jueves, 26 de marzo de 2009

La guerra del arroz. (I)

A mi el arroz me gusta, la verdad, sobre todo el que hace mi mamá. Este cereal, Oryza sativa, el más extendido por el mundo y alimento básico de más de 3000 millones de personas, lleva un tiempo siendo objeto de cierto tira y afloja entre arqueolocos. ¿Por? Pues por lo que suelen discutir estos pollos, por un puñado de años arriba o abajo, que en este caso vienen a ser como unos 3000 en relación con el momento de su domesticación. Un escenario de ese reciente debate ha sido la revista Antiquity. A la publicación de Jiang y Liu en 2006 (New evidence for the origins of sedentism and rice domestication in the Lower Yangzi River, China) y al ahí va más madera -o si no quieres taza toma taza y media- de Liu, Lee, Jiang y Zhang en 2007 (The earliest rice domestication in China), siguieron los encabezados por Fuller en 2007 y 2008 (Presumed domestication? Evidence for wild rice cultivation and domestication in the fifth millennium BC of the Lower Yangtze region y Rice archaeobotany revisited: Comments on Liu et al.). Cuando el que “revisita” una cosa no es el mismo que el que la había “visitado” antes, o cuando en el título de un artículo aparece el “comments onnnn”…, hmmm, vaya, vaya, es casi seguro que la cosa no va a pintar bien. La última entrega, también de Fuller (et al.: The domestication process and domestication rate in rice: Spikelet bases from the Lower Yangtze), apareció la pasada semana en Science.

Arroz.

Se entiende por domesticación los cambios físicos y fisiológicos, determinados genéticamente, que experimenta una planta en relación al pariente silvestre en respuesta a un comportamiento humano. Esos cambios constituyen lo que los botánicos denominan “síndrome de domesticación”. Por parte de la arqueobotánica los rasgos de ese síndrome más fáciles de estudiar en los restos arqueoloquicos son el tamaño de las semillas y, en los cultivos de cereales, la pérdida de la dispersión natural de la semillas. La cuestión es que una vez que las gentes empezaron a cultivar plantas ¿cuánto tiempo llevó domesticarlas? Ambas cosas no son lo mismo, y los beneficios obtenidos tampoco. Para entender esto quizás sea necesaria una breve explicación.
En el trigo, por ejemplo, las diferencias entre las espigas silvestres y domésticas se observan a nivel del tamaño de las mismas -más grandes las primeras-, de los granos -más grandes los segundos y más apretados-, y de la fortaleza del raquis. El raquis es el eje en el extremo del tallo al que están unidas las espiguillas que contienen las semillas. El punto de unión es el nudo. En las especies silvestres -que no pueden depender del hombre para prosperar al año siguiente- cuando la semilla madura la espiguilla se desprende del nudo, mientras que en la especie doméstica la separación se realiza mediante la trilla. De manera que cuando se cultivase trigo silvestre ese sistema de diseminación de las semillas –que en las domésticas se ha perdido porque el nudo y el raquis se han hecho más fuertes- supondría una dificultad para los recolectores. Me imagino y aún oigo incluso las increpaciones y juramentos, bien fuertes por cierto y en todas las lenguas entonces al uso, cuando al llegar a un campo de trigo silvestre todos los tallos se viesen desnudos y las largas y tensas aristas de las espiguillas –asomando en el suelo- indicaban de forma inequívoca que ahí estaba la maldita semilla, debajo, enterrada y dispuesta a germinar, o cuando éstas saltasen por los aires antes de que las metiesen en los cestos, al más mínimo toque de hoz o de mano. Creo que la diferencia queda clara.
Volviendo a la cuestión, pero sin dejar el trigo, en 1990 se consideraba que la domesticación había sido un proceso rápido. El arqueobotánico G. Hillman y el biólogo de plantas S. Davies utilizaron datos de cultivos experimentales y un modelo de simulación y concluyeron que la domesticación se habría producido en unos 200 años -y aun quizás en un período tan breve como el de 20 ó 30 -, asumiendo, como hacían los arqueolocos, que los primeros agricultores utilizaron hoces para recoger sus cosechas. Presumiblemente las hoces habrían operado selectivamente a favor de las espiguillas que permanecían en el tallo hasta la siega, porque aquellas que se desprendían antes se perderían y no se replantarían. El argumento de la utilización de la hoz, en sí, nunca me ha parecido de mucho fuste, la verdad.


Así pués, hace algo más de una década la mayoría de los arqueolocos consideraban que la llegada de la agricultura había supuesto una ruptura abrupta con relación al modo de vida cazador-recolector, y que las especies domesticadas habían aparecido muy poco después de que aquellas gentes empezaran a doblar el espinazo y a dejarse los riñones en los campos. Numerosos trabajos establecieron el momento y el lugar de aparición de las mismas, desde el trigo al maíz, pasando por el chile o los higos. Sin embargo quizás el trayecto entre recolectar plantas silvestres, cultivarlas y, finalmente, domesticarlas fue más largo, bastante más largo.

Continuará.

6 comentarios:

sarah dijo...

Uhmmm... este tema me interesa.

Me ha sorprendido el breve lapsus de tiempo establecido para la "domesticación de cereales". Me daba a mí, me parecía más lógico, pensar que fue un proceso bastante más largo, no cosa de doscientos años. Lo de la hoz también me ha sorprendido. Claro que no soy experta en esto y puede ser más cosa de mi ignorancia...

Apasionante, esperaré paciente la siguiente entrega.

Saludos.

Homo libris dijo...

Muy interesante, la verdad. Es un tema que también me interesa muchísimo, y del que desconocía el proceso de domesticación (vamos, sabía que existía pero ignoraba hasta qué punto la selección "indirecta" de los ejemplares había influido en la variabilidad genética de la versión domesticada de la especie).

Un saludo.

Dodger dijo...

Ya me he enganchado a la saga del arroz. Tengo ganas de ver como termina.

P.D. Podrías explicar también quien coño se inventó la mierda del arroz vaporizado?

El Jones dijo...

Dodger, te adelanto, aunque esto es destripar la película, que acaba bien. Se quedan juntos, jejeje.

Polkovnyk dijo...

Pues, Dodger, me permito meter los palillos en tu PD. Por lo que he visto, "no es solamente un producto de la moderna industria alimenticia para facilitar y asegurar una correcta cocción del arroz y posibilitar así un mayor consumo, especialmente por parte de los restaurantes", sino que esta "técnica se ha venido practicando de manera improvisada y artesanal durante siglos por los pobladores de Pakistán, India y Birmania. Los antiguos pueblos de Asia ya habían notado que el arroz con cáscara mojado en agua y sucesivamente calentado y secado al sol, no solo resistía mejor al quebrado, sino que se conservaba mejor en los meses sucesivos"...Y si, todo en este mundo capitalista parece tener su correlato arqueológico. Nada nuevo bajo el sol, como siempre!!

Dodger dijo...

Vaya, Polkovnik, interesante esto que cuentas. Gracias. Si es que en temas de alimentación más que inventar, desinventamos.