Habreís reparado en que ahora y a todas horas y en todas partes se habla de los neandertales. Sólo hay que desplegar un poco las antenas (aunque no sea de buena educación) en la cola del super, del bus, de la charcuteria, o ante el mingitorio de un pub, para poder oir cosas como “así es, las matronas las inventaron ya los neandertales…, Zollikofer ha sugerido que necesitarían de apoyo social en el alumbramiento porque el canal de parto de la madre y la cabeza del crío como que…”; o “te imaginas tío que aburrimiento…, finalmente se ha confirmado que los neandertales no jugaban ni al baloncesto ni al béisbol, lamentable. Han comparado la torsión humeral de jugadores profesionales y de neandertales y estos no tiraban una mierda…”; o “no te creas que no tiene narices la cosa, resulta que ahora las napias de los neandertales no son una adaptación biogeográfica, que no, que las tenían más pequeñas de lo que cabría esperar…, y ojo a lo que te digo…, ¡qué de falsas ideas no habrá por haber analizado las cosas por separado! Si es que aún quedará algún descerebrado que piense que el “todo” es una mera suma de las partes”. Y más. Y si no te lo crees, despliégalas.
El pasado fin de semana, en la habitual partida de petanca de los domingos (casi más bien de curling, que al fin y al cabo no es sino petanca on ice) nosotros estuvimos hablando de las causas de su extinción. Entre todas las cosas que se han dicho al respecto de su desaparición se ha apuntado que los neandertales podrían haber palmado por no haber sido capaces de resistir una ola de frío. Ellos, que anda que no se habían chupado el moco durante miles de años, acabaron en Gibraltrar y hacia el 30.000, el 28.000 o el 24.000 (que ya sabemos que los arqueolocos manejan los años con la alegría propia de quien maneja dinero ajeno) el último cerró los ojos para siempre. Pero ahora va y resulta que puede que, quizás, tal vez, acaso, los neandertales cascaran porque lo que no superaron fue un cambio hacia condiciones climáticas más benignas o fluctuantes (que ya lo habían sido). De momento sólo es una hipótesis –que por cierto, “momento” es un término que en algún momento habría que definir- planteada por P. Chinnery y G. Hudson, y la culpa en este caso no fue del cha-cha-chá, sino de las mitocondrias. Como ya ha dicho el amigo Cagliani en su blog Mundo Neandertal, han descubierto en la secuencia de ADNmt de un resto -que parece que es de Vindija- mutaciones chungas relacionadas con enfermedades neurodegenerativas. Antes de seguir quiero decir, sólo por decir, que los neandertales de Vindija y los de Gibraltar están separados por entre 8.000 y 14.000 años no calibrados (que calibrados son entre 10.000 y 14.000), nada, lo que dura un bostezo.
El pasado fin de semana, en la habitual partida de petanca de los domingos (casi más bien de curling, que al fin y al cabo no es sino petanca on ice) nosotros estuvimos hablando de las causas de su extinción. Entre todas las cosas que se han dicho al respecto de su desaparición se ha apuntado que los neandertales podrían haber palmado por no haber sido capaces de resistir una ola de frío. Ellos, que anda que no se habían chupado el moco durante miles de años, acabaron en Gibraltrar y hacia el 30.000, el 28.000 o el 24.000 (que ya sabemos que los arqueolocos manejan los años con la alegría propia de quien maneja dinero ajeno) el último cerró los ojos para siempre. Pero ahora va y resulta que puede que, quizás, tal vez, acaso, los neandertales cascaran porque lo que no superaron fue un cambio hacia condiciones climáticas más benignas o fluctuantes (que ya lo habían sido). De momento sólo es una hipótesis –que por cierto, “momento” es un término que en algún momento habría que definir- planteada por P. Chinnery y G. Hudson, y la culpa en este caso no fue del cha-cha-chá, sino de las mitocondrias. Como ya ha dicho el amigo Cagliani en su blog Mundo Neandertal, han descubierto en la secuencia de ADNmt de un resto -que parece que es de Vindija- mutaciones chungas relacionadas con enfermedades neurodegenerativas. Antes de seguir quiero decir, sólo por decir, que los neandertales de Vindija y los de Gibraltar están separados por entre 8.000 y 14.000 años no calibrados (que calibrados son entre 10.000 y 14.000), nada, lo que dura un bostezo.
Fluctuaciones climáticas de los últimos 80.000 años (calBP) medidas según los isótopos de oxígeno en el hielo del sondeo GRIP de Groenlandia. (SMOW: Standard Mean Ocean Water). La horquilla de Gibraltar es la comprendida entre las fechas 24.010 ± 320 y 30.560 ± 720, que calibradas se convierten en 28.920 ± 450 y 34.770 ± 600 respectivamente.
Estos organulillos, las mitocondrias, que están en las células y sobre los que últimamente parece que gira todo –y eso que encima no están en el núcleo, porque en el fondo no son mas que unos simples pegotes ahí puestos, con perdón de los amigos de Abulafia-, son centrales de energía. La fosforilación oxidativa mitocondrial (OXPHOS) tiene dos funciones primarias: generar calor para mantener la temperatura corporal y sintetizar trifosfato de adenosina (ATP), una forma de energía química que nos permite hacer cosas como correr, saltar y brincar en los charcos o fuera de ellos (esto da igual), escribir como hago yo ahora, pensar, reparar células y tejidos y tal y tal Pascual. La proporción destinada a mantener el cuerpo caliente y la dedicada a los otros menesteres depende de cómo esté regulado el sistema OXPHOS.
Volviendo a la prehistoria –cuando no había braseros, ni estufas, ni bufandas-en ambientes tropicales y subtropicales de África lo más óptimo sería asignar más calorías a sintetizar ATP y menos a generar calor. En Eurasia esa asignación no habría sido la opción chachi porque en invierno te podías quedar tieso. Una mutación, asignando más calorías a generar más calor que ATP habría posibilitado la supervivencia en y la colonización de latitudes más altas. Pero una opción y otra parece que tienen sus contrapartidas. Las poblaciones actuales adaptadas al frío están más protegidas contra las enfermedades degenerativas de la edad y son más longevas, posiblemente porque reducen la producción de radicales libres de óxigeno, pero también son más propensas a enfermedades derivadas de deficiencias energéticas porque reducen la producción de ATP. Lo contrario pasa cuando pasa lo contrario, de cajón.
En un trabajo del equipo de D. Wallace del año 2003, en el que se analizaron 104 secuencias completas de ADNmt humano (haplotipos) de todo el mundo, se sugería que la distribución regional de los haplogrupos de ADNmt (linajes específicos de haplotipos de ADNmt relacionados) había sido influenciada por selección climática (en PNAS, Mishmara: Natural selection shaped regional mtDNA variation in humans), mientras que en otro del 2004 (en Science, Ruiz-Pesini et al.: Effects of Purifying and Adaptive Selection on Regional Variation in Human mtDNA) se indicaba que la razón por la que algunas personas son más propensas a la obesidad, o a enfermedades degenerativas como el Alzheimer, o el Parkinson, puede guardar relación con lo que permitió a los primeros humanos que emigraron de África sobrevivir en los climas fríos de Europa y Asia, un asunto de la medicina evolutiva.
¿Qué pasa con los neandertales a cuento de esto? Pues que no parece fácil encajar las cosas ¿no?. Por una parte, lo planteado por Chinnery y Hudson parece que es lo que cabría esperar según lo dicho, salvo que palmaran por no adaptarse a una mejora climática. “Reduces” la producción de calor (y así “te adaptas” a unas condiciones climáticas más favorables) y a cambio aumentas la producción de ATP (y sufres el riesgo de padecer esas enfermedades). Por otra, los neandertales vivieron con condiciones climáticas frías (aunque con importantes fluctuaciones, como se puede ver en la gráfica), pero no por ello tuvieron las ventajas metabólicas de adaptación al frio: no fueron más longevos y –según ese análisis de ADNmt- podían padecer enfermedades neurodegenerativas. Además, para arreglarlo, sus restos óseos parecen estar modelados por una fuerte actividad física, luego deberían tener un alto metabolismo de ATP. Alta produción de calor, alta produción de ATP… considero imprescindible la opinión de Abulafia.
Estos organulillos, las mitocondrias, que están en las células y sobre los que últimamente parece que gira todo –y eso que encima no están en el núcleo, porque en el fondo no son mas que unos simples pegotes ahí puestos, con perdón de los amigos de Abulafia-, son centrales de energía. La fosforilación oxidativa mitocondrial (OXPHOS) tiene dos funciones primarias: generar calor para mantener la temperatura corporal y sintetizar trifosfato de adenosina (ATP), una forma de energía química que nos permite hacer cosas como correr, saltar y brincar en los charcos o fuera de ellos (esto da igual), escribir como hago yo ahora, pensar, reparar células y tejidos y tal y tal Pascual. La proporción destinada a mantener el cuerpo caliente y la dedicada a los otros menesteres depende de cómo esté regulado el sistema OXPHOS.
Volviendo a la prehistoria –cuando no había braseros, ni estufas, ni bufandas-en ambientes tropicales y subtropicales de África lo más óptimo sería asignar más calorías a sintetizar ATP y menos a generar calor. En Eurasia esa asignación no habría sido la opción chachi porque en invierno te podías quedar tieso. Una mutación, asignando más calorías a generar más calor que ATP habría posibilitado la supervivencia en y la colonización de latitudes más altas. Pero una opción y otra parece que tienen sus contrapartidas. Las poblaciones actuales adaptadas al frío están más protegidas contra las enfermedades degenerativas de la edad y son más longevas, posiblemente porque reducen la producción de radicales libres de óxigeno, pero también son más propensas a enfermedades derivadas de deficiencias energéticas porque reducen la producción de ATP. Lo contrario pasa cuando pasa lo contrario, de cajón.
En un trabajo del equipo de D. Wallace del año 2003, en el que se analizaron 104 secuencias completas de ADNmt humano (haplotipos) de todo el mundo, se sugería que la distribución regional de los haplogrupos de ADNmt (linajes específicos de haplotipos de ADNmt relacionados) había sido influenciada por selección climática (en PNAS, Mishmara: Natural selection shaped regional mtDNA variation in humans), mientras que en otro del 2004 (en Science, Ruiz-Pesini et al.: Effects of Purifying and Adaptive Selection on Regional Variation in Human mtDNA) se indicaba que la razón por la que algunas personas son más propensas a la obesidad, o a enfermedades degenerativas como el Alzheimer, o el Parkinson, puede guardar relación con lo que permitió a los primeros humanos que emigraron de África sobrevivir en los climas fríos de Europa y Asia, un asunto de la medicina evolutiva.
¿Qué pasa con los neandertales a cuento de esto? Pues que no parece fácil encajar las cosas ¿no?. Por una parte, lo planteado por Chinnery y Hudson parece que es lo que cabría esperar según lo dicho, salvo que palmaran por no adaptarse a una mejora climática. “Reduces” la producción de calor (y así “te adaptas” a unas condiciones climáticas más favorables) y a cambio aumentas la producción de ATP (y sufres el riesgo de padecer esas enfermedades). Por otra, los neandertales vivieron con condiciones climáticas frías (aunque con importantes fluctuaciones, como se puede ver en la gráfica), pero no por ello tuvieron las ventajas metabólicas de adaptación al frio: no fueron más longevos y –según ese análisis de ADNmt- podían padecer enfermedades neurodegenerativas. Además, para arreglarlo, sus restos óseos parecen estar modelados por una fuerte actividad física, luego deberían tener un alto metabolismo de ATP. Alta produción de calor, alta produción de ATP… considero imprescindible la opinión de Abulafia.
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