Carlos Mazo (a la izquierda)
En nuestra "en3vista" a Mikel Aguirre indicamos que en los estudios de tecnología lítica concurren distintos procesos analíticos: el estudio de las materias primas, los procesos técnicos de fabricación de los útiles y la determinación del uso de las herramientas. Carlos Mazo es un arqueoloco, profesor de la Universidad de Zaragoza, que tiene que ver con esto último, con lo que se conoce como “análisis de huellas de uso” o “traceología”.
Homorgasmus. Vamos a ver si he entendido bien de qué va eso, no sin antes decir que hablamos de ¡trozos de meños de sílex!, de piedras, para no andarnos con rodeos. Yo le traigo una lasca de sílex…, usted le echa un vistazo… y sin que a ninguno de los dos nos entre la risa, me dice que ha sido utilizada para… ¡cortar el pan en rebanadas y untarlas con mantequilla! ¿Es así?
Carlos Mazo. Habría que puntualizar varias cosas. La primera que la observación de la pieza no es a simple vista y que ese “vistazo” puede llevar bastante tiempo. La segunda, que habría que ver cuáles son las condiciones de conservación y de observación de ese resto, y la tercera que nunca he utilizado una lasca para esas actividades que me dice, de manera que no sé qué rastros laborales dejan tales acciones. Si los hubiera no estaría en condiciones de determinar su origen en términos absolutos. En el más favorable de los casos podría decirle si esa lasca ha sido usada y cómo ha sido usada. Si acaso le dijera sobre qué no podría ser de otra manera sino en términos relativos.
Homorgasmus. ¡Válgame el cielo! ¿Y usted considera que se puede ir por ahí de serio diciendo cosas así? ¿En qué se basan ustedes?
Carlos Mazo. Los artefactos líticos sufren -o pueden sufrir- alteraciones que quedan registradas en su superficie. Esos rastros pueden tener un origen tecnológico, los generados en el momento de su fabricación (cuando Mikel Aguirre transforma una lasca en raedera pueden quedar huellas del percutor en el borde, en forma de plataformas y estrías de percusión), pueden tener un origen postdeposicional, los que se generan desde que se abandonan, queden enterrados o no, hasta que los recuperamos (pátinas, lustre de suelo, alteraciones termicas…) y aún otros que pueden surgir luego como consecuencia de nuestra manipulación o almacenaje (esquirlamientos, roces, rastros metálicos). Al margen de estas huellas, que se incluyen en la categoría de no laborales, se pueden producir otras como consecuencia de su uso, las laborales, lógicamente con algunas acciones y materias más que con otras. Lo primero de todo, una vez que se considera que el análisis es posible, es aislar estas huellas del resto de rastros. Los rastros laborales son de diversas clases, y cada clase incluye diferentes variantes tipológicas. En función de dónde se localizan esos rastros, de su distribución y de su extensión, podemos inferir lo primero que se persigue, que es determinar la cinemática aplicada al artefacto, es decir, cómo se uso, lo que supone llegar a conocer el tipo de acción llevada a cabo; y en función de las tipologías de alguna de esas clases, en concreto y por encima de cualquier otra la de los micropulidos, podría llegar a inferirse lo segundo que se persigue, determinar el tipo de materia que se trabajó.
Homorgasmus. Ya, ya.
Carlos Mazo. No le veo muy convencido. Le voy a poner un ejemplo muy simple. No parece discutible el hecho de que un sílex responda mecánicamente de igual manera a la presión ejercida por el compresor de un tallador que a la ejercida por la materia sobre la que trabaja ¿no? Desde luego si no se acepta esto ya hay un problema, pero en fin, por algo se han acuñado los términos eolito o bovifacto ¿no? Si un tallador ejerce suficiente presión en el borde de una cara hará saltar una esquirla cuyo negativo se registrará en la opuesta. Si yo aplico una lasca para raspar un hueso estoy ejerciendo presión en el borde de una de sus caras (la de contacto) y los esquirlamientos que se produzcan se localizaran, lógicamente, en la opuesta. Una localización de este tipo me pone en la pista de hablar de un tipo de acción concreta, bien diferente de la que resultaría de una localización bifacial de tales rastros, propia de una acción en la que el borde ha sufrido igual presión por ambas caras, como sería el caso de que en lugar de raspar cortara ese hueso.
Homorgasmus. Pero podría raspar el hueso haciendo que la cara de contacto fuera una vez una y luego otra, y el resultado sería el mismo, ¿o no?
Carlos Mazo. En relación con ese tipo de rastro sí. De todas formas el ejemplo sólo tenía por objeto hacerle ver que se producen alteraciones, algunas, como ésta, o como el redondeamiento, a veces incluso visibles a simple vista. La cuestión es que una interpretación no se realiza acudiendo sólo a un tipo de rastro, y los diferentes tipos de ellos tienen diferente valor diagnóstico a la hora de informarnos sobre cinemáticas y materias. La distribución de los esquirlamientos puede ponernos en la pista sobre la cinemática, pero ésta tiene que estar respaldada por la orientación de las estrías (otro tipo de rastro, este microscópico). En una acción como la que usted dice éstas se dispondrán perpendicularmente al borde, lo propio de una acción transversal, mientras que en una acción longitudinal, la de cortar, serán paralelas al mismo. Otro tanto ocurrirá con la extensión de los micropulidos (el mejor rastro diagnóstico a la hora de determinar la materia). La interpretación final resulta del tratamiento conjunto de la información que aporta cada uno.
Homorgasmus. Antes ha dicho que los meños estos sufren o pueden sufrir alteraciones. O sea, que no siempre sufren. Dos preguntas ¿Por? y ¿Entonces?
Carlos Mazo. Cuando se realiza un análisis de estos se pueden alcanzar diferentes niveles en la interpretación. Determinar la acción es siempre más fácil que determinar la materia trabajada. Experimentalmente se puede observar, por ejemplo, que un artefacto que presenta zonas con micropulidos bien diferenciados en una fase del trabajo, las ha podido perder en la siguiente, hasta un punto en el que lo que entonces se observa se considera indiferenciado, lo que se traduce en que se sabe que se ha usado y cómo pero no se tiene seguridad acerca de sobre qué.
Homorgasmus. ¿Y cómo puede ser eso?
Carlos Mazo. Los micropulidos son rastros que salvo en el caso del lustre de cereal suelen alcanzar poca extensión, localizándose en los puntos de máximo contacto del filo. Hay que tener en cuenta que la superficie del sílex es microtopográficamente bastante irregular. El micropulido se puede formar en algunos puntos, pero si esa zona salta en un momento posterior del uso, o tras su deposición, o por su manipulación, ese saltado se lo lleva consigo, perdiéndose la información. Luego están también los tipos de sílex. Algunos registran mejor y más rápidamente los rastros. Otros son muy remisos a hacerlo (los de grano grueso, por ejemplo). Que una pieza no presente rastros laborales no quiere decir necesariamente que no haya sido utilizada. También depende de la materia que se ha procesado, de su estado, de la presión ejercida, del tiempo que se ha utilizado, de si se han incorporado elementos externos en la acción (agua, abrasivos, etc.). El desarrollo tan importante de los lustres de cereal responde, por ejemplo, al añadido de sílice que ofrecen los vegetales no leñosos. Esto creo que responde al ¿por?. Respecto al ¿entonces?, pues no queda otra que interpretar lo que se ve. El registro arqueológico es seguramente bastante sesgado. El caso de Mask Site, que conocerá, he visto que en su blog ha hablado de Binford, es un ejemplo de que se interpreta en función de lo que se conserva.
Homorgasmus. Volviendo al principio…, yo me levanto un día de la cama dormido y unto la mantequilla con el cuchillo al revés y milenios después usted dice que los cuchillos se usaban así y asá. Nada que ver.
Carlos Mazo. Jajajaja… No, que va. Los análisis de huellas de uso tienen varios enfoques, también con diferentes grados de dificultad. Por una parte está lo que se denomina estudios integrales. El objetivo es determinar el conjunto de actividades llevadas a cabo en un sitio, para poder hablar en términos de estrategias de subsistencia y comportamiento social. Es por supuesto el más complejo y aquí nos enfrentamos además con el problema antedicho. Por otro lado están los estudios que sin llegar a tal extremo pretenden registrar ordenaciones espaciales y áreas de actividad en los sitios a partir de la presencia de determinados tipos de artefactos en unas áreas u otras, destinados a una acción concreta, o de la ocurrencia de varios de ellos destinados a distintas acciones pero dentro de la misma cadena operativa y que constituyen lo que se denomina caja de herramientas. Y por otro están los dedicados a analizar los posibles destinos laborales de un tipo. Esto último permite hablar de usos normativos, y acotar aspectos relativos a posibles polifuncionalidades (cuando la similitud de forma de los útiles no significa necesariamente una igualdad de uso) o redundancias (cuando la diferencia de forma no excluye, por el contrario, una identidad de empleo), que pueden observarse reiteradamente. Lo que usted indica seguro que sería considerado algo meramente anecdótico.
Homorgasmus. Bueno, hay cosas que todavía no que entran muy bien en la cabeza, pero en estas entrevistas el espacio no es ilimitado (salvo que algún día pudiéramos entrevistar a alguno de los codirectores de Atapuerca). Me surgen algunas preguntas más pero si le parece podemos volver otro día sobre el tema.
Carlos Mazo. No hay problema.
Homorgasmus. Antes pues de acabar comentarle que Mikel Aguirre se prestó a conducir un curso de talla lítica en el blog, en 10 lecciones. Podría usted hacer lo mismo con esto de las huellas de uso.
Carlos Mazo. Jajajaja… Lo cierto es que no es posible, de verdad. Seguro que habrá gente que aprenderá mucho con Mikel y podrá ver, siempre que se emplee con tesón y paciencia, cómo progresa. Pero para esto hace falta algo más algo más que disponer de sílex y unos percutores. El aprendizaje aquí tiene un componente personal de experimentación (siempre tendiendo en cuenta toda la información bibliográfica que hay, claro) importantísimo. Nos quedaríamos atascados nada más empezar. Es necesario ir viendo y registrando las alteraciones que se producen en los restos tras cada fase de uso, y no se puede abordar si no se dispone de un microscopio que te permita observarlas a como mínimo 100x. Los rangos de trabajo más habituales oscilan entre los 100 y 300x, aún quizás a veces 400x.
Homorgasmus. Yo creía que se trabajaba a más aumentos. ¿Son microscopios electrónicos de barrido?
Carlos Mazo. No, que va. Son microscopios de luz reflejada (metalográficos). Trabajar con un microscopio así a 400x es complicado. En el que uso habitualmente, que permite alcanzar hasta 1000x, la observación del sílex a más de 300 o 400x es muy problemática. No se imagina lo irregular que es la superficie del sílex más liso que se pueda imaginar. Los microscopios electrónicos de barrido se han usado, pero tienen interés para cosas muy concretas. La ventaja, por supuesto, es la resolución.
Homorgasmus. Gracias y seguiremos en contacto.
Carlos Mazo. Muy bien.
Homorgasmus. Vamos a ver si he entendido bien de qué va eso, no sin antes decir que hablamos de ¡trozos de meños de sílex!, de piedras, para no andarnos con rodeos. Yo le traigo una lasca de sílex…, usted le echa un vistazo… y sin que a ninguno de los dos nos entre la risa, me dice que ha sido utilizada para… ¡cortar el pan en rebanadas y untarlas con mantequilla! ¿Es así?
Carlos Mazo. Habría que puntualizar varias cosas. La primera que la observación de la pieza no es a simple vista y que ese “vistazo” puede llevar bastante tiempo. La segunda, que habría que ver cuáles son las condiciones de conservación y de observación de ese resto, y la tercera que nunca he utilizado una lasca para esas actividades que me dice, de manera que no sé qué rastros laborales dejan tales acciones. Si los hubiera no estaría en condiciones de determinar su origen en términos absolutos. En el más favorable de los casos podría decirle si esa lasca ha sido usada y cómo ha sido usada. Si acaso le dijera sobre qué no podría ser de otra manera sino en términos relativos.
Homorgasmus. ¡Válgame el cielo! ¿Y usted considera que se puede ir por ahí de serio diciendo cosas así? ¿En qué se basan ustedes?
Carlos Mazo. Los artefactos líticos sufren -o pueden sufrir- alteraciones que quedan registradas en su superficie. Esos rastros pueden tener un origen tecnológico, los generados en el momento de su fabricación (cuando Mikel Aguirre transforma una lasca en raedera pueden quedar huellas del percutor en el borde, en forma de plataformas y estrías de percusión), pueden tener un origen postdeposicional, los que se generan desde que se abandonan, queden enterrados o no, hasta que los recuperamos (pátinas, lustre de suelo, alteraciones termicas…) y aún otros que pueden surgir luego como consecuencia de nuestra manipulación o almacenaje (esquirlamientos, roces, rastros metálicos). Al margen de estas huellas, que se incluyen en la categoría de no laborales, se pueden producir otras como consecuencia de su uso, las laborales, lógicamente con algunas acciones y materias más que con otras. Lo primero de todo, una vez que se considera que el análisis es posible, es aislar estas huellas del resto de rastros. Los rastros laborales son de diversas clases, y cada clase incluye diferentes variantes tipológicas. En función de dónde se localizan esos rastros, de su distribución y de su extensión, podemos inferir lo primero que se persigue, que es determinar la cinemática aplicada al artefacto, es decir, cómo se uso, lo que supone llegar a conocer el tipo de acción llevada a cabo; y en función de las tipologías de alguna de esas clases, en concreto y por encima de cualquier otra la de los micropulidos, podría llegar a inferirse lo segundo que se persigue, determinar el tipo de materia que se trabajó.
Homorgasmus. Ya, ya.
Carlos Mazo. No le veo muy convencido. Le voy a poner un ejemplo muy simple. No parece discutible el hecho de que un sílex responda mecánicamente de igual manera a la presión ejercida por el compresor de un tallador que a la ejercida por la materia sobre la que trabaja ¿no? Desde luego si no se acepta esto ya hay un problema, pero en fin, por algo se han acuñado los términos eolito o bovifacto ¿no? Si un tallador ejerce suficiente presión en el borde de una cara hará saltar una esquirla cuyo negativo se registrará en la opuesta. Si yo aplico una lasca para raspar un hueso estoy ejerciendo presión en el borde de una de sus caras (la de contacto) y los esquirlamientos que se produzcan se localizaran, lógicamente, en la opuesta. Una localización de este tipo me pone en la pista de hablar de un tipo de acción concreta, bien diferente de la que resultaría de una localización bifacial de tales rastros, propia de una acción en la que el borde ha sufrido igual presión por ambas caras, como sería el caso de que en lugar de raspar cortara ese hueso.
Homorgasmus. Pero podría raspar el hueso haciendo que la cara de contacto fuera una vez una y luego otra, y el resultado sería el mismo, ¿o no?
Carlos Mazo. En relación con ese tipo de rastro sí. De todas formas el ejemplo sólo tenía por objeto hacerle ver que se producen alteraciones, algunas, como ésta, o como el redondeamiento, a veces incluso visibles a simple vista. La cuestión es que una interpretación no se realiza acudiendo sólo a un tipo de rastro, y los diferentes tipos de ellos tienen diferente valor diagnóstico a la hora de informarnos sobre cinemáticas y materias. La distribución de los esquirlamientos puede ponernos en la pista sobre la cinemática, pero ésta tiene que estar respaldada por la orientación de las estrías (otro tipo de rastro, este microscópico). En una acción como la que usted dice éstas se dispondrán perpendicularmente al borde, lo propio de una acción transversal, mientras que en una acción longitudinal, la de cortar, serán paralelas al mismo. Otro tanto ocurrirá con la extensión de los micropulidos (el mejor rastro diagnóstico a la hora de determinar la materia). La interpretación final resulta del tratamiento conjunto de la información que aporta cada uno.
Homorgasmus. Antes ha dicho que los meños estos sufren o pueden sufrir alteraciones. O sea, que no siempre sufren. Dos preguntas ¿Por? y ¿Entonces?
Carlos Mazo. Cuando se realiza un análisis de estos se pueden alcanzar diferentes niveles en la interpretación. Determinar la acción es siempre más fácil que determinar la materia trabajada. Experimentalmente se puede observar, por ejemplo, que un artefacto que presenta zonas con micropulidos bien diferenciados en una fase del trabajo, las ha podido perder en la siguiente, hasta un punto en el que lo que entonces se observa se considera indiferenciado, lo que se traduce en que se sabe que se ha usado y cómo pero no se tiene seguridad acerca de sobre qué.
Homorgasmus. ¿Y cómo puede ser eso?
Carlos Mazo. Los micropulidos son rastros que salvo en el caso del lustre de cereal suelen alcanzar poca extensión, localizándose en los puntos de máximo contacto del filo. Hay que tener en cuenta que la superficie del sílex es microtopográficamente bastante irregular. El micropulido se puede formar en algunos puntos, pero si esa zona salta en un momento posterior del uso, o tras su deposición, o por su manipulación, ese saltado se lo lleva consigo, perdiéndose la información. Luego están también los tipos de sílex. Algunos registran mejor y más rápidamente los rastros. Otros son muy remisos a hacerlo (los de grano grueso, por ejemplo). Que una pieza no presente rastros laborales no quiere decir necesariamente que no haya sido utilizada. También depende de la materia que se ha procesado, de su estado, de la presión ejercida, del tiempo que se ha utilizado, de si se han incorporado elementos externos en la acción (agua, abrasivos, etc.). El desarrollo tan importante de los lustres de cereal responde, por ejemplo, al añadido de sílice que ofrecen los vegetales no leñosos. Esto creo que responde al ¿por?. Respecto al ¿entonces?, pues no queda otra que interpretar lo que se ve. El registro arqueológico es seguramente bastante sesgado. El caso de Mask Site, que conocerá, he visto que en su blog ha hablado de Binford, es un ejemplo de que se interpreta en función de lo que se conserva.
Homorgasmus. Volviendo al principio…, yo me levanto un día de la cama dormido y unto la mantequilla con el cuchillo al revés y milenios después usted dice que los cuchillos se usaban así y asá. Nada que ver.
Carlos Mazo. Jajajaja… No, que va. Los análisis de huellas de uso tienen varios enfoques, también con diferentes grados de dificultad. Por una parte está lo que se denomina estudios integrales. El objetivo es determinar el conjunto de actividades llevadas a cabo en un sitio, para poder hablar en términos de estrategias de subsistencia y comportamiento social. Es por supuesto el más complejo y aquí nos enfrentamos además con el problema antedicho. Por otro lado están los estudios que sin llegar a tal extremo pretenden registrar ordenaciones espaciales y áreas de actividad en los sitios a partir de la presencia de determinados tipos de artefactos en unas áreas u otras, destinados a una acción concreta, o de la ocurrencia de varios de ellos destinados a distintas acciones pero dentro de la misma cadena operativa y que constituyen lo que se denomina caja de herramientas. Y por otro están los dedicados a analizar los posibles destinos laborales de un tipo. Esto último permite hablar de usos normativos, y acotar aspectos relativos a posibles polifuncionalidades (cuando la similitud de forma de los útiles no significa necesariamente una igualdad de uso) o redundancias (cuando la diferencia de forma no excluye, por el contrario, una identidad de empleo), que pueden observarse reiteradamente. Lo que usted indica seguro que sería considerado algo meramente anecdótico.
Homorgasmus. Bueno, hay cosas que todavía no que entran muy bien en la cabeza, pero en estas entrevistas el espacio no es ilimitado (salvo que algún día pudiéramos entrevistar a alguno de los codirectores de Atapuerca). Me surgen algunas preguntas más pero si le parece podemos volver otro día sobre el tema.
Carlos Mazo. No hay problema.
Homorgasmus. Antes pues de acabar comentarle que Mikel Aguirre se prestó a conducir un curso de talla lítica en el blog, en 10 lecciones. Podría usted hacer lo mismo con esto de las huellas de uso.
Carlos Mazo. Jajajaja… Lo cierto es que no es posible, de verdad. Seguro que habrá gente que aprenderá mucho con Mikel y podrá ver, siempre que se emplee con tesón y paciencia, cómo progresa. Pero para esto hace falta algo más algo más que disponer de sílex y unos percutores. El aprendizaje aquí tiene un componente personal de experimentación (siempre tendiendo en cuenta toda la información bibliográfica que hay, claro) importantísimo. Nos quedaríamos atascados nada más empezar. Es necesario ir viendo y registrando las alteraciones que se producen en los restos tras cada fase de uso, y no se puede abordar si no se dispone de un microscopio que te permita observarlas a como mínimo 100x. Los rangos de trabajo más habituales oscilan entre los 100 y 300x, aún quizás a veces 400x.
Homorgasmus. Yo creía que se trabajaba a más aumentos. ¿Son microscopios electrónicos de barrido?
Carlos Mazo. No, que va. Son microscopios de luz reflejada (metalográficos). Trabajar con un microscopio así a 400x es complicado. En el que uso habitualmente, que permite alcanzar hasta 1000x, la observación del sílex a más de 300 o 400x es muy problemática. No se imagina lo irregular que es la superficie del sílex más liso que se pueda imaginar. Los microscopios electrónicos de barrido se han usado, pero tienen interés para cosas muy concretas. La ventaja, por supuesto, es la resolución.
Homorgasmus. Gracias y seguiremos en contacto.
Carlos Mazo. Muy bien.
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