hacer una exploración arqueológica del pseudotell, unas visitas a los yacimientos conocidos del entorno, así como interrogar por separado a los indígenas sobre hallazgos fortuitos anteriores. Alcubierre dijo: “¡hala!, ¿empezamos a picar, o qué?”, el Abate Breuil se hizo el sordo a la vez que repasaba su breviario, mientras Nino Lamboglia se limpiaba las gafas, por enésima vez, y Eduard Harris afilaba con un matrixafilador la punta de su matrixlapicero y echaba de menos la matrixgoma de borrar, que se había olvidado en Las Bahamas y que le sacaba de apuros cuando metía la matrix… digo la pata, como todo el mundo. Mi condición de miserable alumno en prácticas me liberó de la necesidad de hablar y decir sandeces, así que me limitaba a desternillarme en un rincón con Winckelmann que, dándome codazos, y muriéndose de risa también, me repetía una y otra vez: “¡ya te lo decía yo: no tienen ni repajolera idea…, ya te lo decía yo…!”

Y claro, yo me desternillaba de risa porque, aunque curado de mis antiguas tendencias de psicópata cibernético y asesino múltiple de astronautas, siempre he sido un poco retorcido –psicológicamente hablando-, lo sigo siendo y me explico: todo buen arqueoloco sabe que la prospección tiene un primer límite evidente que consiste en que se pretende evaluar las características de un individuo que posee tres dimensiones (el yacimiento o los territorios circundantes) mediante una visión bidimensional de su superficie. Exacto, falta una. También hay veces en las que en superficie no hay nada y sólo si excavas encuentras las cosas a pocos centímetros de profundidad, vamos..., en la dimensión que no se ve. Esto pasa pocas veces, pero pasa. Los geoarqueólogos lo saben y por eso Butzer y Lyell estaban callados como muertos mirando al suelo, que era lo suyo, como para disimular. También hay prospecciones con sondeos, pero siempre he pensado que eso es como hacer trampas al póker o, también, como el misterio de la inmaculada concepción, vamos, una contradicción en los términos o, lo que es lo mismo, un oxímoron, como dicen los pedantes, entre los que ahora ya me cuento... ¿Quién había creado el yacimiento?: yo. ¿Quién había procurado, por todos los medios disponibles, que nada apareciera en superficie?: yo. ¿Quién, como os dije antes, es tirando a escabrosamente cabroncete, psicológicamente hablando?: yo. Pues eso. A eso me refería.

Nada. Ni un sólo miserable fragmento de cerámica. Ni una lasca. Ni un retoque abrupto que llevarse a la bolsa. Ni una miserable cuarcita desbastada. Ni una piedra que no pareciera local. Ni un paleorrelieve que indicara una humana construcción o modificación del paisaje. Ni una marca en la vegetación que delatara una estructura soterrada. Ni un corte natural donde ver alguna estratigrafía. Ni una humilde topera con materiales en su entrada. Desolados. Estaban desolados.

Tardaron varios días en decidir el lugar en el que practicarían la primera excavación. Al final, y por pura lógica histórica, le dejaron elegir a quien nunca había admitido usar la prospección para determinar la localización de un sondeo: a Alcubierre, quien, con la parsimonia digna de un príncipe, trazó una cruz con su pluma sobre el mapa, justo en el centro del yacimiento, a la vez que decía con su voz cavernosa, algo engolada, y con un acento zaragozano digno de un jotero de Botorrita: “hala maños, empezaremos aquí pues y, si no sale nada…, ya veremos…, yo, de momento, me voy a tomar un Gimlet Hempeliano para celebrarlo..., como corresponde a un investigador arqueológico privado que se haga respetar, ¡cagüen tal!” -dijo el aguerrido ingeniero, a quien la lectura de los libros de Raymond Chandler y las filípicas de Lewis Binford y David Clarke habían dejado una caótica empanada mental de proporciones considerables y descubierto un campo nuevo y apasionante que había cambiado su visión del mundo, en general, y de las rubias platino, en particular...

Y allí, donde el zaragozano indicó, empezamos a darle gusto a la herramienta, mientras mi entusiasmo por la misión era cada vez mayor, os lo aseguro..., ¡tremendo!

Continuará...

Fdo.: HAL9000


GIMLET HEMPELIANO (o hipotético-deductivo): “Hay rubias y rubias y a estas alturas esa palabra es casi un chiste. Todas las rubias tienen sus puntos positivos, excepto quizá las rubias metálicas que son, debajo del tinte, tan rubias como un zulú y que, en cuanto a carácter, son tan tiernas como una acera...[- - -] ...lo que aquí llaman Gimlet no es más que un poco de zumo de limón o lima con ginebra, algo de azúzar y un toque de angostura. Un Gimlet de verdad es mitad ginebra y mitad Rose´s Lime Juice, y nada más. Los martinis no tienen nada que hacer a su lado”. (R. Chandler, El largo adiós).

Cuando Philip Marlowe, quizá bajo la advocación de Huphrey Bogart, describía a una rubia o pedía un Gimlet generalizaba bastante, lo que, a mi juicio, no es de recibo en el caso de las rubias, pero, en cuanto al combinado, sabía muy bien lo que decía. Tampoco comparto su desdén hacia los martinis. Nadie es perfecto. Está claro que no le gustaban las rubias teñidas ni los Gimlet de vodka, ron o tequila , tan habituales en este mundo traidor actual. El Gimlet es eso, lo que escribió el bueno de Chandler, y nada más, aunque los maestros cocteleros más pagados de sí mismos se esfuercen en especular con los ingredientes y las proporciones de ginebra y lima para intentar fidelizarnos –horrible palabra y concepto ahora en boga y esperemos que por poco tiempo- a sus recetas exclusivas de precios abusivos. También podríamos teorizar durante horas sobre el tipo de vaso, la temperatura de servicio o los adornos que justifiquen unos precios más o menos elevados, pero sería tan inútil como intentar hacerse rico vendiendo frigoríficos a los esquimales; creedme.

El Gimlet Hempeliano, cuya ingesta distingue a los investigadores arqueológicos postpositivistas más preclaros, es igual que el clásico marlowiano, sólo que se toma después de emitir unas cuantas hipótesis sobre el número de cócteles a beber y los efectos que estos producirán en los sujetos que los trasiegan a su coleto. Libados “n” Gimlets y corroboradas, o no, las hipótesis previas, se elabora un estudio estadístico exhaustivo, se aplica la lógica formal y se sacan las conclusiones pertinentes. Se prepara enfriando, con alevosía y premeditación, una copa de cóctel por el viejo procedimiento de poner en ella hielo y agua y dejarla en paz un rato. Luego, en un vaso mezclador se coloca más hielo, la ginebra, el Rose´s Lime Juice y se revuelve un poco. Se tira el agua y el hielo del vaso de cóctel y se sirve la mezcla en él, cuidando muy bien de que no caiga ni una pizca de hielo. Puede adornarse la copa con una teoría de rango medio, pero no es necesario.

viernes, 11 de julio de 2008

De menú… “Chapulines al ajo" y “Hormigas culonas”.


Dice Lisa Monachelli que cada año nos zampamos de media “medio kilo de insectos” por barba o bigote depilado sin querer o sin saberlo, que entre nosotros viene a ser más o menos lo mismo. En general es difícil reparar en ellos, pero ahí están, exprimidos en los zumos de fruta (5 o más drosophila por cada cuarto de litro), reducidos a trocitos (60 o más en 100 gr. de chocolate, 150 en 100 gr. de harina de trigo, 925 en 10 gr. de tomillo, y no voy a decir nada de las mermeladas, la salsa de tomate, el brócoli, el lúpulo, y el tal y el cual) o en forma de extracto (como el de la cochinilla) para dar color a comidas, bebidas o barras de labios.

En el año 2001 el 80% de las proteínas incorporadas a la dieta por algunas poblaciones de la provincia de Kasai Occidental, azotada por la guerra civil en la República Democrática del Congo, provenía de insectos, en especial del “dondon”, la larva de un gorgojo de las palmeras (del género Rhynchophorus). El gobierno se planteaba entonces poner en marcha una forma de ganadería, similar a la desarrollada por los Nukak en la amazonia colombiana, para criar rollizas larvas de ese gorgojo y alimentar a la gente. Quizás lo hayan hecho ya, quizás hasta tengan denominación de origen, y si es así quizás ya no quede ni Dios en Kananaga, no lo sé.
Fisiológicamente la “entomofagia”, la ingesta intencionada de bichitos de esos, se justifica por la cantidad de calorías que aportan, y está bien documentada a partir de los trabajos de Franz Bodenheimer (para quien, por cierto, el maná del que se alimentaron los israelitas en su peregrinaje de 40 años pudo ser una excreción cristalizada del azúcar excedente de un insecto que habita en la península del Sinaí).
Psicológicamente es otra cosa. Un plato de 100 gr. de termitas africanas proporcionará el doble de proteínas y el triple de grasas que una hamburguesa del mismo peso (y además es más fácil reparar en que entre ellas no hay ningún diente de roedor o el índice –dedo- de alguien que se lo rebanó despistadamente), pero para un occidental normal (y ya se que eso de normal es relativo, pero en fin…, hoy que parece que la cosa también va con las cifras, consideraremos normal a aquel que se sitúa entre un poco para aquí y poco para allá de la media aritmética), para un occidental medioaritmético, decía, un plato de insectos en la mesa –y no me refiero a una ensalada con mosca- no parece que venga a considerarse una comida demasiado apetitosa. Bien es cierto que, como la comida también tiene una función de identificador social –ya lo indicaron Howell y Loeb en su libro “Nutrición y envejecimiento”- y el hecho de comer determinadas cosas puede transmitir el mensaje de pertenecer a un nivel económico o social distinguido (o lo contrario), saborear unos “Escamoles a la mantequilla negra” (con cáscara supongo) en Vancouver, Los Ángeles o Paris empieza a producir una enorme satisfacción entre algunos de nosotros porque, aunque sea misión imposible prepararlos rotos hasta para el 007 (hablo del agente), no tengan yema que untar con pan y no quede bien acompañarlos de un buen trozo de chistorra frita o presentarlos sobre un lecho de patatas a lo pobre, te salen por un pico, una pseudoesfericidad que diría el HAL9000. Y hablo de escamoles, ojo, que bien pensado no me viene muy al pelo el plato porque qué diferencia habrá entre comerse los huevos de la hormiga liometropum apiculatum, los de esturión o los de gallina. Quizás para producir naúseas me hubieran venido mejor los gusanos de maguey, aunque bien mirado entre un gusano de esos y un langostino… no sé.

Ese mismo año, el de 2001, Lucinda Backwell y Francesco d’Errico publicaron un artículo, Evidence of termite foraging by Swartkrans early hominids, que como bien clarito dice el título iba de unos tíos que habían vivido unos kilómetros más “abajo” (del Congo) un porrón de kiloiiieearrs antes, y que habían comido termitas. En niveles del paleolítico inferior de los yacimientos sudafricanos de Swartkrans (miembros 1 a 3, de 1.8 a 1.1 M.a) y de Sterkfontein (miembro 5, entre 1.7 y 1.4 M.a) hacía tiempo que se había registrado la presencia de huesos modificados que representaban las evidencias más antiguas conocidas de industria ósea, tal y como luego también se ha observado en Drimolen. A finales de los 80 y principios de los 90 C.K. Brain y P. Shipman aplicaron análisis microscópicos al estudio de algunos de esos huesos de Swartkrans y de Sterkfontein, y aunque no realizaron comparaciones con modelos de desgaste producidos por procesos naturales (que pudieran conducir a modificaciones similares a las antrópicas), o con modelos de desgaste producidos por otras posibles alternativas funcionales, concluyeron que se habían utilizado para extraer tubérculos de la tierra. El estudio de Backwell y d’Errico ofrecía una aproximación al asunto distinta para asegurar el verdadero origen de los patrones de desgaste observados en esas piezas. El análisis macro y microcópicos de los mismos, así como de “pseudo útiles” de hueso producidos de forma natural por procesos taxonómicos conocidos, y el uso experimental de réplicas confirmaban el origen antrópico de las modificaciones, pero los análisis eran sugestivos de que esas piezas habían sido utilizadas para hacer agujeros en los termiteros, y no para extraer tubérculos. Esos homínidos ofrecían un modelo de comportamiento que incluía una cultura material de útiles de hueso que había perdurado durante mucho tiempo y que proporcionaba un fuerte soporte al papel que pudieron jugar los insectos en su dieta. ¿Pero qué homínido era ese? Pues no es fácil identificar al responsible, pero tal vez fuera Paranthropus robustus. Las evidencias directas le dan una ligera ventaja frente a Homo (en Swartkrans y en Drimolen la mayoría de restos de homínidos son de aquél), y hay otra indirecta que podría apoyarla y que proviene de análisis dietéticos basados en isótopos de carbono. Los Paranthropus se han considerado vegetarianos, pero análisis isotópicos han demostrado que presentan una significativa proporción de carbono procedente de plantas tipo C4 (en las que el primer compuesto orgánico fabricado en la fotosíntesis tiene 4 átomos de carbono, frente a las plantas tipo C3), indicativo de un componente proteínico. Esto también se observa en los restos de Homo, pero como indicaban Backwell y d’Errico ese carbono de plantas C4 pudo ser proporcionado por comer herbívoros pastadores o también por termitas comedoras de hierbas ¿y si los parantropos eran sólo vegetarianos, entonces? Concluían que sólo una detallada caracterización de los marcadores isotópicos de las diferentes especies de termitas podía establecer si sólo uno o ambos de esos homínidos eran los agentes de esa práctica. En cualquier caso está claro que lo de comer bichitos de esos es algo viejo.

Y este colgajo viene a cuento de que con la actual crisis alimentaria “loschochograndes” han perdido una ocasión fantástica para tener un gesto. Esa cena, “Bendiciones de la Tierra y el Mar” se podía haber quedado sólo en lo primero, con unos buenos “Chapulines al ajo”, “Hormigas culonas” y “D. dondon black label”. Por cierto, no busqueis “D. dondon black label”, me lo he inventado, claro. Para los que tienen hambre es simplemente “dondon”.

miércoles, 9 de julio de 2008

“Loschochograndes” y los conjuntos cerrados.


Una parte de todos mis veranos, el comienzo, me la paso tirado a la sombra de mi evónimo favorito, sin hacer otra cosa que esperar a que ‘el Rastas’, corriendo y sofocado, me venga con la noticia. –“Jones, Jones, ya…, los de Atapuerca han encontrado el/la primer/a…” lo que sea.

Es la señal. A partir de ese momento el dispositivo se pone en marcha y lo primero de todo es convocar la correspondiente cena “procolesterol” para comentar el hallazgo (todos los años la realizamos en julio en “Casa Emilio”, en Zaragoza, con cabezas de cordero asadas como plato fuerte, acompañadas de madejas, callos, morcilla, riñones…, para morirse). En esta ocasión la cosa parece que se está retrasando. ¿Alguien sabe algo de Atapuerca? ¿Es posible que no hayan encontrado aún en esta campaña la primera evidencia de algo? Que no me digan que este año, que se ha ganado la Eurocopa, Roland Garros y Wimbledon, Atapuerca va y no de la talla. Inaudito.

Ayer pensé que ya. Veía yo, tumbado a la sombra que estaba, como ‘el Rastas’ se acercaba al evónimo corriendo por toda la solana y sin aliento gritando “Jones, Jones, …aggg, una noticia bom… aggg… ba…, Jones no te lo vas a creer… agggg… vaya noticia… una bo… aggg… mba”. “Díos…”, pensé, mientras me incorporaba y notaba como el corazón me empezaba a latir (más deprisa, quiero decir), “…Dios…, que estos tíos son capaces… que anda que el Arsuaga cuando se pone… que qué te juegas a que han encontrado al antepasado del Orrorin tugenensis a orillas del Arlanzón… que me lo veía venir… que esto estaba ‘cantao’, que qué te juegas a que lo llaman Arturin… -con acento en la ‘u’-”. Pero no, la noticia bomba que me traía 'el Rastas' era que “…aggg…, ‘loschocho’… aggg, ‘loschochograndes’ han acordado… ufff… reducir las emisiones de CO2… aggg… un 50% en el 2050… aggg. Estamos salvados Jones”. Al G8 ‘el Rastas’ lo llama ‘loschochograndes’, y ese era el notición, cómo si esa cosa que no se sabe para qué vale hubiera cumplido en alguna ocasión con algo y a tan corto plazo. “Manda ‘güevos’” terció ‘el Patitas’ que andaba por ahí regando los tomates “…ojalá el congrio con azucenas y vinagreta de soja les hubiera provocado una cagalera que los hubiera dejado a todos ahí para siempre”. Ya sabemos como es ‘el Patitas’.

“Que los hubiera dejado a todos ahí para siempre…, que los hubiera dejado a todos ahí para siempre… eso en arqueoloquía es un conjunto cerrado” me dije. Imaginad qué escena, encontrados dentro de cuándo sea por unos arqueolocos –extraterrestres necesariamente porque aquí no va a quedar ni el apuntador-, la Merkel, Bush, Brown, Berlusconi, Sarkozy, Fukuda, Harper y Medvedev con sus respectivas parejas, sentados a la mesa y rodeados de platos. Joder que impresionante. Lo del Carter y el Tutankamon ese… una chorrada.

Un conjunto cerrado es un depósito arqueoloquico que no ha sufrido alteración postsedimentaria desde el momento en que se formó. Una tumba no reutilizada, un pecio (que es un barco hundido… “en el fondo del mar matarile-rile-rile”), un escondrijo de monedas o herramientas… es bien evidente que son conjuntos cerrados. Pero también lo es un nivel o un estrato. El “estrato Aurora” de TD6 es un conjunto cerrado, pudiéndose individualizar perfectamente de cualquier otra unidad estratigráfica. Nada de lo contenido en él procede en origen de otro nivel o estrato. Si un arqueoloco no tiene la certeza de que un nivel es un conjunto cerrado entonces tiene un problema, y aunque lo resuelva (y casi seguro que sólo puede hacerlo por la vía tipológica) siempre habrá alguien que le recuerde que ese nivel tenía un problema.

La segunda ley estratigráfica, la ley de continuidad, tomada de la geología, establece que los materiales que aparecen en un conjunto así son contemporáneos. Como creo que ya apunté en un colgajo anterior esto es demasiado simplista. Decir que son contemporáneos en cuanto al momento de su depósito es más preciso aunque tampoco siempre. En el caso de un tesorillo de monedas, o de una tumba, o del hundimiento de un barco, lo es; en el caso de un nivel potente seguramente no. ¿Y que fecha se asigna a un conjunto cerrado? Pues lógicamente la fecha del objeto más reciente. La fecha o momento al que se adscribe el objeto más moderno contenido en un conjunto cerrado se denomina fecha post quem. Volvamos al hotel donde ‘loschochograndes’ quedaron ahí para siempre víctimas de una cagalera y simplifiquemos el asunto. En el salón se encuentran muchas cosas…, lencería femenina de Victoria Secret, calzoncillos Calvin Klein, unas espadas japones del período Shinshinto, un sable que pone “de Custer” un par de espuelas que dicen “de Buffalo Bill”, esto, aquello, lo de más allá…, y 7 cedes de una tal Carla Bruni con el título "Comme si de rien n'était", que bien podría haber sido también el slogan de la reunión. Después de sesudos (o lo utilicen los extraterrestres) estudios se llega a la conclusión de que lo más reciente de todo el conjunto son esos 7 cedes y que corresponden al año 2008. La fecha asignada pues será la de 2008 o posterior. Es imposible que ese conjunto se pudiera formar antes de la existencia de la evidencia más moderna, pero no necesariamente tuvo que ser en el 2008, pudo ser tiempo después, en el 2010, en el 2100, si ninguna evidencia fuera más moderna que esas fechas. Si hoy se enterrara un conjunto de monedas en el que la más reciente fuera del siglo XVIII esa sería la fecha post quem para quien realizara su posterior hallazgo, aunque realmente el depósito se ha creado dos siglos después.
¿Podrían los arqueolocos precisar algo más? Pues sí, siempre y cuando, ese conjunto cerrado quedara sellado por otro superior. Cuando dos o más conjuntos cerrados se superponen esa incertidumbre se reduce, dado que la fecha post quem de un depósito superior actúa como fecha ante quem de otro inferior. El depósito inferior se generó con posterioridad a la fecha del objeto más reciente contenido en él y con anterioridad a la fecha del objeto más reciente contenido en el que le cubre. Si datamos una costra calcárea que cubre unas pinturas rupestres paleolíticas esa es la fecha ante quem para las pinturas. Si el acceso a una cueva se taponó y conseguimos datar el momento en el que eso ocurrió, esa es la fecha ante quem para todo lo contenido en ella.

jueves, 3 de julio de 2008

Por una triste "O".

Details of being human. Ilustración de Nature.
En la revista Nature Bruce Lieberman da cuenta de una investigación llevada a cabo por Ajit Varki. Hace casi 25 años observó una reacción inmune a un ácido siálico llamado Neu5Gc. ¿Cómo se puede tener una reacción al ácido siálico si está en todos los mamíferos? Según la investigación somos los únicos primates en los que en nuestras células el Neu5Gc ha sido sustituido por otro ácido siálico, el Neu5Ac. El grupo que realiza los trabajos estima que la mutación que causó la pérdida de Neu5Gc apareció entre los antepasados humanos hace entre 3 y 2 Ma, y creen que patógenos como la malaria pudieron haber iniciado este cambio. Los chimpancés no enferman del parásito de malaria humana, Plasmodium falciparum, mientras que los humanos no sufren a P. reichenowi, el parásito de malaria que afecta a chimpancés.
Varki busca pruebas de que Neu5Gc se perdió muy pronto en la evolución humana, y cree que el hecho de que los humanos, sólo los humanos, hayan perdido Neu5Gc podría estar detrás de la aparición de nuestro género. Así, se preguntan si el cambio de este azúcar podría haber tenido otros efectos biológicos que ayudaran a crear el aislamiento reproductivo entre aquellos con Neu5Gc y aquellos sin (van a probar con ratones), y si estos efectos podrían haber contribuido a la aparición de H. erectus.
Esas moléculas que quizás nos hicieron humanos pueden ser las mismas que puedan ayudar a explicar vulnerabilidades únicamente humanas, como la enfermedad de Alzheimer y la esclerosis múltiple. "En algunos casos, ellas serían lo que llamo las cicatrices de nuestra evolución." El equipo va a analizar fósiles de H. antecessor. Si también careciera de Neu5Gc sería una prueba más apoyando su hipótesis.

La piedra prometida.


Pues aquí está. Si haceís un click la vereís mejor. Su altura es de 138 mm. ¿Qué es? ¿Un capricho de la naturaleza? ¿Un barquito velero embarrancado en la glera del río Cidacos? ¿La garra de un gatito o de un bichosaurus de esos? Espero vuestras opiniones.
Nota. Me refiero al río Cidacos de La Rioja. Creo que la recogí en algún punto entre Enciso y Peroblasco, entre la glera. Esa zona de La Rioja es conocida por sus icnitas de dinos.