Silvestre
Recientemente Ungar, Grine y Teaford han publicado un artículo (ver Mundo Neandertal) en el que hacen referencia a uno de mis homínidos preferidos, el Paranthropus boisei, y la verdad es que, como dicen en sudamérica, me ha dejado un poco bajoneado (saludos a la gente de Ushuaia). De todos los homínidos el P. boisei se ha considerado siempre como el especialista por excelencia, un tipo adaptado para triturar y moler o grandes cantidades de alimentos de baja calidad y/o duros y abrasivos. Convivió además con varios de los primeros representantes del género Homo. Vrba planteó hace tiempo que hace 2.5 millones de años, coincidiendo con una nueva vuelta de tuerca climática, los homínidos se habrían visto en una situación un tanto jodida y se habrían dado varias líneas evolutivas: una con adaptaciones de carácter exclusivamente biológico (los parantropos); la otra con adaptaciones biológicas (con una especie más generalista, poco especializada) y culturales (el primer homo) que al final fue la buena. Los primeros, demasiado especializados, demasiado dependientes, habrían entrado además en competencia directa con los ungulados, mejor adaptados, se diga lo que se diga, a desplazarse por espacios abiertos (¿desplazarse sobre dos patas supone menor coste energético y puedes andar largas distancias?, vale, pero mucho más despacio, así que siempre llegas cuando se ha acabado la fiesta). Ahora estos autores nos dicen que los estudios de microdesgaste dental ponen de manifiesto que “ninguno de los individuos [estudiados] consumió alimentos especialmente duros y correosos en los días anteriores a su muerte”. Y en fin, que, aunque dicho con otras palabras, la morfología funcional craneodental nos pone al corriente de lo que era capaz de comer, aunque en realidad no era lo que comía salvo en caso obligado. El Patitas definió el asunto diciendo que es un tipo de proceso evolutivo “para por si acaso” (la Merche, más concluyente, dijo textualmente: “lo que pasa es que siempre hemos tenido el morro muy fino). Inmediatamente me acordé de mi gato, Silvestre, porque es igualico igualico a lo del boisei: millones de años de evolución para atrapar, morder, rasgar, cortar en un pis-pas… y se alimenta de yogures y langostinos. Continuaré cuando me recupere de este mazazo. Y encima ahora va y también resulta que los neandertales eran unos bocazas (ved Mundo Neandertal, ved).
2 comentarios:
No se si he entendido toda esa jerga técnica, pero, dices que los individuos estudiados, en los días previos a su muerte, no habían utilizado sus poderosas herramientas, qué si no he comprendido mal eran sus mandíbulas. Y me pregunto, por eso de la antropología comparada, o lo que sea que se tenga que aplicar: ¿Y si esos individuos estaban malitos?, es decir, que los pobres no podían realizar una masticación en condiciones, como se supone que podían hacer, tal vez se tenían que limitar a lo que ahora mismo denominamos "tomar unas sopitas". Todos, cuando estamos enfermos, dejamos de comer los alimentos habituales, y comemos una tortillita o similar. En mi ignorancia me pregunto ¿podría haber pasado algo parecido?, Cuando un homorgasmus actual se esta muriendo no suele estar como para comerse un ternasco con patatas.
Sobre la alimentación de tu gato opino que está malcriado, no le des de comer en una semana y suéltalo en una zona donde tenga ratones y pajaritos, ya verás como recupera sus habilidades.
Pero no me lo tomes a mal, me recuerda a un gatito que tuve en cierta ocasión.
EXTRACTO DE UN DIARIO CANINO
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> 08:00 - ¡Comida de perros! ¡Lo que más me gusta!
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> 09:30 - ¡Un paseo en coche! ¡Lo que más me gusta!
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> 09:40 - ¡El parque! ¡Lo que más me gusta!
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> 10:30 - ¡Me han rascado y acariciado! ¡Lo que más me gusta!
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> 12:00 - ¡La comida! ¡Lo que más me gusta!
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> 13:00 - ¡He jugado en el patio! ¡Lo que más me gusta!
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> 15:00 - ¡He estado moviendo la cola! ¡Lo que más me gusta!
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> 17:00 - ¡Huesos de premio! ¡Lo que más me gusta!
> *
> 19:00 - ¡He jugado con la pelota! ¡Lo que más me gusta!
> *
> 20:00 - ¡Guau! ¡He visto la tele con mis amos! ¡Lo que más me gusta!
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> 23:00 - ¡Estoy durmiendo en la cama! ¡Lo que más me gusta!
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> EXTRACTO
> DE UN DIARIO GATUNO
> Día 983 de mi cautiverio
> Mis secuestradores se siguen burlando de
> mí con pequeños objetos colgantes.
> Se permiten fastuosas comidas con carne
> fresca, mientras a los otros prisioneros y a mí nos dan sobras, o una especie
> de croquetas secas. Aunque he dejado perfectamente claro mi desprecio por esas
> raciones, no me queda más remedio que comerlas para conservar las fuerzas. Lo
> único que me mantiene vivo es el sueño de poder escapar.
> Para intentar asquearlos, he vuelto a
> vomitar en la alfombra.
> Hoy decapité un ratón y les dejé su
> cuerpo descabezado a los pies. Tenía la esperanza de que ello infundiese miedo
> en sus corazones, puesto que demuestra claramente de lo que soy capaz. Sin
> embargo, no han hecho más que emitir comentarios paternalistas acerca del
> “pequeño cazadorcito” que soy. ¡Cabrones!
> Esta noche tuvieron una reunión con sus
> cómplices. Me aislaron en una celda solitaria durante todo el evento. No
> obstante, podía oír los ruidos y oler la comida. Me pareció entender que mi
> encierro se debía al poder de las “alergias”. Debo averiguar qué significa, y
> cómo utilizarlo en mi provecho.
> Hoy casi conseguí tener éxito en mi
> intento de asesinar a uno de mis torturadores, cruzándome delante de sus pies
> mientras caminaba. Tengo que intentarlo de nuevo mañana… pero arriba de las
> escaleras.
> Estoy convencido de que los otros
> prisioneros son unos cobardes y unos lameculos.
> El perro recibe privilegios especiales.
> Le dejan salir fuera con frecuencia… y al parecer no le importa volver.
> Evidentemente, es retrasado mental.
> El pájaro tiene que ser un soplón. Lo he
> visto comunicarse con los guardias en muchas ocasiones. Estoy seguro de que les
> informa de todos mis movimientos. Mis secuestradores lo han puesto en custodia
> protegida en una celda elevada, así que está seguro. Por ahora…
>
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