A cuento del estreno de la última película de Indiana Jones he leído varias cosas. Una es la desazón de los arqueolocos argentinos por la forma en que la película muestra su trabajo y lo distorsiona: “Entrar en un templo perdido, tomar un ídolo de oro y salir corriendo no es el procedimiento del manual". ¡Pero hombres de Dios…! es que hacer una película en la que el Dr. Jones se pegara dos horas excavando meticulosamente con un pincel para sacar a la luz un hendedor, aunque eso se aderezara con latigazos a los torpes que siempre pisan junto a los bordes de los cortes, tirándolos abajo, o vaciando su revólver sobre el excavador que no ha sido capaz de ver que ¡ha enviado un trozo de cogote humano a la criba!..., ya me contareís, aunque la encargada de la "topo", o el encargado, que da igual, estuvieran buenísimos. Es sólo es una peli, chicos..., ¡la gente sabe que los arqueolocos no salen corriendo!
Otra es que los arqueolocos madrileños han aprovechado para protestar por su precaria situación laboral. Me parece perfecto. Hace una décadas se acuñó en Europa el término "arqueoloquía de bomberos", para hacer referencia a actuaciones de salvamento. No se trataba de bajar a un gato que se había subido a un árbol o de sacar a una viejecita envuelta en llamas (aunque con el pulgar hacia arriba) por la ventana de su casa; se trataba de actuar en un sitio de interés patrimonial que había llegado a una situación crítica, casi siempre por una mala gestión de la administración o por un constructor o empresa que no quería ver mermados sus beneficios (un yacimiento que, por ejemplo, se desmantela por una vía férrea, una carretera, lo que sea). Hoy ese tipo de arqueoloquía, que responde a una filosofía conservacionista, se denomina "preventiva", siendo buena parte de ella "urbana". Los arqueolocos, técnicos superiores, trabajando en la mayoría de estos casos como autónomos para la administración o las empresas, reciben en cambio sueldos de trabajadores no especializados. ¿Quién dijo que no se puede tener la cuba llena y la suegra borracha?
La tercera venía ayer firmada por Jacinto Antón en El País. La resumo, indicando que a partir de ahora ninguna de las cursivas que aperecen es mía, por si las moscas. Jacinto Antón decía: "Es nuestro arqueólogo favorito, sin duda. Pero, ¿es bueno? (…) ¿es Indiana Jones un verdadero científico? Los propios arqueólogos se encuentran divididos. Los hay que subrayan el gran beneficio que ha supuesto Indy para la arqueología, en términos de visibilidad y prestigio social de una profesión a la que a menudo le cuesta conectar con el gran público (…) Y están los otros, los que lo consideran una mancha y hasta un peligro, en cuanto exalta, opinan, un modelo de arqueología nada ético, expoliatorio, inmediato, sensacionalista y trasnochado por colonial y por la obsesión con los tesoros y las piezas únicas (…)
Indiana ha ido especialmente detrás de (…) cosas que ningún arqueólogo actual en su sano juicio trataría de encontrar. Básicamente porque son objetos legendarios (el Arca, el Grial), inexistentes (las piedras, la Cruz) o falsificaciones (las calaveras, el ídolo (…).
Le van las grandes empresas y en eso, en esa ambición, es un heredero de los grandes clásicos de la arqueología, de los descubridores de ciudades Schliemann (Troya), Evans (Cnossos), Botta (Nínive), el tan parecido a él, sombrero y cazadora incluidos, Hiram Bingham (Machu Picchu) o de tumbas (Carter). Pero Indiana -y sus padres Spielberg y Lucas- se inclina peligrosamente en sus objetivos hacia el lado oscuro de la arqueología, y no me refiero al del latrocinio, sino el que roza y confluye con la parapsicología y las ciencias ocultas, esa seudoarqueología, anticiencia en la que encontramos en un totum revolutum a los odiosamente crédulos nazis, los piramidiotas, el Abad Saunier, los viejos Von Däniken, Kolosimo, Faber Kaiser o los reyes del truco modernos, Robert Bauval y Graham Hancock o Tuidor Parfitt. Indy es de los que no buscarán las tumba de Nefertiti, Cleopatra, Alejandro o Gengis Khan (objetivos legítimos) sino Excalibur, la lanza de Longinos, el arca de Noé o la Atlántida. Locuras. En eso, imaginación aparte, no es Indiana, admitámoslo, uno de los nuestros, sino uno de ellos.
En su primera aventura, Indiana buscó un objeto bíblico que pudo existir realmente, el Arca, aunque su uso como arma (por Josué o Hitler) es un disparate. La encontró en un emplazamiento que tiene su lógica: en Tanis, donde el gran arqueólogo francés Pierre Montet desenterró en 1939 las tumbas intactas de los faraones de las dinastías XXI y XXII, entre ellos Sheshonq (identificado con el bíblico Shishak o Sesac que saqueó el reino de Israel -y, es un suponer, se habría llevado el Arca como botín-). Así que la pista no es mala, aunque ahora todo el mundo (de la seudoarqueología) busque el arca en Etiopía.
En cuanto al Grial, es una búsqueda más de Chrétien de Troyes o Spamelot que de la ciencia. En 1995, Graham Philips (otro de los arqueofantásticos) dijo haberlo encontrado en el despacho de una diseñadora gráfica de Rugby, Warwickshire, para asombro de la propia propietaria. Se trataba de una copita de ónice con aspecto de huevera. Que Indiana buscara el Grial en Venecia siguiendo la pista de la Hermandad de la Espada Cruciforme es igualmente absurdo y tiene la ventaja de las vistas. Como la tiene sin duda Petra, escenario real en que se desenvuelve finalmente el hallazgo. Lo de las piedras mágicas indias vamos a dejarlo. Y las calaveras, como todo el mundo sabe, son obra de los extraterrestres, como las pirámides. Indy: un 10 en emoción y suspenso en arqueología."
3 comentarios:
Muy bien Jones, muy divertida tu explicación de las diferencias entre un arqueoloco de la vida real y un aventurero-arqueoloco de ficción. Pero Indi siempre será un referente de lo arqueoloco. Y de hecho muchos arqueolocos, ahora ya talluditos, encontraron su vocación, siendo niños o adolescentes, después de ver la primera entrega de la saga. Estoy deseando ver la peli, y eso que el mismo Indi está rozando ser objeto de colección. Como todos sabéis, para que una pieza se pueda vender en una feria de almoneda, debe de tener más de 50 años y para considerarla una antiguedad debe de tener más de 100 (a eso no llega).
Pero no mola ni ná, el indiana Jones :)
Creo que era Carbonell que decía en una entrevista que no sabía cuantos de sus alumnos venían en parte inspirados por indiana Jones, aunque los que permanecían en el campo demostraban tener algo más en su interior que admiración por nuestro arqueólogo-saqueador preferido.
Estoy de acuerdo, porque a mí también me inspiró Indiana Jones y aquí estoy, convaleciente en la cama con un gripazo que pillé el otro día bajo una chaparrón de los que hacen historia; pero lo primero de todo era tapar mi "tajo", no le fuese a pasar algo al pobrecito. Y ahí es donde entra ya la vocación, y es que a veces también te toca convivir con ciertos animalitos como escorpiones o tarántulas (que aunque más pequeñas que las de las películas, éstas son de verdad y te pueden hacer pupa)o asarte bajo un calor horroroso y haberte olvidado en casa el "salacot".
Y lo que de verdad me molesta es no haber podido ir este fín de semana a ver la nueva de Indiana Jones, pero en fín, mañana al tajo y el que viene ya veremos.
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